miércoles, 22 de octubre de 2008

Iglesias informales

La informalidad es una característica importante dentro del mundo latinoamericano e inclusive del total del mundo subdesarrollado. Millones de pequeños negocios florecen en todos nuestros países empleando a la gran masa trabajadora que de esa manera mantiene a la economía a flote, generando flujos difíciles de medir para las estadísticas oficiales que no tienen otra alternativa que estimar las cifras de esta economía a la que se adjetiva con frecuencia como subterránea o sumergida.

Los negocios informales surgen por varios motivos. Uno de ellos son los altos costos de la formalidad. Es célebre el estudio de Hernando de Soto detallado en “El otro sendero” donde demuestra que para constituir una empresa se necesitaron casi diez meses en el Perú de los ochentas (sólo cuatro horas en los Estados Unidos). El mismo estudio habla de otra de las causas de la informalidad: el alto costo de la permanencia como formal, donde se estimaba que más del 300 por ciento de las ganancias después de impuestos era el equivalente del dichoso costo. Por supuesto, la informalidad es mucho más barata, la opción real de las grandes masas pobres con ganas de emerger.

Ojo que no me refiero a las actividades ilícitas, como el tráfico de drogas o el robo, sino a acciones completamente lícitas pero que por su propio modus operandi tienen prácticas que no se ciñen absolutamente a la ley. Por ejemplo, pagan salarios por debajo del sueldo mínimo –lo que está de acuerdo a la teoría microeconómica-, no pagan los beneficios existentes como la compensación por tiempo de servicios (una especie de seguro de desempleo en el Perú), la seguridad social o los seguros médicos, no reportan todo el trabajo o todas las ventas realizadas y, por supuesto, o pagan muy pocos o ningún impuesto al gobierno. ¿Qué tan grande es esta economía? En Perú se estima que va por el 40 por ciento del total del producto bruto interno (PBI), algo realmente enorme.

La informalidad penetra en muchos estamentos de la sociedad y genera un estilo de vida, una manera de ver el mundo, un modo de hacer las cosas, que provoca desde el desorden en las calles hasta la desobediencia abierta a muchas de las normas establecidas (que, valga la pena decir, no tienen un mecanismo eficiente de inspección de su aplicación por la fragilidad de los organismos de control). Sus influencias llegan, inclusive, hasta las iglesias evangélicas. Obviamente también a las más fundamentalistas, las que se jactan de ser las más correctas.

La iglesia suele ser profundamente informal en lo económico. No hablo de la naturaleza de los diezmos, ya discutida hace tiempo, sino en cómo se gastan esos recursos dentro de los “gastos operativos” de muchas comunidades. Pongamos de ejemplo las que están legalmente constituídas. Una práctica muy frecuente es no pagar los beneficios sociales de la misma forma que no los pagan las empresas informales. No hay provisión para la jubilación (hermanos, Dios proveerá, y más si es para los llamados por Él). Hay atrasos en los sueldos y sueldos por debajo del mínimo (y para colmo, se exige que la esposa también trabaje casi a tiempo completo en la iglesia porque el llamado “también es para la idonea”). Que el pastor languidezca por la pobreza no interesa; que limiten el trabajo de la esposa es lo correcto –dicen-. Hay que creer siempre en Jahveh Jireh. ¿Pensión de jubilación? Pensar en eso es falta de fe.

El personal que trabaja y no tiene cargo pastoral, como las secretarias, conserjes, vigilantes u otros quienes sean, tiene problemas parecidos pero a la vez un poquito distintos. Los pastores, al menos, tienen una base escritural neotestamentaria cuando se dice que “digno es el obrero de su salario”, tal cual lo escribió el apóstol Pablo. Los demás, en cambio, no tienen nada que extraer de la Biblia en manera explícita, y además algo adicional les juega en contra: la lógica del “servicio”. ¿A qué me refiero? Que su salario se recategoriza y pasa al rubro “ofrenda” por lo que ningún beneficio les corresponde. Así, también, se justifica el pagar sueldos menores al mínimo establecido por ley. Realmente lo que hacen –a los ojos de esas iglesias- no es un trabajo tal cual lo harían en una empresa cualquiera. Es un servicio para Dios que tiene lugar en la iglesia local. ¿Visión errónea? Evidentemente.

Lamentablemente no tengo estadísticas de ningún tipo del grado de penetración de la informalidad en el seno de las iglesias, pero estimo que es importante. Para mí, no hay dudas en declarar que esta es una situación injusta para muchos, y no hay dudas en decir que algo debemos hacer al respecto. ¿O es que no nos importa una efectiva mayordomía del dinero en nuestras iglesias?


Referencias

De Soto, Hernando. “El otro sendero”. Lima: Editorial Barranco, 1986.

http://www.comexperu.org.pe/archivos%5Crevista%5Cfebrero04%5Canalisis.pdf -(22/10/08)

Imagen: http://www.prensalibre.com/pl/2005/septiembre/28/images/01e28sep05.jpg (22/10/2008)

11 comentarios:

Jorge M. Chávez dijo...

Saludos Abel y para felicitarte por el tema propuesto.

Creo bien dificil tener una estadistica de los ingresos y egresos de las iglesias evangelicas, ya que no les conviene presentar sus estados financieros a nadie, para que no sean cuestionadas sus autoridades, o como ellos mismos dicen (¿quén contenderá con el ungido de Dios?)

Pienso que es neceario un organo de control sobre estos bastiones de poder y financieros que aseguren la transparencia de la fe.

