domingo, 16 de octubre de 2005

DARWIN O DIOS EN LAS ESCUELAS DE EE.UU (*)

¿Creó Dios al hombre a su imagen y semejanza? ¿O procede de un proceso evolutivo de miles de millones de años? Creacionismo frente a evolución. El tema es un viejo conocido de los estadounidenses, no en vano la mitad de los ciudadanos del país más rico del planeta o no sabe o no cree que los seres humanos hayan "evolucionado". Esta semana la teoría de la evolución y el llamado Diseño Inteligente han ocupado la sala de un tribunal federal. En Dover, un pequeño pueblo rural de Pensilvania, la religión entró disfrazada en las clases de biología de un instituto a través del Diseño Inteligente -defendido por el presidente George W. Bush-, nombre que no es más que la nueva envoltura con la que los fundamentalistas cristianos están presentando la vieja tesis del creacionismo bíblico y el rechazo a la teoría de la evolución formulada por Charles Darwin.

Once padres de familia, apoyados por la mayor parte de la comunidad científica y por la Unión Americana para las Libertades Civiles, así como por Americanos Unidos por la Separación de Iglesia y Estado, se querellaron el año pasado contra el consejo educativo del centro cuando tuvieron noticia de que a sus hijos adolescentes les enseñaban la teoría del Diseño Inteligente. Los profesores entraban en el aula y afirmaban: "La teoría de la evolución no es un hecho. Hay ciertas brechas en ella para las cuales no existe evidencia, y los estudiantes debéis ser estimulados para mantener la mente abierta". El libro de texto al que les referían era Sobre pandas y personas, la biblia del Diseño Inteligente. Esta teoría -que no rechaza de plano la evolución- sostiene, sin embargo, que la vida en la Tierra es demasiado compleja para ser explicada por las mutaciones genéticas. Por tanto, debe de existir un "diseñador inteligente" detrás del proceso evolutivo. Uno de los profesores del instituto, William Buckingham, llegó a criticar a un alumno en una reunión del consejo escolar por estudiar la teoría de la evolución y aseguró que al adolescente le "habían lavado el cerebro". Buckingham justificó el empleo de esta teoría porque alguien tenía que "defender a Jesús". Su mujer, Charlotte, citaba versículos del Viejo Testamento durante las juntas, según aseguraron testigos durante el juicio esta semana.

Las discusiones en el tribunal serán cruciales para que el juez federal John Jones III determine si el consejo directivo ha violado la cláusula constitucional que establece la separación entre la Iglesia y el Estado, pilar fundamental de la Constitución americana, como aseguran los querellantes que sucede. No es la primera vez que dos versiones opuestas sobre el origen de la vida se enfrentan en un tribunal estadounidense. En 1925, cuando incluso en los círculos científicos la teoría de la evolución era controvertida y sus detractores la asociaban al ateísmo, tuvo lugar el que fue conocido como "el juicio del mono". En aquel juicio se acusaba al profesor John Scopes de violar una ley de Tennessee -Butler Act-, que declaraba ilegal "para cualquier profesor de cualquier universidad o escuela pública enseñar cualquier teoría que niegue la historia de la Creación Divina del hombre, como muestra la Biblia, y enseñar en cambio que el hombre desciende de un orden inferior de animales".

Scoper fue declarado culpable y condenado a pagar una multa de 100 dólares. La decisión fue apelada ante el Supremo y Scopes quedó absuelto por una cuestión técnica: ningún tribunal de distrito podía cobrar multas superiores a los 50 dólares. Scopes ganó la batalla y su victoria fue la del triunfo de la ciencia y el progreso ante el dogma irracional. La confusión entre pensamiento científico y religión está de nuevo ante un tribunal federal. Lo más probable es que sea el Tribunal Supremo el que finalmente determine si el Diseño Inteligente debe ser enseñado en las escuelas o debe quedarse fuera de ellas.
(*) Yolanda Monge, citado en El Pais de España.

sábado, 8 de octubre de 2005

Católicos en rebeldía (*)

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(*) Artículo publicado en el Suplemento "El Sábado" del diario "El Mercurio" de Santiago de Chile del día 8 de Octubre del 2005. Lo transcribo en forma íntegra.
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Hay sacerdotes que están preocupados. Supieron que Adimark ­la empresa de investigación de mercado y opinión pública que dirige Roberto Méndez­ estaba por publicar la encuesta "Los católicos opinan", un revelador estudio que enfrenta el pensamiento de la jerarquía eclesiástica con el sentir del católico común y corriente. La rebelión de los fieles fue la columna que en septiembre pasado escribió Méndez en revista "El Sábado" para ebozar el estudio que aquí se presenta, en exclusiva, completo.

