Una pequeña introducción
Aquí en el Perú, cuando somos niños, solemos jugar un juego llamado “las escondidas” que, por lo que sé, tiene nombres diversos en cada país de Latinoamérica. Uno de los niños, al que llamaré el buscador (olvidé el nombre) cierra los ojos, de frente contra una pared, y cuenta hasta 20, 50 o lo que se haya predeterminado. Luego, tiene que buscar a todos los demás. Si encuentra, por ejemplo, a Daniel grita:
― ¡Ampay Daniel!
Y va corriendo al lugar donde hizo el conteo, tocándolo para que el ampay sea válido. Y así sucesivamente con los otros. El primero en ser encontrado es el perdedor, mereciendo el castigo de hacer el próximo conteo, y cada uno tiene la oportunidad de salvarse si toca la pared antes de la persona buscadora gritando:
― ¡Ampay me salvo!
Y ya, está salvado. El último en ser encontrado tiene un poder especial: puede salvar a todos si llega primero a la pared de conteo, y el buscador deberá repetir todo de nuevo encontrando a los demás.
― ¡Ampay me salvo y con todos mis compañeros!
Hay otra particularidad. El buscador puede ver a alguien y correr a la pared de conteo:
― ¡Ampay Daniel!
Y no era Daniel, era Christian. Entonces Christian salía corriendo gritando:
― ¡Plancha quemada! ― Porque el buscador creía que era uno, pero era en realidad otro. En algunas versiones del juego allí terminaba todo para reiniciar otra vez. En otras, en cambio, simplemente se salvaba el beneficiado por la plancha quemada.
La torre de Babel
Ahora sí voy al punto. Para mí, prender la principal radio evangélica de Lima ―Radio del Pacífico― para escucharla es un desafío para la ecuanimidad. Con el fin de aglutinar a la mayor cantidad de tendencias, la anterior administración de la emisora decidió que temprano en la mañana oigas el programa de un presbiteriano, reemplazado por un locutor de un ministerio carismático que habla del espíritu del resfrío; luego predica un pastor bautista, e inmediatamente escuchas a Cash Luna, Luis Palau o alguno de su tipo hablando de un tema del tipo Dios te ama, perdonando al vecino o las cinco maneras de ser un vencedor; de inmediato un grupo de hermanos nos entrega una secuencia de oración para liberar a Lima del control de su espíritu territorial; otros nos ofrecen la franquicia del G12 de Castellanos o venden el modelo de iglesia con propósito y así sucesivamente. Es, en cierto sentido, la torre de Babel, donde se hablan todos los idiomas teológicos.
Con frecuencia se escuchan verdaderas rarezas como seminarios (¿?) que ofrecen doctorados en menos de un año junto a prédicas que sorprenden no por su llegada sino por su contenido de cartón reciclado que de sólo escucharlas uno siente vergüenza ajena. ¿Cómo este individuo puede decir esa tontería en una radio que es escuchada por una proporción no tan pequeña de la comunidad evangélica? ¿Cómo puede opinar tal cosa digna de un actor cómico? ¿Y la censura? ¿Cómo afirmar con con tanta seguridad tal otra cosa? La sensación es igual o peor que la que tienes al leer los comentarios de un foro “cristiano”: la gente aquí tiene un tornillo suelto o ni siquiera tiene tornillos. Parecería que no tienen nada.
Hay problemas demasiado serios. Terriblemente severos.
Y no hablamos de hermanos recién convertidos, sino del pastorado militante que dirige a la ovejuna masa evangélica de nuestra América Latina. Por estos días hay un escenario extraño en el pastorado porque una parte ha ascendido convirtiéndose en apostolado, rechazando toda sumisión a otros. Algunos dirigen con mano de hierro y autocracia absoluta sus iglesias locales. Otros, sutilmente, reemplazaron las normas denominacionales de tradición democrática por leyes que les dan todo el control en su parcela local. Algunos desean pleitesía y fama mientras toleran algunos pecados de sus miembros más importantes. Otros pierden el control por una falda, el dinero, el reconocimiento, la envidia corrosiva, la necesidad de una iglesia grande y exitosa, el viajar por muchos países, el tener muchos cargos de bonitas siglas para que se sientan un poco más importantes (1). Algunos están engullidos por un orgullo enfermante. Otros, por vicios ocultos que jamás serán capaces de admitir pero que son evidentes al tan solo escucharlos aunque por supuesto predican santidad y corrección desde el púlpito o sus clases. El común denominador es que todos nunca han resuelto sus problemas emocionales.
