Hace tiempo que observo con atención este nuevo escenario de la iglesia evangélica, que ha pasado de un rechazo casi patológico al mundo, a no involucrarse con él en lo absoluto, al predominio de teologías escapistas que esperan el arrebatamiento y la segunda venida (y, claro está, el privilegio de las actividades evangelísticas como único contacto con el mundo), a esta situación actual en donde muchos pastores y creyentes entran en política de manera visible. ¿Qué cambió en estos pocos años? ¿Qué explica esta mutación radical de la manera en que la iglesia ve al "mundo"? ¿Cómo así llegamos a tener una Primera Ministra evangélica en el Perú? En la página “Teología Feminista” de Facebook, encontré este excelente texto de la teóloga paraguaya Esther Baruja, quien reflexiona sobre la relación entre la teología de la prosperidad y la participación de los evangélicos en la política. Dice ella:
"Muchos pastores a lo largo de Latinoamérica han incursionado en la política y hasta han creado partidos políticos. En el Brasil por ejemplo hasta tienen bancada parlamentaria. Si van a sus iglesias escucharan sermones relacionados con el éxito y la prosperidad material que los "hijos de dios" merecen. Según esta teología, estas bendiciones vienen en premio a la obediencia. Obediencia a las reglas y a las interpretaciones dogmáticas de cada grupo. Entonces la obediencia es a la denominación, principalmente, y no a "dios" ya que las interpretaciones varían. Aunque se crea presión, miedo, y luego culpa si no se obedece. La explicación de la existencia de la pobreza, desde esta teología, es por la desobediencia y el alejamiento de "dios" de los infieles. No existe una reflexión sobre las estructuras sistémicas de opresión que van más allá de cumplir preceptos religiosos. El ir los domingos a las reuniones, diezmar puntualmente, asistir a conciertos de alabanzas y promover la idea del sexo como lo peor que pasó a la humanidad que sólo se redime con matrimonio heteronormativo son motivos para que "dios" "bendiga grandemente" a una nación.
La nación, sea cual sea el país en donde se encuentre el pastor en cuestión, será "cabeza y no cola", será "lumbrera para todas las otras naciones" y el pueblo prosperará de una manera inimaginable. Estos mensajes se repiten en todas las iglesias de todos los países que tienen este tipo de denominaciones de la teología de la prosperidad.
Siguiendo estas ideas los pastores entran a la arena política, con miles de seguidores ya influenciados con este sueño de partido teocrático, con la certeza de que "dios" debe dirigir el país con la "mayordomía" de estos "siervos", a los que no hay que criticar por cierto. En este escenario es fácil ver [por ejemplo, en Paraguay] como Arnoldo Wiens, pastor menonita, logró ser senador por el Partido Colorado, y ahora su hijo Esteban [está postulando a] un puesto en la intendencia de Ciudad del Este.
Quizá pueda haber comparación entre la elección de Lugo y Wiens. Pero creo que la [teología] católica y la evangélica de la prosperidad [crean] mentalidades diferentes. La primera es más sobre la esperanza hacia un caudillo, que por ser religioso, sea más justo. En el segundo caso es sobre poder, sobre crear una teocracia, sobre "exigir los derechos de príncipes por ser hijos del rey de reyes". El liderazgo político de los evangélicos que siguen esta teología, raya en lo mesiánico”
Yo no sé si por la teología de la prosperidad venga la explicación completa de estos cambios profundos, pero si creo que tiene influencia en todo esto. Esta teología es muy criticada por muchos de sus énfasis, pero si ella es parte responsable de este viraje, lo interpretaría como cosa positiva: sin quererlo directamente, empoderó a los fieles y los empujó fuera de las cuatro paredes de las iglesias. Solo espero que en el futuro no hayan más casos como los de Efraín Ríos Montt, o el de funcionarios menores vinculados a la corrupción generalizada de nuestros países, pero soy poco optimista al respecto.
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