Las consecuencias de la migración de pensamiento escatológico en la misión
¿Qué consecuencias en la misión trajo el cambio desde el postmilenialismo hacia el premilenialismo? “La filosofía de la historia sobre la que descansa el premileniarismo tiene consecuencias negativas inevitables para la responsabilidad social cristiana. Esta perspectiva lo llevó a abandonar los asuntos mundanos. Se espera que el mundo vaya de mal en peor y se tiene una nula esperanza de poderlo mejorar por el esfuerzo humano.
En un período relativamente corto, entonces, hubo un significativo giro de una comprensión totalizadora postmileniarista de la misión (Edwards y Finney consideraron que la predicación del evangelio junto con la acción política y la reforma social eran medios de hacer avanzar el reino de Cristo) a una postura premileniarista con sus dudosos efectos para producir una dicotomía que es tan común entre los evangélicos conservadores hoy en día.
Donald Dayton, en su libro Evangelical Heritage lo analiza de la manera siguiente:
Este giro en la escatología tuvo un impacto profundo, algo confuso, en la participación social de los evangélicos. Por un lado, la expectativa del inminente retorno de Cristo liberó a muchos del afán de construir para el futuro inmediato (garantías sociales, planes de pensión, etc. ) para entregarse sin reservas al trabajo misionero en ultramar. El consecuente contacto con los pobres y los pueblos oprimidos a menudo impelió a estas devotas almas a ofrecer socorro y ayuda asistencial y ocasionalmente en alguna reforma.
Pero lo más característico fue la tendencia a abandonar totalmente la superación social a cambio de un masivo esfuerzo por predicar el evangelio a la mayor cantidad posible de personas, antes del retorno de Cristo. La visión era rescatar al mundo caído. Puesto que Jesús aparecería repentinamente en las nubes para llevarse a sus santos, el que trabajaba en los barrios bajos fundaba misiones para rescatar pecadores del mundo los cuales, entonces, se sumarían a los que se encontrarían con el Señor en el aire. El esfuerzo evangelístico que hasta entonces había provisto impulso y personal para hacer avances reformadores se reorientó hacia especulaciones exegéticas sobre el tiempo en que Cristo regresaría y hacia el mantenimiento de la expansión de la conferencia profética.
(a) El gran cambio
El surgimiento y esparcimiento del fundamentalismo norteamericano en el siglo XX está intimamente relacionado, entonces, con el surgimiento del premilerialismo. La actitud de los fundamentalistas se tornó fuertemente defensiva cuando sintieron que la fe cristiana era agredida desde varias direcciones. Primero, era atacada por la teología liberal, que minaba las doctrinas cristianas cardinales; segunda, la asediaba el clima secular generalizado, que se acrecentaba rápidamente gracias a los nuevos descubrimientos y a las teorías de las ciencias naturales y sociales. En tercer lugar, los fundamentalistas se sintieron amenazados con el llamado movimiento del “evangelio social”. El resultado de esta controversia entre los fundamentalistas fue desastroso para la preocupación social evangélica.
Según Mardsen, este gran cambio (frase acuñada por Timoteo Smith) tuvo una etapa preparatoria de 1865 a 1900 que consistió en la transición de la visión calvinista de la cultura cristiana, la cual consideraba las “acciones políticas como medios muy importantes para adelantar el reino, a la perspectiva cristiana pietista, que no veía en las acciones políticas más que medios para refrenar el mal. Este cambio también se debió “al paso del postmilenialismo al premilenialismo en cuanto a la relación del reino con el presente orden social y político”. El gran cambio ocurrió en realidad desde cerca de 1900 a 1930 “cuando todo el interés progresista social, tanto político como privado, empezó a verse con sospecha por los evangélicos partidarios del avivamiento y se relegó con una función casi insignificante”. El estigma del evangelio social y su identificación con el liberalismo teológico ciertamente contribuyó a una fuerte y desbalanceada reacción de los dispensacionalistas conservadores y los empujó mucho más a abrazar el premilenialismo, y especialmente la variedad dispensacionalista que llegó a dominar el fundamentalismo americano en la década de 1920.
Lo anterior no significa que todos los evangélicos premilenialistas fueran pasivos en reacción con los males sociales.
(b) Salvar almas, no sociedades
Ya hemos establecido que el premileniarismo es débil en cuanto al interés social y hemos mencionado algunas razones históricas para tal actitud. Además de estos factores, la misma visión pesimista de la historia humana es la razón principal para su relativa falta de involucramiento en el destino político, social y cultural del “planeta tierra” y de sus habitantes. Por un lado, los premileniaristas parecen tomar esta tierra en serio al rechazar espiritualizar las profecías que otros toman sólo simbólicamente o como algo cumplido en la iglesia. Por otro lado, sin embargo, estas promesas y la esperanza para la tierra se considerarían como sólo realizables en el futuro. No se espera que sean realizadas por el esfuerzo humano, sino solamente por la segunda venida de Cristo y su reino de 1000 años sobre esta tierra. El mal está tan fuertemente atrincherado y entrelazado con la matriz de la sociedad humana, que sólo el retorno poderoso de Cristo será capaz de vencerlo. Puesto que se espera, especialmente en opinión de los dispensacionalistas, que el mundo vaya de mal en peor, como parte del programa de Dios para los últimos días, no tiene sentido tratar de mejorar la sociedad. Sería solamente un desperdicio de tiempo y energía. Algunos, inclusive, podrían considerar que involucrarse en esta tarea es un peligroso entretenimiento y que de alguna manera va en detrimento de la esperanza cristiana.
Los premileniaristas, sin embargo, tienen un notable historial en evangelización. “El avivamiento urbano y el nuevo premileniarismo se desarrollaron lado a lado”. Los historiadores de la religión norteamericana nos dicen que “desde Dwight L. Moody, todos los avivamientos han sido premileniaristas”.
Los premileniaristas consideran que este mundo va rápidamente cuesta abajo y espera el juicio. Lo ven “como un barco que se hunde, cuyos pasajeros están condenados y sólo pueden salvarse asiéndose del bote salvavidas que es la conversión personal”. Moody describió esta posición en uno de sus sermones de la manera siguiente:
Veo este mundo como un barco destrozado. Dios me ha dado un bote salvavidas y me ha dicho: “Moody, salva a todos los que puedas”. Dios vendrá a juzgar y a quemar este mundo… el mundo se adentra cada vez mas en la oscuridad y su ruina está cada vez más cerca. Si tienes amigos que no han sido salvados del naufragio, no pierdas tiempo en ir en su búsqueda.
El énfasis del premileniarismo sobre el inminente retorno de Cristo hace que la evangelización tenga un cierto sentido de urgencia. Puesto que Cristo podría regresar en cualquier momento, el tiempo es corto tanto para los evangelistas y su labor, como para los que quizás no respondan hasta que sea demasiado tarde. El premileniarismo dispensacional ve la profecía cumplida con precisión en nuestros días de muchas maneras y señales, y usa ampliamente esta “prueba” de las “señales de los tiempos” como un eficaz ardid para hacer que la gente tome decisiones rápidas”[xiv].
Otro ardid escatológico empleado frecuentemente por el acercamiento evangelístico dispensacional es presentar el rapto de la iglesia antes de la tribulación. Kuzmic se pregunta, sin embargo, por “la calidad y duración de los resultados en las conversiones que se pueden obtener con tales métodos. También debe plantearse si tal presentación de la salvación no raya en una traición del evangelio (buenas nuevas) y lo que la Biblia nos explica de la naturaleza amorosa de Dios. Esta técnica apocalíptica de “terrorismo apocalíptico” pretende introducir, por miedo, al cielo tanto a cristianos nominales que necesitan salir de la iglesia “apóstata” (uno de los símbolos de los últimos días), como a los incrédulos que probablemente también desearán escapar de los horrores venideros que han oído y visto de la manera más gráfica y aterradora posible. La mayoría de las veces, “estar listo” para el retorno del Señor significa, según el dispensacionalismo pretribulacionista, estar listo para el rapto secreto a fin de evitar los “horrores” de la tribulación y la ira del anticristo. Los resultados de este método tienen una motivación que es más negativa que positiva. Es el temor de ser “dejado”, más que el anhelo de “ver” al Señor, lo que subyace a este esquema escatológico cuando se aplica a la evangelización”[xv].
La concepción misionera del premilenialismo se basa en “Y será predicado este evangelio en todo el mundo para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). “Esta afirmación de Jesús es crucial para comprender la motivación de los premileniaristas en su evangelización del mundo y las formas en que disciernen el tiempo de Dios. Aunque no esperan gran cantidad de resultados como los postmilenialistas, y a pesar de su visión pesimista del futuro de la humanidad, y su fuerte creencia en el poder del mal, los premilenialistas se sienten profundamente comprometidos con la evangelización y las misiones en el extranjero. Este compromiso se interpreta a veces como la forma de “acelerar” el retorno del Señor, el cual, por tanto, se considera supeditado a la evangelización del mundo.
Los premiliaristas desempeñaron un papel importante en el Movimiento Voluntario Estudiantil y fundaron las “misiones de fe”, las escuelas de preparación misionera y los institutos bíblicos. Para la década de 1920, proclamaron que “quienes creían en la inminente segunda venida conformaban entre un 75 y un 80 por ciento de la fuerza misionera a nivel mundial.
La expansión misionera del siglo XX está grandemente marcada por el despliegue de la versión o versiones norteamericanas del premileniarismo-dispensacionalismo. Esto explica, al menos en parte, porqué la cristiandad evangélica en muchos partidos del tercer mundo sufre las mismas dicotomías y distorsiones –o al menos muy similares- que se dan en occidente, las cuales instan a retirarse del mundo hacia una posición escapista que aguarda el cielo mientras el mundo sucumbe en el fracaso. De esta manera, con mucha frecuencia, defienden el statu quo en contextos donde el cambio se hace imperativo. Con su renuencia a ver y vivir la totalidad de la enseñanza de nuestro Señor, minan seriamente la credibilidad e importancia del evangelio, tanto para los pobres y multitudes hambrientas, como ante la juventud inteligente y los líderes para quienes la misión vacía de compromiso social no tiene ningún significado.”
¿Qué consecuencias en la misión trajo el cambio desde el postmilenialismo hacia el premilenialismo? “La filosofía de la historia sobre la que descansa el premileniarismo tiene consecuencias negativas inevitables para la responsabilidad social cristiana. Esta perspectiva lo llevó a abandonar los asuntos mundanos. Se espera que el mundo vaya de mal en peor y se tiene una nula esperanza de poderlo mejorar por el esfuerzo humano.
En un período relativamente corto, entonces, hubo un significativo giro de una comprensión totalizadora postmileniarista de la misión (Edwards y Finney consideraron que la predicación del evangelio junto con la acción política y la reforma social eran medios de hacer avanzar el reino de Cristo) a una postura premileniarista con sus dudosos efectos para producir una dicotomía que es tan común entre los evangélicos conservadores hoy en día.
Donald Dayton, en su libro Evangelical Heritage lo analiza de la manera siguiente:
Este giro en la escatología tuvo un impacto profundo, algo confuso, en la participación social de los evangélicos. Por un lado, la expectativa del inminente retorno de Cristo liberó a muchos del afán de construir para el futuro inmediato (garantías sociales, planes de pensión, etc. ) para entregarse sin reservas al trabajo misionero en ultramar. El consecuente contacto con los pobres y los pueblos oprimidos a menudo impelió a estas devotas almas a ofrecer socorro y ayuda asistencial y ocasionalmente en alguna reforma.
Pero lo más característico fue la tendencia a abandonar totalmente la superación social a cambio de un masivo esfuerzo por predicar el evangelio a la mayor cantidad posible de personas, antes del retorno de Cristo. La visión era rescatar al mundo caído. Puesto que Jesús aparecería repentinamente en las nubes para llevarse a sus santos, el que trabajaba en los barrios bajos fundaba misiones para rescatar pecadores del mundo los cuales, entonces, se sumarían a los que se encontrarían con el Señor en el aire. El esfuerzo evangelístico que hasta entonces había provisto impulso y personal para hacer avances reformadores se reorientó hacia especulaciones exegéticas sobre el tiempo en que Cristo regresaría y hacia el mantenimiento de la expansión de la conferencia profética.
(a) El gran cambio
El surgimiento y esparcimiento del fundamentalismo norteamericano en el siglo XX está intimamente relacionado, entonces, con el surgimiento del premilerialismo. La actitud de los fundamentalistas se tornó fuertemente defensiva cuando sintieron que la fe cristiana era agredida desde varias direcciones. Primero, era atacada por la teología liberal, que minaba las doctrinas cristianas cardinales; segunda, la asediaba el clima secular generalizado, que se acrecentaba rápidamente gracias a los nuevos descubrimientos y a las teorías de las ciencias naturales y sociales. En tercer lugar, los fundamentalistas se sintieron amenazados con el llamado movimiento del “evangelio social”. El resultado de esta controversia entre los fundamentalistas fue desastroso para la preocupación social evangélica.
Según Mardsen, este gran cambio (frase acuñada por Timoteo Smith) tuvo una etapa preparatoria de 1865 a 1900 que consistió en la transición de la visión calvinista de la cultura cristiana, la cual consideraba las “acciones políticas como medios muy importantes para adelantar el reino, a la perspectiva cristiana pietista, que no veía en las acciones políticas más que medios para refrenar el mal. Este cambio también se debió “al paso del postmilenialismo al premilenialismo en cuanto a la relación del reino con el presente orden social y político”. El gran cambio ocurrió en realidad desde cerca de 1900 a 1930 “cuando todo el interés progresista social, tanto político como privado, empezó a verse con sospecha por los evangélicos partidarios del avivamiento y se relegó con una función casi insignificante”. El estigma del evangelio social y su identificación con el liberalismo teológico ciertamente contribuyó a una fuerte y desbalanceada reacción de los dispensacionalistas conservadores y los empujó mucho más a abrazar el premilenialismo, y especialmente la variedad dispensacionalista que llegó a dominar el fundamentalismo americano en la década de 1920.
Lo anterior no significa que todos los evangélicos premilenialistas fueran pasivos en reacción con los males sociales.
(b) Salvar almas, no sociedades
Ya hemos establecido que el premileniarismo es débil en cuanto al interés social y hemos mencionado algunas razones históricas para tal actitud. Además de estos factores, la misma visión pesimista de la historia humana es la razón principal para su relativa falta de involucramiento en el destino político, social y cultural del “planeta tierra” y de sus habitantes. Por un lado, los premileniaristas parecen tomar esta tierra en serio al rechazar espiritualizar las profecías que otros toman sólo simbólicamente o como algo cumplido en la iglesia. Por otro lado, sin embargo, estas promesas y la esperanza para la tierra se considerarían como sólo realizables en el futuro. No se espera que sean realizadas por el esfuerzo humano, sino solamente por la segunda venida de Cristo y su reino de 1000 años sobre esta tierra. El mal está tan fuertemente atrincherado y entrelazado con la matriz de la sociedad humana, que sólo el retorno poderoso de Cristo será capaz de vencerlo. Puesto que se espera, especialmente en opinión de los dispensacionalistas, que el mundo vaya de mal en peor, como parte del programa de Dios para los últimos días, no tiene sentido tratar de mejorar la sociedad. Sería solamente un desperdicio de tiempo y energía. Algunos, inclusive, podrían considerar que involucrarse en esta tarea es un peligroso entretenimiento y que de alguna manera va en detrimento de la esperanza cristiana.
Los premileniaristas, sin embargo, tienen un notable historial en evangelización. “El avivamiento urbano y el nuevo premileniarismo se desarrollaron lado a lado”. Los historiadores de la religión norteamericana nos dicen que “desde Dwight L. Moody, todos los avivamientos han sido premileniaristas”.