Psicólogo ¡urgente!
¿Pastores con problemas emocionales? ¿No es que en Cristo somos nuevas criaturas y las cosas viejas son dejadas atrás? ¿No es que a los ungidos del Señor no se les puede tocar?
Una vez escuché que el alma de un niño es como un piso de cemento fresco, totalmente moldeable. Una paloma se posa en él, y deja su huella. En cambio, un adulto suele ser como el cemento seco de una vereda o una cancha de fulbito. Viene un elefante dejando sus pisotones pero nada pasa. Sin embargo, allí está la vieja huella de la paloma, que no se borra.
Suele suceder que pocos, con seriedad, ayudan a los cristianos con problemas emocionales serios a solucionar sus conflictos porque se espera que el Espíritu Santo corrija todos los problemas del creyente. Es obvio que esto no es así (ya escucho las vocecitas que dicen que no tengo fe, que soy un liberal, que blablabla) pero más aún, los líderes a veces no están capacitados para eso. Además, la conversión suele cubrir temporalmente las huellas de los problemas emocionales que resurgen cuando el primer amor se acaba, cuando la emoción de las primeras palabras de la conversión se evapora. Y allí el cristiano se transforma. O vuelve a ser el de siempre, cubierto de huellas de palomas.
Una realidad que se debe reconocer es que el pastorado puede llegar a atosigar con una presión enfermante. Por ejemplo, lo políticamente correcto se vuelve variable importante y te ves obligado a portarte de cierta manera diciendo las cosas de una forma determinada para no ser marginado por el gremio o la congregación. La gente te observa permanentemente: como miras, como te suenas la nariz, la ropa con la que te vistes, tu sonrisa, tu tono de voz. Eres permanentemente evaluado. Y la presión que se genera es enorme, un poco como una estrella famosa, y por supuesto existe el riesgo de colapso a lo Britney.
Otro riesgo gigante es el orgullo, el viejo serás como Dios del jardín del Edén que es un lastre de nuestros políticos y los pastores. Por el orgullo se han creado denominaciones enteras que olvidaron la misión de Dios por construir su propio feudo de religiosidad, conviertiéndose en nuestros fariseos modernos. En nuestra Latinoamérica abundan por montones, aunque gracias a Dios también tenemos muchos de los buenos, que de verdad viven el sacrificio del ministerio y se entregan completamente a la tarea de ser obreros de la grey de nuestro Señor Jesucristo.
La ecuación es peligrosa:
Aquí en el Perú, cuando somos niños, solemos jugar un juego llamado “las escondidas” que, por lo que sé, tiene nombres diversos en cada país de Latinoamérica. Uno de los niños, al que llamaré el buscador (olvidé el nombre) cierra los ojos, de frente contra una pared, y cuenta hasta 20, 50 o lo que se haya predeterminado. Luego, tiene que buscar a todos los demás. Si encuentra, por ejemplo, a Daniel grita:
― ¡Ampay Daniel!
Y va corriendo al lugar donde hizo el conteo, tocándolo para que el ampay sea válido. Y así sucesivamente con los otros. El primero en ser encontrado es el perdedor, mereciendo el castigo de hacer el próximo conteo, y cada uno tiene la oportunidad de salvarse si toca la pared antes de la persona buscadora gritando:
― ¡Ampay me salvo!
Y ya, está salvado. El último en ser encontrado tiene un poder especial: puede salvar a todos si llega primero a la pared de conteo, y el buscador deberá repetir todo de nuevo encontrando a los demás.
― ¡Ampay me salvo y con todos mis compañeros!
Hay otra particularidad. El buscador puede ver a alguien y correr a la pared de conteo:
― ¡Ampay Daniel!
