Resumen
La escatología, como la parte de la teología que analiza y sistematiza lo que dice la Biblia sobre el porvenir, ha tenido un desarrollo propio de las diversas épocas, de la visión de la iglesia de sí misma y de las vivencias históricas del mundo. Estas ideas puede centrarse en tres grandes divisiones vinculadas con la segunda venida de Cristo y el milenio: la posición amilenialista, que afirma que no existe el milenio; la postmilenial, que dice que Cristo vendrá al final del período milenial luego de un período de bonanza; y la premilenial, que dice que Cristo aparecerá antes del milenio, tras un período de degeneración mundial. El orden anterior es el sucedió en la historia. Los católicos siguen siendo amileniales hasta hoy, y los protestantes hemos pasado de esa postura al postmilenialismo después y al premilenialismo actualmente. ¿Por qué se dio este cambio en la perspectiva escatológica de la iglesia protestante? ¿Qué efectos ha tenido este cambio en la misión de la iglesia, en su manera de ver al mundo? ¿Ha sido inocuo o es algo que ha tenido consecuencias? ¿Qué preguntas surgen ante esta situación? Este es el tema que se desarrolla en la presente monografía de una manera absolutamente exploratoria.
Introducción
El evangélico tiene un modus viviendi particular, una cosmología definida, una forma de ver la vida, de reaccionar, de hablar, de sentir. En teoría, todo eso está de acuerdo con la imagen de Cristo que debemos seguir, o sea, con la idea implícita de que Jesús fue en la tierra como el evangélico promedio, con la actitud, la ropa, la música que escucha, los libros que lee, los pensamientos que tiene, los pudores que lo someten, etcétera.
La pregunta es: ¿Qué tan de cierto hay en eso? ¿Qué tanto de la forma de vivir de un evangélico promedio viene de la imagen de Cristo y cuanto de concepciones teológicas que tuvieron su lugar especial en un momento histórico pero que trascendieron su tiempo y llegaron hasta nuestra época, santificadas? En otros términos, la pregunta es: ¿Qué hay en el pasado que hace que nosotros, los evangélicos latinoamericanos, seamos como seamos hoy en día? ¿Podemos hurgar en la historia eventos o concepciones teológicas que nos ayuden a conocernos y entendernos más a nosotros mismos?
Por ejemplo, un tema sensible es la visión de los evangélicos con respecto al mundo. Hoy en día se piensa que el mundo va a la destrucción, a la degeneración, a la putrefacción moral y, si incluimos el tema ambiental, inclusive física. Si esa circunstancia fuera real, ¿Cuál sería la actitud natural de un creyente? Naturalmente, no involucrarse, ya que si somos santos y puros –al menos en el papel se intenta-, y el mundo es el lugar en donde Satanás actúa, si la contaminación de todos los calibres nos amenaza, ¿por qué debe el cristiano involucrarse? ¿”Puede tener comunión la luz con las tinieblas”? ¿No es más seguro mantenerse al margen, alabar y mantenerse “blancos” ante Dios, y orar nada más por la pronta venida del Señor? Parecería algo razonante y coherente. Definitivamente es más seguro. Sin embargo, ¿es bíblico esto? ¿Es lo que Jesús quería decir o ha habido alguna influencia histórica que explique esta actitud? Si existe, ¿Qué hacer?
Quiero reflexionar sobre el papel de la escatología al respecto. Lecturas previas me han dado el indicio que la inofensiva escatología de los últimos capítulos de los manuales de teología sistemática, esa que sólo nos configura la realidad de lo incierto, ha tenido un papel gravitante en la forma en que los cristianos han vivido la realidad de su presente y de la misión que ejercen en él.
La visión del fin del mundo es importante. Películas como “Impacto profundo” o “Armagedón”, casos de sectas como de los testigos de Jehová y su profecía del fin del presente estado de cosas en 1975, análisis filosóficos como el de Fukuyama y el fin de la historia o el hecho de que toda religión tiene una concepción sobre los eventos futuros, nos recuerdan la inquietud humana por el porvenir. Y la iglesia no está fuera de esto.
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