A propósito de las cifras que recién había conocido, Méndez señaló en su columna: "Los resultados son sorprendentes. Tan sorprendentes, que no cabe sino preguntarse ¿qué significa declararse católico hoy en día?". Lo había impresionado que el 60 por ciento de quienes se declaraban católicos pensara que era válido ordenar como sacerdote a una mujer. Que el 75 por ciento se mostrara de acuerdo con la idea de que los obispos fueran escogidos por las fuerzas vivas de su diócesis, sin que el Vaticano interviniera. Y que las opiniones frente al aborto, el control de la natalidad y el uso de preservativos estuvieran en clara contradicción con lo que, supuestamente, es la norma católica.

Después de conocer esos resultados y anunciarlos en su columna, Méndez no ha parado de recibir mails de sacerdotes y de laicos. Méndez ya está pensando que Adimark debe hacer otro estudio, que investigue cuáles son las razones que hacen que el 70 por ciento de los chilenos declare que profesa la fe católica.

Saber cuánto sumaban los católicos fue una de las preocupaciones previas al Censo de 2002. La medición arrojó que en Chile hay 7 millones 853 mil católicos, equivalente al 69,9 por ciento de la torta religiosa del país. Un siete por ciento menos comparado con el porcentaje que se declaró como tal en el censo anterior, de 1992. Justamente ése es el universo que representa el estudio de Adimark. "No necesariamente son los más militantes, los más observantes", explica Méndez, "sino que refleja la opinión del universo que tradicionalmente en Chile se ha aceptado como católico".

El director de Adimark asume que existen grupos de fieles con una cercanía estrecha con la Iglesia, "más comprometidos, que militan en movimientos religiosos, que van a misa todas las semanas", pero precisa que el universo que abarca este estudio es más amplio que el de aquellos grupos.

En Chile son pocos los sondeos de opinión que han incluido preguntas dirigidas a los católicos: los propios obispos, asegura Méndez, han solicitado algunos y en las encuestas generales del Centro de Estudios Públicos se han incluido preguntas acerca de los católicos, pero esta es la primera investigación que indaga en materias tan delicadas como la opinión de los fieles de la Iglesia Católica acerca de la ordenación sacerdotal de mujeres, el uso de métodos anticonceptivos para el control de la natalidad o la legalidad del aborto.

"No
hay mucha experiencia en estudios sobre la población católica, y en general no hay una tradición en la Iglesia de preguntarle muchas cosas a la gente", abunda Méndez. En Estados Unidos, en tanto, el monitoreo de este grupo es de larga data. El estudio de la población católica ha mostrado cómo ésta se comporta a través del tiempo y cómo se ve afectada por sucesos de conmoción pública. Una encuesta de CARA (The Center for Applied Research in the Apostolate, una organización dependiente de la Universidad de George-town) mostró que el porcentaje de católicos que asistía a misa al menos una vez por semana era de apenas un 31 por ciento en septiembre de 2004. La encuesta que Adimark realizó en agosto apeló a cuestionamientos similares a los realizados por Gallup a los católicos estadounidenses en 1992. Los resultados fueron reveladores y Roberto Méndez los asume como tales: "Aquí hay un tremendo llamado a la Iglesia. Es la voz de los católicos, que le están dando un mensaje a la Iglesia".

Los resultados

La pregunta hecha por Adimark para conocer la religión de sus entrevistados fue la misma que utilizó el Censo de 2002: "¿Qué religión profesa usted?". Un llamado a la definición y no una indagación vaga, como lo recalcó Roberto Méndez en su columna de "El Sábado": "El término utilizado es 'profesar'. Un verbo duro, que habla de una creencia fuerte, para algunos con connotaciones heroicas", explica.