Y no era Daniel, era Christian. Entonces Christian salía corriendo gritando:
― ¡Plancha quemada! ― Porque el buscador creía que era uno, pero era en realidad otro. En algunas versiones del juego allí terminaba todo para reiniciar otra vez. En otras, en cambio, simplemente se salvaba el beneficiado por la plancha quemada.
La torre de Babel
Ahora sí voy al punto. Para mí, prender la principal radio evangélica de Lima ―Radio del Pacífico― para escucharla es un desafío para la ecuanimidad. Con el fin de aglutinar a la mayor cantidad de tendencias, la anterior administración de la emisora decidió que temprano en la mañana oigas el programa de un presbiteriano, reemplazado por un locutor de un ministerio carismático que habla del espíritu del resfrío; luego predica un pastor bautista, e inmediatamente escuchas a Cash Luna, Luis Palau o alguno de su tipo hablando de un tema del tipo Dios te ama, perdonando al vecino o las cinco maneras de ser un vencedor; de inmediato un grupo de hermanos nos entrega una secuencia de oración para liberar a Lima del control de su espíritu territorial; otros nos ofrecen la franquicia del G12 de Castellanos o venden el modelo de iglesia con propósito y así sucesivamente. Es, en cierto sentido, la torre de Babel, donde se hablan todos los idiomas teológicos.
Con frecuencia se escuchan verdaderas rarezas como seminarios (¿?) que ofrecen doctorados en menos de un año junto a prédicas que sorprenden no por su llegada sino por su contenido de cartón reciclado que de sólo escucharlas uno siente vergüenza ajena. ¿Cómo este individuo puede decir esa tontería en una radio que es escuchada por una proporción no tan pequeña de la comunidad evangélica? ¿Cómo puede opinar tal cosa digna de un actor cómico? ¿Y la censura? ¿Cómo afirmar con con tanta seguridad tal otra cosa? La sensación es igual o peor que la que tienes al leer los comentarios de un foro “cristiano”: la gente aquí tiene un tornillo suelto o ni siquiera tiene tornillos. Parecería que no tienen nada.
Hay problemas demasiado serios. Terriblemente severos.
Y no hablamos de hermanos recién convertidos, sino del pastorado militante que dirige a la ovejuna masa evangélica de nuestra América Latina. Por estos días hay un escenario extraño en el pastorado porque una parte ha ascendido convirtiéndose en apostolado, rechazando toda sumisión a otros. Algunos dirigen con mano de hierro y autocracia absoluta sus iglesias locales. Otros, sutilmente, reemplazaron las normas denominacionales de tradición democrática por leyes que les dan todo el control en su parcela local. Algunos desean pleitesía y fama mientras toleran algunos pecados de sus miembros más importantes. Otros pierden el control por una falda, el dinero, el reconocimiento, la envidia corrosiva, la necesidad de una iglesia grande y exitosa, el viajar por muchos países, el tener muchos cargos de bonitas siglas para que se sientan un poco más importantes (1). Algunos están engullidos por un orgullo enfermante. Otros, por vicios ocultos que jamás serán capaces de admitir pero que son evidentes al tan solo escucharlos aunque por supuesto predican santidad y corrección desde el púlpito o sus clases. El común denominador es que todos nunca han resuelto sus problemas emocionales.
Psicólogo ¡urgente!
¿Pastores con problemas emocionales? ¿No es que en Cristo somos nuevas criaturas y las cosas viejas son dejadas atrás? ¿No es que a los ungidos del Señor no se les puede tocar?
Una vez escuché que el alma de un niño es como un piso de cemento fresco, totalmente moldeable. Una paloma se posa en él, y deja su huella. En cambio, un adulto suele ser como el cemento seco de una vereda o una cancha de fulbito. Viene un elefante dejando sus pisotones pero nada pasa. Sin embargo, allí está la vieja huella de la paloma, que no se borra.
