miércoles, 1 de marzo de 2006

El evangélico, quien vive la vida entre cuatro paredes

No, no me refiero a una cárcel. Con esto debo enfatizar previamente que no es mi intención comparar a una prisión con la iglesia. No, para nada. Me refiero a una característica importante de la vida evangélica: su activismo dentro del templo. Intenso, muchas veces atractivo, emotivo a veces, divertido otras, pero en cuatro paredes finalmente. Y si sale… es solamente para campañas evangelísticas.

Un pastor me dijo que la absorción del tiempo por parte de una iglesia y su activismo era un mito. ¿Lo es?

Si una variable es cuantificable, hay que medirla entonces. Nos olvidamos de subjetividades pues no hay nada más concreto que un número, que un ratio, que un factor. Por ello podemos preguntarnos ¿Cuánto tiempo a la semana pasa un evangélico promedio en la iglesia? ¿Podemos medir esto? Claro que sí, y haremos un modelo muy sencillo al respecto. Como todo modelo, contiene supuestos que pueden ser rebatidos, pero a mi entender son bastante razonables.

La semana tiene 168 horas, de las cuales pasamos en sueño 56 (asumiendo 8 horas). El tiempo efectivo es, entonces, 168 – 56 = 112 horas. En el trabajo pasamos 40 horas a la semana, el transportarnos hacia él serán unas 7.5 horas (1.5 * 5 días), y el período mañanero y de llegada del trabajo pueden ser unas 12.5 horas (2.5 * 5 días). Esto nos da un total de horas libres de 52 horas, que deben repartirse entre las múltiples actividades que tenemos como opción, como la familia, el deporte, la lectura, la televisión, las reuniones sociales, etcétera.

¿Qué porcentaje de esas 52 horas la pasa un evangélico en su iglesia? Imaginemos una iglesia no activa (en el sentido que no tiene actividades todos los días aunque son muchísimas las que tienen muchas cosas casi todos los días) y una persona líder que participa en dos ministerios (el que le corresponde por su edad y estado civil –adolescentes, jóvenes, jóvenes adultos, matrimonios-, y uno extra -caballeros, damas, escuela dominical, alabanza, anfitrión-). El culto son dos horas, la academia bíblica son dos horas más, la reunión o célula del ministerio principal son dos horas, la reunión secular de afianzamiento de vínculos –si eres un líder que realmente hace su trabajo- usualmente sabatina demandan dos horas adicionales, los respectivos comités de actualización y logística son 1.5 horas, el ministerio extra 2.5 horas y actividades especiales (campañas, retiros, reuniones adicionales, consejerías) 1 hora a la semana. Dentro de este tiempo se incluye la actividad previa, como preparar temas, clases o el tiempo de llegada anticipada a la iglesia. En total tenemos 13 horas a la semana dentro de actividades eclesiales.

La matemática es bastante simple. 13 horas en las actividades entre 52 horas del total de tiempo libre dan un total de 0.25 o, si prefieren leerlo así, un evangélico consume 25% de su tiempo libre dentro de la iglesia. Es una proporción mayor a la del dinero que se suele entregar: 10% del diezmo más un 5% en promedio de ofrendas de los ingresos netos (aunque algunos pastores sostienen que debería ser de los ingresos brutos). Un 10% de diferencia. Y la cifra puede aumentar si nuestro sencillo modelo es cambiado. Podemos asumir que la persona trabaja medio día del sábado (horas libres totales = 45h. Tiempo consumido = 28.9%), o todo el sábado (horas libres totales = 40h. Tiempo consumido = 32.5%). E inclusive ampliar nuestro horario de trabajo, y e indicador superaría la barrera del 35%. Pero siendo conservadores, una cifra de 25% resulta más que adecuada.

El problema es que implícitamente se sugiere que a más ratio, más santos somos. En otras palabras, mientras más involucrados estemos en actividades en la iglesia, mientras más ministerios tengamos, mientras vayamos a más reuniones de oración, a más cultos, a más congresos, nos vinculemos en lo más posible, seremos mejores cristianos. Se cree esto porque detrás de todo se piensa que, como el mundo es pecaminoso, es el dominio del diablo y va camino a la destrucción, entonces no vale la pena involucrarse en él más que lo mínimo necesario –el trabajo usualmente es este mínimo. También pueden ser los estudios- por lo que todo puede y debe realizarse dentro del templo, llenado las agendas de los feligreses de actividades (“¿Por qué hacer tesoros en la tierra si todo es corrompible? ¡Hay que hacer tesoros en el cielo!”). ¿Puede el activismo reemplazar la esencia de la vida cristiana? ¿Los retiros, las células, las comisiones, los cursos pueden ser un sucedáneo del amor al prójimo o la comunión? A mi entender, no. Pero es un grandísimo peligro tan igual como el legalismo o la falta de fe. Y un asunto adicional es que muchos pastores incentivan eso –aunque si les preguntas directamente lo negarán, aduciendo alguna excusa-, al extremo de tener en su cabeza de forma inconsciente un indicador de madurez basado en el número de actividades realizadas.

Y ojo, de esto no hay vacaciones. Frecuentemente se ofenden si osas pedirlas: Falta de fe, ingratitud al sacrificio de Cristo, función importantísima que de no hacerse trabará el avance de la obra.

Ese pastor que me dijo que la absorción del tiempo por parte de una iglesia era un mito, ¿Habrá considerado estas cifras? ¿Puede ser 25% un mito? ¿Un 30%? ¿Qué cantidad debería ser la adecuada para desmitificar de la cabeza de este pastor la absorción?

2 comentarios:

Daniel Calle dijo...

Pues este post es un poco engañoso. En primer lugar, el título: "vive la vida"? Estás hablando (según tus cálculos) de 13 horas y dices "vive la vida"?

En segundo lugar, no entiendo porque tus cálculos son en base al tiempo libre y no al tiempo total (saldría 7%).

El cristiano evangélico verdadero entiende que el ministerio no está confinado a la iglesia, sino que es la labor de toda su vida.

Abel dijo...

Iré de abajo hacia arriba en la respuesta.

El cristiano real entiende, valga la redundancia, que el cristianismo copa todos los espacios de su vida, centrando la opinión de la vida en torno a las enseñanzas de Cristo. De acuerdo con esto. Sin embargo, creo que debes reconocer que en la práctica esto no es así, y la respuesta es obvia: somos seres imperfectos.

Ahora bien, creo que se entendería mejor si vemos el móvil de lo que escribí: la relación de muchos cristianos con su entorno. Aunque no todos, muchísimos cristianos creen implícita y sinceramente que el templocentrismo los hace más santos, y los pastores, también implícitamente, fomentan esta actitud. Por ello la idea del ratio: quito trabajo, sueño y tiempo muerto, y me queda lo que usaré en forma voluntaria para mis vínculos con lo que me rodea. Es tiempo efectivo, tiempo neto si lo quieres ver así. Creo que en esos términos debo medir otros indicadores, como el tiempo que paso viendo televisión, en actividades de ocio en general, en lectura, en desarrollar hobbies, o en lo que sea. Si lo hago en función del total sería engañoso.

Y... si pues, quizá se me entendió mal. Tú eres evangélico, ¿no? Al colocar el título pensé en ese pasaje tan conocido de Pablo que dice que "el vivir es Cristo y el morir es ganancia" aunque sólo consideré sólo la primera parte de la frase. Cristo es mi vivir, pero ese vivir lo hago en cuatro paredes: las de la iglesia.