miércoles, 8 de agosto de 2007

Defendiendo nuestras fronteras

La gente necesita poseer un sentido de pertenencia. Somos egresados de un colegio, de una universidad, somos profesionales en algo, tenemos una nacionalidad, moramos en una ciudad, en un barrio, en una calle. Somos fanáticos de algún equipo, tenemos preferencias políticas. Guardamos una fe. Asistimos a una iglesia. Tenemos gustos, leemos ciertos libros, nos gustan ciertos autos, tenemos ciertas costumbres culturales, nos llama la atención distintos tipos de música, nos aquejan ciertas enfermedades, nos atrapan determinados vicios. Somos miembros de una clase social. Somos parte de una raza. Hablamos cierto idioma. Tenemos una familia.

Esto hace que establezcamos categorías. Es muy clara la representación que hacen los cineastas norteamericanos de sus escuelas secundarias en muchas películas. A la hora del almuerzo[i], en el comedor se encuentran los músicos, que tocan en la banda o cantan en el coro; los deportistas, estrellas del colegio por jugar fútbol americano, baloncesto o béisbol; los “nerds” que caminan con sus calculadoras pensando en formulas matemáticas y llevando lentes gruesos de tipo poto de botella; los chicos “fashion” que tienen la ultima ropa en venta, el ultimo peinado, el ultimo carro; las porristas, vestidas con su uniforme multicolor y muy ceñido, practicando permanentemente sus coreografías y bailes; los hispanos; los negros; los asiáticos; los “loosers” que están aislados y no pueden encajar en ninguna parte. Para entrar a cada uno de los grupos es necesario poseer cierta habilidad o características especiales. A veces, hay que pasar ciertas pruebas. Cualquier chica no puede ser una cheerleader, ni cualquiera miembro del club de matemática.

Pertenencia y no pertenencia. En el mundo “real” hacemos lo mismo que en la ficción de las escuelas norteamericanas. Perú, país discriminador por excelencia aunque de manera solapada, es común categorizar en forma despectiva a la gente como “cholo” o “serrano” por sus rasgos faciales o su manera de hablar, y desde allí se crea toda una actitud: los consideramos personas de segunda clase, inferiores, poco inteligentes, vulgares. Hay varias discotecas limeñas a las cuales no cualquier persona puede entrar: solo gente bien vestida, blanca, de clase media-alta. Alguien distinto no entra con la excusa de que el local esta lleno, o que ya quieren cerrar, o simplemente no dicen nada. La seguridad suele golpear a aquellos inapropiados que acaban denunciando el hecho o a la prensa -con fotos de los moretones y heridas- o la Oficina de Defensa del Consumidor que les pone multas, pero igual la selectividad parece nunca acabar. Hace poco descubrieron cómo instruyen a los vigilantes de esos lugares: les muestran las paginas sociales de las revistas o periódicos, que tienen fotos de un te de tías, de la recepción de un matrimonio, de la bienvenida o despedida de algún embajador, de un desfile de modas, y le dicen los dueños que “así tiene que ser la gente que entra a este local”. ¡Una vergüenza! Pero, al mismo tiempo, vamos al otro lado de la escala social y analizamos los cientos de pandillas que hay en Lima, que pelean en las calles de los barrios pobres de Lima con piedras, palos y armas blancas. Esos adolescentes copan las pandillas porque allí son parte de algo, se sienten protegidos ante un mundo que les es hostil y no les ofrece futuro. Para entrar hay requisitos, usualmente vivir en el mismo barrio, tener edades parecidas, o ser de Alianza o de la “U” [ii].

Lo mismo hacemos como cristianos cuando formamos grupos y barreras a la entrada. Los católicos pueden reunirse con nosotros y dialogar pero nos consideran como hermanos separados, y estamos fuera de la verdadera comunión porque no seguimos al Papa, vicario de Cristo y cabeza de la iglesia. Es por todos conocido que el discurso de Benedicto XVI se ha radicalizado y el viejo termino secta esta otra vez siendo utilizado para calificar a los protestantes. No hay que llorar por eso, porque hacemos lo mismo de nuestra parte hacia ellos. Para miles de evangélicos los católicos no son salvos, son casi paganos, son el símbolo máximo de la actitud religiosa. A niveles mas localizados, las barreras son más visibles. Hay cristianos que ven mal a aquellos otros cristianos que no se visten formalmente los domingos, con saco y corbata, o las mujeres con pelo largo y vestidos hasta el tobillo. Los marginan y consideran como “poco espirituales”. Los “conservadores”, que guardan la fe “verdadera” de los misioneros originales, creen que los “liberales” que generan nuevas teologías y cuestionan los patrones establecidos, son menos cristianos y son un peligro para la fe, dudando de su cristianismo o incluso calificándolos a priori de herejes. El fundamentalismo es el ejemplo más triste de eso: yo y mi verdad, contra el resto del mundo con su mentira.