Suele suceder que pocos, con seriedad, ayudan a los cristianos con problemas emocionales serios a solucionar sus conflictos porque se espera que el Espíritu Santo corrija todos los problemas del creyente. Es obvio que esto no es así (ya escucho las vocecitas que dicen que no tengo fe, que soy un liberal, que blablabla) pero más aún, los líderes a veces no están capacitados para eso. Además, la conversión suele cubrir temporalmente las huellas de los problemas emocionales que resurgen cuando el primer amor se acaba, cuando la emoción de las primeras palabras de la conversión se evapora. Y allí el cristiano se transforma. O vuelve a ser el de siempre, cubierto de huellas de palomas.
Una realidad que se debe reconocer es que el pastorado puede llegar a atosigar con una presión enfermante. Por ejemplo, lo políticamente correcto se vuelve variable importante y te ves obligado a portarte de cierta manera diciendo las cosas de una forma determinada para no ser marginado por el gremio o la congregación. La gente te observa permanentemente: como miras, como te suenas la nariz, la ropa con la que te vistes, tu sonrisa, tu tono de voz. Eres permanentemente evaluado. Y la presión que se genera es enorme, un poco como una estrella famosa, y por supuesto existe el riesgo de colapso a lo Britney.
Otro riesgo gigante es el orgullo, el viejo serás como Dios del jardín del Edén que es un lastre de nuestros políticos y los pastores. Por el orgullo se han creado denominaciones enteras que olvidaron la misión de Dios por construir su propio feudo de religiosidad, conviertiéndose en nuestros fariseos modernos. En nuestra Latinoamérica abundan por montones, aunque gracias a Dios también tenemos muchos de los buenos, que de verdad viven el sacrificio del ministerio y se entregan completamente a la tarea de ser obreros de la grey de nuestro Señor Jesucristo.
La ecuación es peligrosa:
Problema emocional +
Conversión +
Poca ayuda efectiva +
Llamado al ministerio +
Grandes presiones del pastorado (atosigamiento) +
Grandes presiones del pastorado (orgullo)
= BOMBA DE TIEMPO (de estas tememos miles de miles)
Imaginen entonces, la siguente secuencia:
X es una persona con problemas emocionales muy serios que un día se convierte a la fe de Jesucristo. Se consagra completamente dejando de lado los problemas y parece mejorar pero sin que nadie lo ayude con efectividad a una real solución de sus conflictos. Tiempo después, siente un “llamado” y se mete al Seminario convirtiéndose en el centro de atención de su iglesia, en un creyente de otra categoría (¡es un seminarista, por favor!). Los problemas emocionales continúan pero están cubiertos. Luego, X se gradúa y se va a trabajar a una iglesia, donde los hermanos lo tienen en buena estima y la amenaza del orgullo se multiplica por 1000. X sucumbe, se vuelve controlador, personalista, nadie lo puede corregir porque se siente más cerca de Dios, porque sabe más, es más inteligente (según él mismo) y así sucesivamente… aquí los viejos problemas emocionales han mutado hasta convertirse en un monstruo incontrolable. Pasan los años y X se cree todavía más santo hasta que explota por completo. Si es casado, se fuga con su secretaria o con el vigilante de la iglesia. Si es soltero, es descubierto en su adicción a la pornografía, su enervante envidia a los casados o acaba acosando sexualmente a una adolescente. ¿Pura ficción lo que digo? Les aseguro que ha pasado con exagerada frecuencia.
Prolegómenos
¿Y dónde comenzó todo? En el viejo problema emocional irresoluto, que se ignoró por completo, ese que nunca se quiso admitir. ¿Es que todos los pastores latinoamericanos son así? No, jamás dije eso. Conozco excelentes pastores que fielmente sirven a su grey sin tratar de alimentarse de la carne de las ovejas. Pero tras escuchar Radio del Pacífico y leer los foros cristianos, leer un poco y andar un tanto por allí es evidente que… hay serios problemas en el liderazo evangélico. Las perspectivas son oscuras a pesar de las promesas de avivamiento o de la campaña de consagración del país de Franklin Graham o Marcos Witt.
