jueves, 12 de marzo de 2009

Añorando otros tiempos

Una realidad ineludible es que los problemas en la historia van cambiando. Lo que ayer nos preocupaba hoy es baladí; lo que en la época de nuestros bisabuelos era la comidilla en las tertulias de los bares y fondas, hoy no merece ni siquiera el recuerdo en nuestras conversaciones vía chat. Bien dicen, aplicado a la ética, que "cada siglo elabora su ética y no puede conformarse con la repetición de un modelo de ética anterior, precisamente porque las éticas –y las éticas de la responsabilidad- se ocupan de los problemas que se van planteando en las diferentes realidades de nuestra Historia. Lo que es peor, nos sorprenden las crisis mundiales y personales, los puntos cumbres de los problemas, siempre semidesnudos de una ética que nos haga responsables, que nos componga aptos para responder ante sus demandas.

Parece una obviedad, pero no estoy segura de que entre cristianos se sepan de un modo acabado: Los problemas del siglo 1, del siglo 2, del siglo 3, del siglo 4, 5, 6, 7… son distintos a los problemas que surgieron –o que generamos- en otros siglos. No se puede ser responsable ante un problema planteado en el siglo 21 confrontándolo con la ética de la responsabilidad del siglo 19.


Son distintos los problemas y, en consecuencia, las éticas deben ser distintas.

Si esto no es así, nos creeremos muy responsables aplicando las éticas del siglo 16 a nuestro tiempo, pero en realidad seremos –y somos- unos completos irresponsables, porque con nuestro sistema de regurgitación de santidades no estamos siendo consecuentes con la interpelación que se nos presenta
"

Tan igual es con la teología. Les cuesta muchísimo a los cristianos admitir que el pensamiento teológico es hijo de su tiempo, que surge en respuesta a retos específicos que aparecieron en un momento determinado, que quizá los esquemas que marcan su vida pueden ser obsoletos. No comprenden que cada época configura modelos de demostración de la existencia de Dios, distantas escatologías, enfoques distintos de la cristología, eclesiologías novedosas. Piensan que el brillante modelo hecho por un teólogo de los tiempos renacentistas es casi palabra divina, casi como si fuera la propia Biblia. Y así y todo les parece repulsiva la Tradición de los católicos.
Les planteas algo distinto, y se les sale el complejo del inquisidor. No toman en cuenta que el caminar del pensamiento y la forma de vivir la vida cristiana es un flujo permanente, que responde al alma de la gente. Lo que hoy llena nuestro ser, mañana puede ser subalterno. Y las explicaciones que tratan de responder a las preguntas básicas se tienen que actualizar.
Estos hijos de Torquemada añoran profundamente el pasado. Los daguerrotipos. El excremento de los caballos en cada esquina. Los tiempos seguros en que la verdad era sólo una y nada más que una -la de ellos, por supuesto-. Los arcabuces. Los bergantines. El machismo extremo. La peste negra. Las cacerías de brujas. Los dragones y duendes. La hogueras. Los piratas.

Que pena que el siglo XXI se los está comiendo con zapatos y todo. En vez de asumir el reto de las nuevas problemáticas, prefieren el calorcito de un genio que supo responder a su tiempo. Quizá el reto les resulta demasiado grande. Quizá se mueran de miedo. Quizá sospechan que perderían la fe en el intento.
Imagen: Ateneo Teológico

6 comentarios:

Luirro dijo...

Hola Abel.
Qué bueno que escribas sobre esto.
Durante un tiempo creí que era imposible encontrar un rastro de intelectualidad dentro del cristianismo protestante. Me habian convencido de que eso era "DelDiablo".

Dios te siga bendiciendo.

Anónimo dijo...

La Biblia... los textos que la componen no son tratados de teológia sistemática, moral sistemática, etc. Son textos, retazos que responden a diferentes momentos de la historia de la humanidad, del pueblo de Dios... Todo intento de sistematizarlos es una traición a la naturaleza de los textos.

Como escribiría Maria Zambrano en un libro que estoy leyendo a través de la red (Pensamiento y poesía en la vida española) "El saber, el saber filosófico, ese del cual «todos los hombres tienen deseo natural», desembocó bien pronto en la forma cerrada y poderosa de la filosofía sistemática. Desde Santo Tomás ha sucedido de modo evidente y significativo. Dante y Santo Tomás, todo el siglo XIII, deja establecida y podríamos decir «cerrada» a Europa. Lo que va a seguir está ya en esas bases y es, en realidad, su despliegue, su desarrollo. Pues bien, en el orden del pensamiento es la inauguración de la era del sistema; la forma sistemática, cerrada, absoluta, es la forma que adquiere el saber filosófico, de tal manera que llega a parecernos hasta hoy tan evidente, tan natural, como el que el agua tenga la forma líquida. Es la forma indisputable del pensamiento."

Aplícalo a la teología sistemática" Cambia "filoosfía", filosófico" por "teología" y "teológico"; y cuando dice "cerrada" Europa, lee "cerrada" la cristiandad...

¡Vaya parrafada!

Un abrazo,

Ignacio

Anónimo dijo...

Y los "sistemas teológicos", como apuntas de alguna forma, son hijos ehijas de su tiempo...

Jesús Vera dijo...