Muchas de nuestras iglesias se manejan con esos parámetros. A pesar de lo que dice Galatas 3:28 (“Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús”) creamos una gran barrera, un muro entre los que están fuera y están dentro, entre el cristiano y el pagano, entre el cristiano y el ateo, entre el cristiano y el cristiano. Dice Baker, citando a Paul Hiebert, que a estos grupos se les llama delimitados. “Se instauran características imprescindibles que determinan si la persona pertenece al grupo o no. A cualquier persona que cumpla lo exigido se la considera parte del grupo. Hiebert explica que los grupos delimitados tienen una línea divisoria estática, claramente demarcada, que permite una definición uniforme de quienes pertenecen al grupo”[iii]. En el contexto de la iglesia, “el grupo delimitado tendría una lista de creencias y practicas correctas y aceptaría como cristiano a todo aquel que cree y se comporta de modo apropiado. Se prestaría mucha atención a la tarea de definir y mantener las líneas divisorias que separan claramente al cristiano del no cristiano. En términos de Galatas, los judaizantes exhibían actitudes atribuidas al grupo delimitado, haciendo preguntas tales como ¿Se ha hecho circuncidar? ¿Cree en las doctrinas correctas? ¿Con quien se sienta a la mesa?”[iv]. La concentración y énfasis de la vida cristiana es en la definición y defensa a ultranza de las líneas divisorias, de las fronteras que dicen quién pertenece y quién no, representadas en reglas estrictas, límites y legalismo.

En términos modernos, las preguntas de los judaizantes pueden ser así: ¿Vas todos los días a la iglesia? ¿En cuántos ministerios estás involucrado? ¿Eres bautizado? ¿Cuántos cursos de la Academia Bíblica tomaste? ¿Hablas en lenguas? ¿Profetizas? ¿Te congregas en alguna iglesia? ¿El pastor tiene una opinión positiva sobre ti? ¿Cumple fielmente con el pago del diezmo? ¿Tomas? ¿Fumas? ¿Bailas? ¿Vas a fiestas? ¿Dices lisuras? ¿Usas maquillaje? Estas interrogantes ficticias hacen surgir contra-preguntas críticas. “¿A quien rinde la persona lealtad y adoración?... ¿Vives de acuerdo a la realidad de la creación nueva creada por la acción de Dios por medio de Jesucristo? ¿Has depositado tu confianza en Dios para tu seguridad en lugar de ciertos ritos y creencias? ¿Hacia donde te encaminas?”[v].

Esta defensa de las fronteras es un peligro que tiene la capacidad de la iglesia de hacerse de mil caras, tantas según la expresividad del humano. Levantamos altas murallas, nos llenamos de reglas y nos ceñimos a un legalismo severo que nos lleva a ese peligro terrible que cometieron los fariseos: aumentar a la ley. Otra vez pregunto: ¿De qué nos sirven diez mil comunidades, cada una distinta, si las unas no se vinculan a las otras? ¿Si cada una de ellas sólo viven para ellas mismas? ¿Si nuestros muros de separación son demasiado altos? ¿Si vivimos presas del legalismo y las reglas, matando la libertad que nos trae Cristo Jesús? La flexibilidad de la iglesia, con capacidad de tener múltiples expresiones, puede diluirse para convertirse en un archipiélago con islas con grandes cercas y con individuos felices de vivir dentro de ellas.

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[i] Por ejemplo, “Mean Girls”, con Lindsay Lohan, “Ten Things I Hate About You” con Julia Stiles, “The Princess Diaries”, con Julie Andrews y Anne Hathaway, “Never Been Kissed”, con Drew Barrymore, “13 going on 30”, con Jennifer Garner, “Napoleon Dynamite” con John Heder, y muchas otras.
[ii] Los dos principales equipos de fútbol del Perú.
[iii] Baker, Marcos: “¡Basta de religión!: Como construir comunidades de gracia y libertad”. Buenos Aires, Kairos, 2005. Pag. 223.
[iv] Baker, Marcos. Ibid. Pag. 224.
[v] Ibidem. Pag. 225.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Exelente articulo Abel.Muy bueno lo del archipielago de islas.Triste la situacion...

Bendiciones.

Gabriel dijo...

Abel,

Cuando leo textos así me apena no haberte conocido antes para invitarte a dar la clase de Comunicación Intercultural, la materia que dábamos con Lory en la Universidad Madero de Puebla. Tuvimos grupos muy interesantes allí, formados por misioneros evangélicos, monjas y sacerdotes católicos romanos, animistas, agnósticos y ateos. Te puedes imaginar... Para nosotros fueron experiencias enriquecedoras, aunque agotadoras también.