Plancha quemada, entonces. La gente suele creer que el pastor es perfecto, santo, casi sagrado, y muchas veces el pastor también lo cree así, pero luego saca las garras y se manifiesta realmente tal como es: una persona completamente humana, llena de conflictos como cualquiera, pero que puede seguir los pasos de los dictadores autoritarios que copan todo el poder, o cometer un pecado grosero. Plancha quemada, porque muchas veces se creen lo que no son. Plancha quemada, porque la iglesia necesita otro tipo de liderazgo (aunque estén jubilosos de su pastor-sacerdote-caudillo). Plancha quemada, pero jamás lo querrán admitirlo. Y si lo aceptan, no se hace nada.
Conversión +
Poca ayuda efectiva +
Llamado al ministerio +
Grandes presiones del pastorado (atosigamiento) +
Grandes presiones del pastorado (orgullo)
= BOMBA DE TIEMPO (de estas tememos miles de miles)
Imaginen entonces, la siguente secuencia:
X es una persona con problemas emocionales muy serios que un día se convierte a la fe de Jesucristo. Se consagra completamente dejando de lado los problemas y parece mejorar pero sin que nadie lo ayude con efectividad a una real solución de sus conflictos. Tiempo después, siente un “llamado” y se mete al Seminario convirtiéndose en el centro de atención de su iglesia, en un creyente de otra categoría (¡es un seminarista, por favor!). Los problemas emocionales continúan pero están cubiertos. Luego, X se gradúa y se va a trabajar a una iglesia, donde los hermanos lo tienen en buena estima y la amenaza del orgullo se multiplica por 1000. X sucumbe, se vuelve controlador, personalista, nadie lo puede corregir porque se siente más cerca de Dios, porque sabe más, es más inteligente (según él mismo) y así sucesivamente… aquí los viejos problemas emocionales han mutado hasta convertirse en un monstruo incontrolable. Pasan los años y X se cree todavía más santo hasta que explota por completo. Si es casado, se fuga con su secretaria o con el vigilante de la iglesia. Si es soltero, es descubierto en su adicción a la pornografía, su enervante envidia a los casados o acaba acosando sexualmente a una adolescente. ¿Pura ficción lo que digo? Les aseguro que ha pasado con exagerada frecuencia.
Prolegómenos
¿Y dónde comenzó todo? En el viejo problema emocional irresoluto, que se ignoró por completo, ese que nunca se quiso admitir. ¿Es que todos los pastores latinoamericanos son así? No, jamás dije eso. Conozco excelentes pastores que fielmente sirven a su grey sin tratar de alimentarse de la carne de las ovejas. Pero tras escuchar Radio del Pacífico y leer los foros cristianos, leer un poco y andar un tanto por allí es evidente que… hay serios problemas en el liderazo evangélico. Las perspectivas son oscuras a pesar de las promesas de avivamiento o de la campaña de consagración del país de Franklin Graham o Marcos Witt.
Plancha quemada, entonces. La gente suele creer que el pastor es perfecto, santo, casi sagrado, y muchas veces el pastor también lo cree así, pero luego saca las garras y se manifiesta realmente tal como es: una persona completamente humana, llena de conflictos como cualquiera, pero que puede seguir los pasos de los dictadores autoritarios que copan todo el poder, o cometer un pecado grosero. Plancha quemada, porque muchas veces se creen lo que no son. Plancha quemada, porque la iglesia necesita otro tipo de liderazgo (aunque estén jubilosos de su pastor-sacerdote-caudillo). Plancha quemada, pero jamás lo querrán admitirlo. Y si lo aceptan, no se hace nada.
Referencias
(1) Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, de Los Prisioneros.
(2) La fuente de la foto es www.electromanuales.org
18 comentarios:
Hola, Abel:
Antes de comentar, permíteme un disclaimer. No quisiera que lector alguno de tu blog se ofenda por mi comentario. Tú me conoces, y sabes que si bien soy católico, respeto la fe de quienes no creen en la Iglesia católica y pertenecen a otra comunidad cristiana. Y sabes también (espero) que nunca he entrado a insultar ni a denigrar a nadie.
Ahora sí, al punto. Tu artículo me ha sorprendido gratamente porque no solo toca los que para mí son dos de los puntos más neurálgicos cuando observo a los grupos protestantes, sino que pensé que ningún protestante se había percatado de ellos, y me llama la atención ver que quizá no sea así.
