jueves, 30 de enero de 2020

La pelota no se mancha

Todos hablan del FREPAP(1) ahora. Es la gran sorpresa de las últimas elecciones, aunque los que tenemos algunos años recordamos a Ezequiel Ataucusi en algún debate presidencial, o a algún congresista de AEMINPU(2) que se pasó al fujimorismo en los ya distantes años noventa. Siempre nos pareció una cosa rara al no comprender la naturaleza del movimiento religioso y de su irrupción política. ¿Qué tenían que ver con nosotros las túnicas, las barbas y los cabellos largos de las mujeres? ¿Su mesías que resucitaría al tercer día no era más que una cosa del folklore peruano? Tampoco es que nos preocuparan tanto dado sus magros resultados electorales. Por ahí algunas alcaldías y nada más.

Una semana antes de las elecciones poco menos de la mitad del electorado no sabía por quién votar. Como buenos peruanos, a última hora decidimos el voto, y muchos lo hicieron en la cola de la mesa de sufragio. ¿Cómo así consideramos votar por este partido confesional, al punto de superar sus votos el 5% del total del padrón electoral, cuando el AEMINPU representa solo el 0.4% del total de la población peruana? ¿Qué sucedió faltando tan poco? ¿Por qué hace 20 años era casi imposible que en Lima votaran masivamente por el Frepap, y ahora fueron la primera fuerza en distritos como San Juan de Miraflores o Villa María del Triunfo? ¿Porqué tanta gente que no es del movimiento marcó el pescadito del FREPAP?

Muchos más duchos que yo han ensayado respuestas. Con mi buen amigo Eduardo Romero reflexionábamos al respecto y coincidíamos en algo que creemos relevante: antes el AEMINPU estaba en su cielo, en su templo mayor, en sus comunidades de la selva construyendo su paraíso, pero hoy son terrenales, los podemos tocar, hemos descubierto que sienten como nosotros, gritan como nosotros, compartimos las mismas pasiones, gracias a David Chauca, el famoso hincha israelita. Gracias a él el AEMINPU se nos ha acercado, hemos dialogado con él, se nos ha convertido en uno de nuestros símbolos, despertó nuestras simpatías, se hizo como nosotros, y descubrimos con agrado nuestras similitudes. En el proceso ayudó la prensa, por supuesto, y muchos otros, hasta en algún comercial salió. ¿Bichos raros? Para nada, nuestra pasión por la selección era la misma. Gritamos juntos los goles y lloramos las derrotas. ¿Por qué no compartir otros sentimientos? ¿Por qué no podría votar por ellos en alguna elección, si parecen ser gente correcta?

AEMINPU le debe mucho a David Chauca. Tal vez hasta darle un sitial al lado de la dinastía Ataucusi.



(1) FREPAP: Frente Popular Agrícola FIA del Perú
(2) AEMINPU: Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal