martes, 19 de julio de 2005

Una reflexión sobre la economía y la misión de la Iglesia (2)

1.1. El caso de José
La historia de José es harto conocida y no va al caso repetirla. El detalle que me interesa es, sin embargo, uno que no suele predicarse: su etapa como gobernador de Egipto en los siete años de “vacas flacas”, subordinado solamente al Faraón. Dice la Biblia en Génesis 47:13-26:

No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año. Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.

Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del territorio de Egipto. Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón. Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.



José es un ejemplo de fe, constancia y sabiduría para todos nosotros. Fue fiel en las situaciones difíciles (Gn. 391-6,20-23), resistió la tentación (Gn. 39:7-13), su prosperidad súbita no cambió su carácter (Gn. 41:14-46), manifestó amor fraternal (Gn. 43:30, 45:14), era un hijo afectuoso (Gn. 45:23; 47:7), era dependiente de Dios (Gn. 41:16; 45:8) y devolvió el bien por mal (Gn. 50:16-21) [vi].

Dios lo hizo pasar pruebas severas, pero fue recompensado con el puesto político más alto que cualquier persona podría tener en la época. Desde la misma interpretación de los sueños a Faraón en Génesis 41 se determina una estrategia ante el escenario futuro entre millonario y aciago que estaba por venir: Definir un liderazgo competente (“Por lo tanto, sería bueno que Su Majestad buscara un hombre inteligente y sabio, para que se haga cargo del país”), crear condiciones para la acumulación de los excedentes bajo el control del gobierno (“…vayan por todo el país y recojan la quinta parte de todas las cosechas de Egipto, durante los siete años de abundancia. Que junten todo el trigo de los buenos años que vienen; que lo pongan en un lugar bajo el control de Su Majestad”), y definir un objetivo del uso de los excedentes (“el trigo quedará guardado para el país, para que la gente no muera de hambre durante los siete años de escasez que habrá en Egipto”).

Sin embargo, como dicen los economistas, “no hay merienda gratis” [vii]. El acumular el excedente de las tierras egipcias y el evitar que el pueblo se muera de hambre en los siete años de escasez, no era exento de costo para los egipcios. Una pregunta clave es: ¿Estaba dentro de los planes de José el hacer esclavos a los egipcios y apoderarse de su tierra? Él mismo definió al hambre de esa temporada como “gravísima” (Gen. 41:2) y siete años no es un tiempo corto. Al diseñar el impuesto del 20% en los 7 años de acumulación que estaría bajo el poder de faraón, ¿pensó José en la forma en la que los egipcios pagarían por sus necesidades alimenticias, digamos, en el cuarto o quinto año? Una temporada de sequía es terrible para campesinos, una subsiguiente es peor aún, pero una tercera consecutiva es catastrófica. ¿Qué son siete años, entonces? Es muy posible, entonces, que dentro de los planes de José estuviera incluida la intención de apoderarse de las tierras de los egipcios y de ponerlas en propiedad del Faraón, e inclusive avisoró la inmejorable oportunidad de colocar en condición de servidumbre al pueblo, como al final sucedió. ¿Dios estuvo a favor o en contra de esto? La Biblia es sólo descriptiva y no hace juicios de valor al respecto. En este caso, no hay condena al hecho que un hombre de Dios de las descollantes características descritas líneas atrás haya hecho esclavos (o siervos, que técnicamente no es lo mismo) a todo un pueblo ni hay reprensión porque él diseñó una política que provocó la “expropiación” de las tierras por parte de Faraón ni tampoco por el hecho de que gracias a la acumulación de alimentos Egipto haya alcanzado una posición geopolítica preponderante gracias a la venta de alimentos a otros países [viii].

¿Podemos interpretar el silencio de Dios? ¿Podemos interpretar la no condena de los actos sociopolíticos de José como Virrey de Egipto? ¿Podemos interpretar la no condena a José por diseñar una estrategia que tenía en mente –o, por lo menos, entre sus escenarios más probables- apoderarse de toda la tierra del país y hacer siervos a todo el pueblo? El silencio parece mostrarnos un atisbo de que más allá del sistema económico hay algo que trasciende en los propósitos de Dios [ix].

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