El primero es el que mencionas a lo largo de todo él: la confianza irrestricta en que el Espíritu Santo sanará todas nuestras heridas sin ningún concurso humano, de modo que seremos personas unificadas y reconciliadas en todas las dimensiones de nuestra vida con tan solo tener fe. Este pensamiento me parece una deducción lógica ---y coherente, que todo hay que decirlo--- de la premisa de la sola fides: solo la fe basta para ser una mejor persona.
De más está decirte que si bien para los católicos el asunto es básicamente el mismo ---esto es, que el Espíritu Santo efectivamente es capaz de sanar todas nuestras heridas espirituales, morales, psicológicas y hasta físicas---, dada la ecuación católica "fe + obras" esta creencia no exime del concurso humano sino que, más bien, lo reclama incluso.
Así las cosas, dado que sí admite aproximaciones antropológicas y psicológicas a cada ser humano concreto como herramientas de apoyo para su conversión, siempre he pensado que el catolicismo tiene ahí un plus de profundidad que hace más sólida la consistencia humana (y, por tanto, espiritual) de los fieles que las quieran aprovechar. Ahí tenemos como ejemplos las aproximaciones de Guardini, Pieper, Allers, Cencini, Eymieu y tantos otros; hasta de Tomás de Aquino, sin ir más lejos.
Repito que es muy católica mi aproximación. Precisamente, ya que la protestante se deriva directamente ---a mi modo de ver--- de un principio luterano, hay poco que se pueda hacer al respecto. Al menos así lo veo yo, y si hay otra manera de verlo, desásname, estimado Abel.
El segundo punto pasa por lo que mencionaste de refilón al inicio y al final: aquella dispersión de denominaciones, instituciones, esquemas jerárquicos encontrados e incluso credos ---seamos realistas--- que se puede hallar en el espectro protestante. A mí, como católico y observador externo, no dejan de preocuparme.
En fin, tal vez haya sido muy radical mi comentario y espero que tus lectores no entren a dejarme bombas a mi blog. Como yo nunca lo he hecho, confío en que así también será por su parte. Tan solo intercambiamos opiniones.
Un abrazo en Cristo.
eh, Abel, siempre tan didácticos tus artículos.
Hola Abel:
Yo escucho radio del Pacifico desde que era adolescente. Hace poco cometí el error de hacerlo. Nunca más. Excelente el post. Paga unos 5 minutos en la Radio y leelo, valdrá la pena!
me equivoque, quise decir, NO escucho radio del pacifico
Genial artículo. Lo hemos publicado en Lupa Protestante.
Un fuerte abrazo,
Ignacio Simal
Y pensar que hay cristianos para los que los problemas emocionales significan falta de fe y madurez y la palabra sicologo significa Satanas.
Saludos Abel.
Bueno, Brisa, es que los problemas emocionales efectivamente son falta de madurez; pero afortunadamente los psicólogos no son Satanás; al contrario, muchos (que no todos lamentablemente) son de gran ayuda.
Kike:
Gracias por tu comentario y tus obervaciones. Tu escrito no es radical para nada; más bien llama la atención de dos aspectos sensibles que nosotros los evangélicos tenemos y que -a mi entender- debemos luchar por erradicar: la espiritualización extrema de la fe y nuestro alto grado de dispersión.
Sí hay evangélicos que observan estos puntos pero debo decir que no son mayoría. La solución "mágica" por intervención del Espíritu Santo es muy frecuente sobre todo en grupos de tipo carismático-pentecostal (mayoría en Latinoamérica), aunque no sé si el origen sea Lutero. O sea, tu explicación es razonable (tanto que me hace pensar hasta qué punto explicaciones netamente soteriológicas como la de Lutero -la fe sola basta- han sido erroneamente generalizadas a otros aspectos que no debieron ser tocados, como este del Espíritu Santo. Puede ser tema de otro post..) pero creo que hay otros elementos más importantes. ¿Cuáles???