El 62,8 por ciento de los entrevistados declaró profesar la fe católica. Y un buen número de éstos se manifestó de acuerdo con iniciativas reñidas con las enseñanzas de la Iglesia. Los católicos están mayoritariamente de acuerdo con que los sacerdotes puedan casarse (un 58,8 por ciento ), piensan que los obispos debieran ser elegidos democráticamente por su propia diócesis y no por el Vaticano (59,4 por ciento a favor), y declaran que les gustaría que la Iglesia ordenara mujeres sacerdotes (59,8 por ciento).

Las sorpresas son mayores cuando las preguntas apelan a cuestiones valóricas. El 74,3 por ciento cree que los separados y vueltos a casar pueden comulgar; el condón como método para prevenir el sida es aceptado por el 95,1 por ciento de los católicos; la libertad para escoger un método anticonceptivo que controle la natalidad es aprobada por el 91,2 por ciento, y el 40,6 se manifiesta partidario de que el aborto se legalice.

Ese resultado es, a ojos del director de Adimark, el más sorprendente de todos. "Las otras cosas pueden ser discutibles, pero este tema es muy duro. Es impresionante que casi un 41 por ciento de los que se declaran católicos esté de acuerdo con un aborto legal y decisión personal de cada mujer", reflexiona Méndez. Y agrega: "En muchas materias no se dan las relaciones que uno esperaría. Que los jóvenes, por ejemplo, fueran más liberales o más rebeldes frente a la opinión doctrinal de la Iglesia. Pero en algunas materias es justo al revés". Precisamente, la pregunta acerca del aborto muestra que quienes mayoritaria-mente se declaran de acuerdo son los adultos mayores de 56 años (44,3 por ciento), mientras que el porcentaje de jóvenes entre 18 y 35 años que aprueba tal iniciativa es bastante menor (34,3 por ciento).

"Los hombres católicos aparecen más liberales que las mujeres. También la clase media y los estratos más altos: en casi todos los temas están mayoritariamente de acuerdo, en conflicto con las posiciones oficiales de la Iglesia. Méndez añade: "El grupo significativamente más conservador, en el sentido de apegarse más a la doctrina oficial, es el grupo DE, aquellos católicos más pobres que se han mantenido dentro de la Iglesia y han resistido la entrada de los grupos evangélicos tan fuertes en esos niveles".
Cuestión de herencia

Méndez asume que el pensamiento de los católicos revelado en esta encuesta responde a un contexto. Hay cifras recogidas anteriormente que hablan de una desvalorización de la familia tradicional: los chilenos han dejado de casarse ante la Iglesia y ante la ley; han aumentado las convivencias y los nacimientos de niños fuera del matrimonio. "Hay un movimiento de secularización, un alejamiento de las enseñanzas tradicionales, especialmente las de la Iglesia. En ese contexto, estas opiniones no debieran sorprender tanto", plantea.

Este escenario se habría incubado hace varias décadas. "Durante el gobierno militar prevaleció una posición más conservadora, que se mantuvo aun avanzada la democracia. A partir de finales de los noventa hubo una especie de apertura violenta, un destape que, en cierta manera, ha llevado la posición de los chilenos hacia un extremo. Probable-mente, en el futuro, habrá una tendencia hacia posiciones más moderadas".

Lo nuevo, dice Méndez, es que a pesar de este contexto la gente sigue declarándose católica en porcentajes altísimos. "Ése es el fenómeno que tiene que hacernos meditar", propone. "La pregunta que surge es por qué esta gente se declara católica, si uno ve tal diferencia de opiniones con la jerarquía".

Y agrega que son dos las interpretaciones posibles. La primera: que la Iglesia está en crisis por el profundo desencuentro con sus feligreses y que sólo cabe esperar que el número de católicos disminuya drásticamente en los próximos años, "hasta ser un porcentaje pequeño que represente sólo a las personas con una visión más ortodoxa y tradicional".

La segunda interpretación de estos datos ­la correcta, de acuerdo a lo que Méndez plantea­ es que la Iglesia constate "que mucha gente comparte los valores de la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia. Están en desacuerdo con los aspectos que se revisan en esta encuesta, pero ese desacuerdo no lo consideran central". Esta visión, añade, le da a la Iglesia una cierta esperanza de reencantar a una gran mayoría.