Me dejas pensando, sobre todo ahora que sigo traduciendo a Gondim, a Kivitz, y que al estar asistiendo a una congregación luterana, viejos conocidos consideran que nuestro cristianismo ya no es tan "comprometido", sino algo más bien "dudoso". Ja!

Un abrazo,

Anyul dijo...

Y luego nos preguntamos por qué los ateos no creen en Cristo y se insertan en nuestro mundo.

Bastante bueno, Abel. Siempre son interesantes tus artículos sobre evangelismo y cultura.

Anónimo dijo...

La semana pasada murió el Cardenal Lustiguer, exarzobispo de París, judio converso y gran intelectual. En su día dijo la famosa frase: "Francia se ha convertido en tierra de misión", que escandalizó a todos, por que la práctica religiosa era más fiel entre el gran número de musulmanes inmigrados, que entre los católicos indígenas. En España la presión musulmana ya se empieza a notar, y los cristianos aprovechamos la menor ocasión para desmerecer a esos hermanos con los que no estamos en plena comunión, como ha sido tu coletilla sobre el Vicario de Cristo, que por lo menos es referente de cuerpo unido; y no fragmentado, expresión de corrupción. Conviene no olvidar las lecciones de la historia y recordar que una de las razones de la rápida expansión del islam fueron las famosas discusiones bizantinas: monofisitas, Madre de Dios, sexo de los ángeles..., etc. y ser concientes de quienes son los verdaderos, además de cada uno de nosotros con nuestras propias infidelidades, enemigos de Cristo: el neopaganísmo materialista, y el islam.

Anónimo dijo...

Saludos compañero “del camino”:

Ciertamente el ser humano posee un sentido de pertenencia, fue creado para convivir, ante esto la imagen bíblica de Comunidad sintoniza con el deseo de ser parte de. La idea de Comunidad la observamos ya en el AT bajo la imagen del Pueblo de Dios o en el vislumbre de los profetas sobre el Reinado de Dios, en el NT la imagen paulina de Cuerpo de Cristo también comunica la misma idea, de convivencia, de relacionamiento, de coexistencia, de compartir, de unidad, mas no de uniformidad. La uniformidad, el aislamiento, las fronteras, nacen con la institucionalización de aquello que nació dentro de un contexto de Comunidad.

En la Comunidad de Jesús podemos observar heterogeneidad de clases sociales, de pensamientos ideológicos, de género, es decir una comunidad inclusiva, más no una comunidad exclusiva y por lo tanto excluyente. A Jesús lo observamos una y otra vez atravesando fronteras raciales, sexistas, geográficas, económicas, políticas, religiosas. Observamos en él (representado) a una comunidad dialogante, no violenta. Sin embargo en Jesús encontramos representado también una Comunidad Iconoclasta, en el sentido de ser desconstructora de toda clase de idolatrías (hoy podría nombrar al consumismo, individualismo, institucionalismo, hedonismo, mamonismo, como los ídolos de la postmodernidad).

¡Que la Comunidad del Rey! prosiga su caminar hoy, empujada por el Espiritu mismo de Jesús.

Shalom,

Gustavo.

Abel dijo...

Brisa:

Es verdad, la situación es triste, contradictoria (¿No hay cosa más contradictoria que un cristiano con comportamientos sectario?), pero revertible. Pienso que el postmodernismo, con todas sus desventajas, puede empujar a la iglesia a hacer "concesiones" en este sentido.

Ojalá la iglesia muestre docilidad.

Saludos,

Abel dijo...

Gabriel:

Hubiera sido interesantísimo estar en esas clases junto con cristianos de tantas tendencias, aunque, quien sabe, quizá en el futuro sí tengamos la oportunidad. El mundo es más pequeño de lo que parece.

Cristianismo "dudoso"... sí, quizá lo sea. Cristianismo comprometido, ¿Con qué?????

Saludos,

Abel dijo...

Anyul:

A veces, cuando los ateos nos dan sus argumentos sobre el porqué son descreídos, pensamos que no tenemos responsabilidad absoluta. Es verdad lo del pecado del hombre, es verdad lo del egoísmo, es verdad lo de la ceguera de Dios, es verdad que no queremos a alguien que nos "controle", pero es verdad también que a veces los cristianos no damos un buen ejemplo para con el resto. ¿Por qué quiero seguir a un Dios de una iglesia tan atomizada? ¿Por qué quiero seguir a un Dios en el que sus seguidores se pelean los unos a los otros? ¿En el que sus pastores defienden la guerra?

Somos algo responsables, es verdad.

Saludos,

Abel dijo...