Los premileniaristas consideran que este mundo va rápidamente cuesta abajo y espera el juicio. Lo ven “como un barco que se hunde, cuyos pasajeros están condenados y sólo pueden salvarse asiéndose del bote salvavidas que es la conversión personal”. Moody describió esta posición en uno de sus sermones de la manera siguiente:
Veo este mundo como un barco destrozado. Dios me ha dado un bote salvavidas y me ha dicho: “Moody, salva a todos los que puedas”. Dios vendrá a juzgar y a quemar este mundo… el mundo se adentra cada vez mas en la oscuridad y su ruina está cada vez más cerca. Si tienes amigos que no han sido salvados del naufragio, no pierdas tiempo en ir en su búsqueda.
El énfasis del premileniarismo sobre el inminente retorno de Cristo hace que la evangelización tenga un cierto sentido de urgencia. Puesto que Cristo podría regresar en cualquier momento, el tiempo es corto tanto para los evangelistas y su labor, como para los que quizás no respondan hasta que sea demasiado tarde. El premileniarismo dispensacional ve la profecía cumplida con precisión en nuestros días de muchas maneras y señales, y usa ampliamente esta “prueba” de las “señales de los tiempos” como un eficaz ardid para hacer que la gente tome decisiones rápidas”[xiv].
Otro ardid escatológico empleado frecuentemente por el acercamiento evangelístico dispensacional es presentar el rapto de la iglesia antes de la tribulación. Kuzmic se pregunta, sin embargo, por “la calidad y duración de los resultados en las conversiones que se pueden obtener con tales métodos. También debe plantearse si tal presentación de la salvación no raya en una traición del evangelio (buenas nuevas) y lo que la Biblia nos explica de la naturaleza amorosa de Dios. Esta técnica apocalíptica de “terrorismo apocalíptico” pretende introducir, por miedo, al cielo tanto a cristianos nominales que necesitan salir de la iglesia “apóstata” (uno de los símbolos de los últimos días), como a los incrédulos que probablemente también desearán escapar de los horrores venideros que han oído y visto de la manera más gráfica y aterradora posible. La mayoría de las veces, “estar listo” para el retorno del Señor significa, según el dispensacionalismo pretribulacionista, estar listo para el rapto secreto a fin de evitar los “horrores” de la tribulación y la ira del anticristo. Los resultados de este método tienen una motivación que es más negativa que positiva. Es el temor de ser “dejado”, más que el anhelo de “ver” al Señor, lo que subyace a este esquema escatológico cuando se aplica a la evangelización”[xv].
La concepción misionera del premilenialismo se basa en “Y será predicado este evangelio en todo el mundo para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). “Esta afirmación de Jesús es crucial para comprender la motivación de los premileniaristas en su evangelización del mundo y las formas en que disciernen el tiempo de Dios. Aunque no esperan gran cantidad de resultados como los postmilenialistas, y a pesar de su visión pesimista del futuro de la humanidad, y su fuerte creencia en el poder del mal, los premilenialistas se sienten profundamente comprometidos con la evangelización y las misiones en el extranjero. Este compromiso se interpreta a veces como la forma de “acelerar” el retorno del Señor, el cual, por tanto, se considera supeditado a la evangelización del mundo.
Los premiliaristas desempeñaron un papel importante en el Movimiento Voluntario Estudiantil y fundaron las “misiones de fe”, las escuelas de preparación misionera y los institutos bíblicos. Para la década de 1920, proclamaron que “quienes creían en la inminente segunda venida conformaban entre un 75 y un 80 por ciento de la fuerza misionera a nivel mundial.
La expansión misionera del siglo XX está grandemente marcada por el despliegue de la versión o versiones norteamericanas del premileniarismo-dispensacionalismo. Esto explica, al menos en parte, porqué la cristiandad evangélica en muchos partidos del tercer mundo sufre las mismas dicotomías y distorsiones –o al menos muy similares- que se dan en occidente, las cuales instan a retirarse del mundo hacia una posición escapista que aguarda el cielo mientras el mundo sucumbe en el fracaso. De esta manera, con mucha frecuencia, defienden el statu quo en contextos donde el cambio se hace imperativo. Con su renuencia a ver y vivir la totalidad de la enseñanza de nuestro Señor, minan seriamente la credibilidad e importancia del evangelio, tanto para los pobres y multitudes hambrientas, como ante la juventud inteligente y los líderes para quienes la misión vacía de compromiso social no tiene ningún significado.”
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