"Tenemos la idea de investigar más cuáles son esos factores que llevan a estas personas a profesar la religión católica", anuncia Méndez. "A lo mejor podría ser sólo una tradición. Que así como se declaran chilenos, se declaran católicos. Una respuesta tradicional, vacía. Es un desafío tremendo para la Iglesia y una oportunidad, también. Porque cuando ese 70 por ciento de católicos ya no se sienta identificado con la Iglesia, recuperarlo, evidentemente, será muy difícil".

FICHA METODOLÓGICA

Estudio basado en entrevistas personales, telefónicas, realizado a una muestra probabilística de adultos mayores de 18 años. El universo muestral son hombres y mujeres mayores de 18 años de todos los niveles socioeconómicos, residentes en hogares con teléfono, en las 16 principales ciudades de Chile.

TAMAÑO DE LA MUESTRA

Un total de 1.007 personas fueron entrevistadas. De éstas, 653 personas se definieron a sí mismos como católicos (respondieron a la pregunta ¿Qué religión profesa usted?), mientras el resto optó por otras alternativas.

El margen de error es de +/-3,1 por ciento para la muestra total de 1.007 casos.

Los datos fueron ponderados por el peso real de los distintos segmentos, según datos del Censo 2002. La consulta se aplicó ente el 1 y el 27 de agosto de 2005.

jueves, 6 de octubre de 2005

LA FE, TAN TERRENAL COMO EL HUMOR

El humor es una de las cosas más humanas que pueden existir. Puede involucrar todas las áreas de nuestra vida, mezclarse con todo y no discrimina nada ni a nadie. Nos hace felices por un rato, es catárquico, terapéutico de algunos males y es absolutamente terrenal, tanto es así que puede usar a la imagen divina como elemento cómico sin parecer irreverente. Lo entendemos como algo nuestro, inherente a nuestra condición, a nuestro ser. Sin embargo, al hablar de la fe a veces pensamos en el incienso, las nubes o la situación desesperada que solamente puede solucionarse por un milagro estrepitoso del cielo. ¿Milagro? Muchas veces las cosas son más simples, y no necesitamos de una gran sanidad o del maná que viene del cielo y nos alimenta. Es como la historia que me llegó a mi correo hace algunos años de una señora llamada Louise Redden, una mujer pobremente vestida que entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy humilde le preguntó si podía fiarle algunas cosas. Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que tenian 7 hijos, y que necesitaban comida. John Longhouse, el abarrotero, se burló de ella y le pidió que saliera de la tienda. Visualizando las necesidades de su familia, la mujer le dijo: "Por favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda". John le dijo que no podia darle credito, ya que no tenía cuenta con la tienda. Junto al mostrador había un cliente que escuchó la conversación. El cliente se acercó al mostrador y le dijo al abarrotero que el respondería por lo que necesitara la mujer para su familia. El abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenía una lista. Louise respondió: "¡Si, señor!". Está bien, -le dijo el tendero-, ponga su lista en la balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancia. Louise pensó un momento con la cabeza baja, y después sacó una hoja de papel de su bolso y escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto con la cabeza baja. Los ojos del tendero se abrieron de asombro, al igual que los del cliente, cuando el plato de la balanza bajó hasta el mostrador y se mantuvo abajo. El tendero, mirando fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente y le dijo: -! No puedo creerlo!-. El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato de la balanza. La balanza no se movía, asi que siguió llenando el plato hasta que ya no cupo mas. El tendero vió lo que habia puesto, completamente disgustado. Finalmente, quitó la lista del plato y la vió con aun mayor asombro. No era una lista de mercancia, era una oración que decía: "Señor mío, tu sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos". El tendero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y en silencio. Louise le dió las gracias y salió de la tienda. El cliente le dió a John un billete de 50 dólares y le dijo: - Realmente valió cada centavo- Después, John Longhouse descubrió que la balanza estaba rota. ¿La moraleja de la historia? No necesitamos esperar grandes manifestaciones de Dios (que pueden ocurrir. ¿Por qué no?), sino que en la mayoría de veces actuará en la simpleza de la cotidianeidad de la vida. Grandes milagros y sanaciones podrían pasar (y hay que observarlas con una gran lupa) pero no es lo común. La fe, como el humor, tiene su accionar en lo más profundo de la normalidad, del día a día de nuestras vidas.