Betulo:

No pretendí ser despectivo u ofensivo con la frase "vicario de Cristo", ya que es uno de los títulos del Papa. Lo que intenté resaltar es la mutua animadversión existente entre los católicos y los protestantes, tan dura a veces que llega a calificativos como "sectas" o "romanistas". ¡Y esto no debe ser así! Nos debilita tremendamente ante religiones tan proselitistas como el Islam.

Disculpa si sonó mal. No fue mi intención ofender a nadie.

Saludos,

Abel dijo...

Gustavo:

Suscribo cada una de tus palabras. Deben ser nuestras comunidades una muestra de la heterogeneidad humana, llena de distintas experiencias y vivencias, que convive en paz y comprensión con la ayuda del Espíritu de Dios, quien es el que nos da la conciencia de la unidad.

Dios te bendiga. Estamos en contacto.

Anónimo dijo...

Yo me he planteado algunas reflexiones parecidas, aunque más viscerales y menos sesudas que la tuyas, tan magistralmente expresadas.

Me crié como católica, y me considero una creyente sincera, pero más de una vez he percibido que mi personal vivencia de la espiritualidad no tiene sentido para algunos hermanos evangélicos, que me miran con conmiseración y hasta han tratado de convertirme, y de hacerme ver que si no vivo mi fe en comunidad, entonces no vale.

Reconozco que, como ocurre en todas las familias, entre los católicos tampoco somos todos perfectos, y que hay muchos que dan vergüenza ajena, ya sea por sus malas inclinaciones o por el contrario, por su fanatismo descerebrado.

Pero creo que el valor de una doctrina cristiana no está dado por la buena o mala salud mental o moral de algunos de sus bautizados, sino más bien por su capacidad de hacer que uno aprenda a amar al prójimo como a uno mismo, tal como enseñó Cristo.

Pero claro, en esta época hedonista, materialista y descreída, hablar de amar a otro tanto o más que a uno mismo, hablar de un amor paciente y que no busca el mal, es exponerse a ser considerado masoquista, enfermo mental, o enemigo de la modernidad.

En fin... que el tema da para largo.

Anónimo dijo...

A mí lo que me sonó mal fue el que dijeras que se reaviva el término sectas, frente al de hermanos separados, cuando no lo capto en el discurso de Benedicto XVI. Ese término sí que se ha usado, pero para pseudocristianos como los testigos de Jehová, u otras "requeteescisiones" de los reformados, que dan mucho valor a la fe, sí, pero no a la fe en UN Dios Uno y Trino.

Abel dijo...

Danza:

El tema da para muuuuy largo. Muchos católicos, evangélicos y otras variantes de cristianos creen que sólo "convirtiendo" a su hermano cristiano a su particular manera de adorar, predicar y experimentar a Dios, es como lo salvarán, como lo harán conocer la verdad, cuando siempre esa actitud nos hace perder la vista de la majestad de Dios y su infinitud, por siempre más grande que nuestros moldes ridículos (me refiero a si comparamos a Dios en su enormidad y a nuestras ideas de Dios en nuestra pequeñez). Si cada cristiano viviese y expresase de una manera un poco distinta la fe, el mosaico formado no alcanzaría para mostrar todo lo que Dios es, todo lo que puede hacer, todo lo que nos ama.

Gracias por tu comentario. Muchos saludos,

Abel dijo...

Betulo:

Del lado protestante muchos, al leer algunas declaraciones de Benedicto XVI, hemos percibido un retorno al lenguaje pre-Vaticano II cuando se refiere a los protestantes y su categorización como sectas. Un ejemplo es uno de sus discursos en Aparecida, creo que el inaugural (no recuerdo muy bien). ¿Quienes eran las sectas? ¿Los pentecostales brasileros? ¿Los testigos de Jehová? ¿Los mormones? ¿Esos que venden la rosa bendecida y el agua del río Jordán? ¿Los grupos carismáticos brasileron, que son de complejo análisis?. Eso ha creado cierto recelo de nuestro lado, porque se puede interpretar como si se generalizase a todos. Si es como tú dices, entonces normal, pero queda la duda en el ambiente.

Sectas siempre han habido y siempre habrán, lamentablemente. ¡Duele cuando transforman el mensaje por otro sucedáneo pobre! No son un patrimonio exclusivo de los reformados (aunque dentro de nosotros se han originado algunas bastante duraderas), en todas partes existen.

Muchos saludos,

Abel.

Anónimo dijo...

Abel,

Excelente artículo. Lo acabo de poner en Lupa Protestante con enlace a tu blog.

Gracias por tus reflexiones.

Un abrazo,

Ignacio Simal

Abel dijo...

Muchas gracias Ignacio, lo acabo de ver.

Saludos,

Abel.