O piensan estas instituciones que son intocables?

un abrazo
Abel

Abel dijo...

Jamás entregarán los estados financieros. ¡Con frecuencia. apenas lo hacen con sus propios miembros!

Podría ser necesario un organismo de control. También un código de ética que todos suscriban (seguro dirán que no lo necesitan, pero la realidad dice lo contrario). En resumen: TRANSPARENCIA. Pero eso al clero no le interesa.

Gracias por tu comentario. Muchos saludos,

Alejandro Vega dijo...

Hola Abel, excelente tema.
Es cierto, por un lado vemos los pastores que viven en opulencia a costa de los creyentes y por otro los que viven miserablemente causa 'del llamado' y por 'vivir por fe', y humillados en muchas formas por las congregaciones.
Y como dices, todo el equipo de rigor para cualquiera de nuestras congregaciones: el guardatemplo, la secretaria, el hno que hace trabajos de mantenimiento, que viven de las dizque ofrendas y demás.
Iglesias informales, buen tema, aunque te confieso que al principio pensé que harías referencia a las iglesias que sobrevivien independientes a las denominaciones formales.
Saludos
Un saludo

Anyul dijo...

Hola abel, buen post.

tengo una pregunta, no se si se aleja del tema que planteas:

Más allá de las palabras de Jesús luego de la declaración de Pedro, ¿dónde podemos encontrar en la Biblia la institucionalidad de la iglesia?.

Abel dijo...

Alejandro:

Tuve dudas en cómo titular el post, porque quería colocar claramente la similitud entre la economía informal y la iglesia. ¿Iglesia sumergida? ¿Iglesia subterránea? ¿Iglesia ambulante? Ninguna me parecía adecuada, así que la mejor me pareció ser la de "informal".

El tema que mencionas: las iglesias "independientes" merecen también un post porque tienen sus propios problemas y virtudes.

Saludos para ti.

Abel dijo...

Anyul:

Tú sabes que desde el punto de vista institucional nuestros pensamientos son muy parecidos y, como tú, no le veo base escritural a la institucionalización de la iglesia cristiana, aunque ha sido una necesidad histórica: sin institución, te aseguro que la iglesia no hubiera sobrevivido 2000 años, aunque dado el momento histórico creo que estamos preparados para finalmente desligarnos de la coraza que nos permitió vivir por tanto tiempo. Ahora, ya podemos avanzar más ligeros -a mi entender-, libres de estructuras, formas, organigramas, y concentración de poder.

Mi post iba más por otro punto: imagina una iglesia institucional y sus formas de gestión (sin cuestionar la validez de su origen). Observarás cosas injustas, ¿no? Algunas de esas cosas injustas son las que describo, como los sueldos miserables o el no pago de los impuestos. ¿Y qué se dice sobre eso? Nada, parece no ser un tema de importancia.

¿Tú encuentras alguna base escritural? ;-)

Muchos saludos,

Anónimo dijo...

Yo me pregunto si esas congregaciones que explotan a quienes le sirven, piensan que Santiago 5:4, o no es aplicable a ellas? "He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos"

Sospecho que aca la interpretacion literalista se intensifica, al fin al cabo no son obreoro de las cosechas y tecnicamente no han sido engañados.

Probablemente algunas de esas mismas congregaciones traten de aplicar para si Malaquias 3:8-10 pero olvidan de aplicarse Malaquias 3:5 "Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos."

Luis A. Durruty

Anyul dijo...

Abel, leyendo detenidamente el texto, logro captar la intención de tu escrito. En sí misma, la iglesia es un ente que satisface unicamente a los principales acreedores de la misma, el clero y su Obispo monárquico. Esta visión altamente egoísta y centrifuga (como díria la monja) se justifica a sí misma mediante la interpretación pauperrima que hace de las escrituras, en aras del laicado ignorante incapaz de presentar cuestionamiento alguno, no solo por no poseer los conocimientos necesarios, sino porque meterse con los ungidos de Dios acarrea maldición.

El negocio de la institucionalidad evangélica es rentable solamente para una oligarquía. Para los demás el servicio debe ser voluntario, y ni siquiera agradecido, puesto que han sido "siervos inutiles" al hacer solamente lo que se les encomendó hacer.

Ahora, entiendo no pretendo que la justificación o no en la biblia de la iglesia como institución sea un argumento para descartarla o apoyarla. Sin institución no hay tradiciones, y sin tradiciones no hay sociedad. La institucionalidad de la iglesia es un elemento que le ha permitido permanecer a través de los tiempos, y lo que yo abogo es porque en este tiempo se renueven las instituciones, que se revisen las tradiciones, que se contextualice la fe, que se reforme la doctrina, que se simplifique la organización, que se elimine la mala burocracia, que adoptemos una expresión más orgánica y endémica de iglesia...

Seguimos charlando Abel, que bueno tenerte de nuevo con tiempo para conversar en el blog.

Un abrazo para ti y para tu familia.

Anyul dijo...

fe de erratas: donde dice centrifuga, debe decir centripeta :-)

Abel dijo...

Anyul:

Abogamos por lo mismo: revisión, reforma y contextualización es lo que necesitamos. ¡Amén!!! Eso tratamos desde nuestras trincheras virtuales, ¿no?

Saludos para ti.

Abel dijo...

Luis:

Pues la verdad, creo que esas congregaciones no consideran esos versículos en su análisis. Más fuertes son los "usos y contumbres" de la iglesia que la integridad de la Palabra de Dios.

Saludos,