Un problema que veo en America Latina entre los evangélicos es su absolutismo que tienen. Sienten que su forma de ser cristiano es lo más puro que puede existir en el cristianismo. Sin duda que ignoran la historia, incluso, como buenos postmodernos, la rechazan y no les interesa saber como se expresaba el cristianismo en otros siglos.

Es una lucha muy grande la que tenemos que enfrentar, no es nada fácil, me temo que muchos de nostros estamos solos ante la inmensidad evangélica absoluta.

Sin embargo, tenemos que seguir adelante, haciendo teologia, o como me gusta expresarlo, intentando hacer teología en este pleno siglo XXI, que seguro es muy diferentes a todos los demás siglos.

Te comparto unas líneas de Manuel Fraijó en su libro Fragmentos de Esperanza que reza así:

"Pienso que, con Dios, hay que guardar más las distancias. El teólogo, sobretodo el dogmático, corre peligro de familiarizarse con exceso con él. Si se descuida, puede dar la impresión de que sabe más sobre Dios que Dios mismo."

Saludos y nuevamente gracias por tu aporte a la reflexión.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Abel.
Para Ignacio: Yo no creo que el intento -o todo el intento- de sistematizar la biblia para desglosarla y desglosar en teologías (siempre más o menos) sistemáticas sea una traición a la naturaleza de los textos bíblicos.
Me apuro a decir que yo no soy precisamente una devota de las teologías sistemáticas, por si vuela una mosca antipática por la habitación.
Sin embargo, lo que digo es que los métodos de estudio -si los limpiamos de la historia de su intencionalidad- de todos los textos considerados sagrados son métodos que en sí mismos no representan peligros de nada, son inocuos. De lo que nos tenemos que preocupar por ejemplo los que alguna vez fuimos sistematizadores de alguna ciencia o disciplina, -en mi caso el tema de la Historia- es que la sistematización no sea lo único con lo que vayamos a contar en toda nuestra vida frente a la Historia.
Y lo que es mucho peor todavía, que no vaya a ser la sistematización el punto de fuga central hacia donde confluya obligatoriamente toda la perspectiva que seré capaz de tener.
Dicho de manera más "ácrata": Que no vaya a ser que ese "producto" sistemático que nos sirvió de herramienta -una más- para otras cosas de manufactura interna, se convierta en la mano principal que -por la dignidad que no sé por qué se le otorga- tome la atribución de legislar por encima de todos los demás estudios y lecturas de las Escrituras judeocristianas.

A mi entender, -que sufro tales actitudes- lo que desnaturaliza los textos bíblicos -con canon y sin canon- no es una mera sistematización (no es la pinza del entomologista) lo que los traiciona y los diseca, sino la actitud del que maneja esa pinza y la intencionalidad previa con que aplicará sobre la mollera propia y del prójimo los objetivos.

Ningún pensamiento crítico se deja sistematizar, y nuestro enemigo -parecen decir todo el tiempo- es la crítica, la libertad, la reflexión, la búsqueda, la sospecha, la duda. Entonces, como yo no veo que la gente esté muy dispuesta a recibir otra cosa que una sistematización para proporcionarse seguridades, la aplicación de la teología sistemática tiene un éxito inmerecido. Pero es que hay "del otro lado" pidiendo a gritos la sistematización del caos, no ya de los textos bíblicos.

Yo no me voy a plegar a ese mercado negro de dar lo que se pide en cuanto a sistematización bíblica o filosófica o histórica, ni siquiera hermenéutica o lingüística- pero no por eso voy a renegar del orden que tiene el alfabeto ni de que al número cuatro le siga el cinco. Porque yo no estoy tan segura de los caminos tomados, la metodologías, lleven sobre sí las culpas, las manías y los objetivos del caminador.

Como decía Natanael Disla, al menos estudiemos las sistematizaciones teológicas para saber por fin que tenemos que aprender urgente otras cosas, y a veces lo opuesto.

Al texto bíblico lo veo tan libre que me cuesta creer que una manipulación demasiado ignorante o demasiado académica le haga alguna mella.
Más bien la fragilidad la creo ver en la gente que se entrega a la manipulación de la sistematización, como una mariposa nocturna cautiva en una sala que se entrega enloquecida a cualquier luz, que choca mil veces contra ella buscando vida, hasta que se quema.
Me duelen esas mariposas y por eso le tengo tanta dinamita puesta debajo de la cama al sistemático que de ese método de aproximación a las Escrituras inventa una luz, un Dios que habla.

Gracias
Un abrazo a todos.

George dijo...

Surge un dilema muy interesante.
No sé. Abel, corrígeme si me equivoco, pero tengo la impresión que las grandes religiones del mundo han permanecido estáticas durante muchísimo tiempo, en su lugar, y a fin de llenar el vacío espiritual de algunas personas, han aparecido una diversidad de sectas (¿habría que llamarlas sectas?) que lo que hacen es complementar este vacío.
Por otro la, tú lo sabes tanto como yo, la ciencia se apoya en viejos principios para reintentarse a sí mismo. Claro, ahora la discusión se centraría en la ética de la ciencia. ¿La tiene o no? En fin.
Pero regresando a lo que mencionas, creo que una extensión de tu artículo lo podemos ver casi a diario, las mayores nos decían “antes, las cosas eran diferentes, antes no pasaban esas cosas”. Y míranos ahora, muchos contemporáneos comentan cosas similares.
Pucha, ¿a dónde estamos yendo?, digo, pregunto, no lo sé.
Últimamente no sé muchas cosas.