Para mi el principal es el liberalismo del siglo XIX. En esa época se dio el climax de la influencia de la ilustración en la teología, y aparecieron (sobre todo en Alemania) las ciencias hermenéuticas, la alta y baja crítica, etc. y se fomentaron posturas teológicas liberales, que desafiaban el orden y las formas tradicionales (por ejemplo, la génesis de la "desmitologización" de la Biblia de Bultmann la encontramos aquí). Ponte a pensar: era la época de Darwin, Marx, el desarrollo de las ciencias modernas, el colonialismo inglés. ¡Un tiempo increíble pero peligroso! Muchos teólogos alemanes brillantes enseñaron desde una visión liberal y el conservadurismo (con sede en Norteamérica) reaccionó, surgiendo, entre otras cosas, lo que llamamos en mi lado protestante el "fundamentalismo", opositor rabioso de cualquier liberalismo. ¿La ciencia? Se rechaza porque está del lado liberal. ¿Freud? Se rechaza totalmente. Surgió una espiritualización intensa en algunos lugares y... como podrás suponer, es el lado conservador el que vino en la ola misionera evangpelica del siglo XX hacia América Latina. Entonces, con esos antecedentes no sorprende que mucha gente crea que el Espíritu Santo solucione todo (no digo que no pueda, sino que no es la regla que lo haga) y que rechace a la ciencias en general. Y la psicología es un "cuco" particularmente difícil.
Temas como el "destino manifiesto" de los cristianos norteamericanos y el "diseño inteligente" que tratan de introducir en las escuelas de USA también tienen este orígen. Tema largo, largo...
El otro punto que mencionas es, para mí, una de las grandes manchas de la iglesia evangélica. Hay pastores y teólogos que sustentan y defienden el denominacionalismo pero olvidan que muchas de las denominaciones actuales surgieron por grandes conflictos en el pasado (no todas, pero sí muchas), por celos y contiendas que han olvidado por completo esa oración del maestro que pedía que "seamos todos uno porque así el mundo creerá". Hay protestantes que propugnan una especie de ecumenismo (distinto al católico) pero como vienen del entorno liberal que te hablé antes... pues no son tan escuchados. Esta dispersión es realmente preocupante, y tiene su propio matiz en Latinoamérica, tan propensa a dictadorzuelos. ¿Resultado? Muchos pastores que ahora son apóstoles y a los que nadie les puede decir nada por su autoridad. ¿Asusta eso? Si, es realmente preocupante
He escrito mucho, ¿no? Es así porque has tocado temas muy importantes. De nuevo, gracias por tu comentario. Muchos saludos.
Abel.
PD: ¿Cómo va tu tesis?
George:
Si logré ser didáctico, logré mi objetivo.
Cambiando de tema, leo tu blog y como que hay más amor, ¿no?? ¿o me equivoco?
Saludos,
Jenny:
¿Crees que me dejarían leer el post en la radio? Mmmmm Además, con la nueva administración que tienen que es mucho más "monetaria" (porque mal que bien la anterior no tenía el dinero como variable fundamental) quizá me quieran cobrar como si pidiera un espacio en RPP.
Gracias por tu comentario. Muchos saludos,
Abel.
Ignacio:
Sí vi que lo publicaste en Lupa Protestante. Como siempre, un honor que consideres mis artículos.
Muchos saludos,
Abel.
Brisa:
Así es. Para muchos cristianos la posibilidad de ir a un profesional para solucionar un problema profundo es, simplmente, una aberración. ¿Y quién nos libera del problema que los demás debemos aguantar??
Al menos, percibo que los tiempos están cambiando y que hay más apertura. Un poco nada más pero es un comienzo, ¿no crees?
Muchos saludos para ti.
Abel.
Hola, Abel:
Aun a riesgo de transformarte en un foro el blog, me atrevo a comentarte algunas cosas desde mi ignorancia.
Entiendo bien lo que explicas acerca del péndulo liberalismo europeo-respuesta conservadurista estadounidense. En mi humilde opinión (y con este comentario ya te irás dando cuenta de cómo pienso), ¡cuánto daño hizo Bultmann a la Hermenéutica! En fin, tal vez me falte estudiar más, pero de lo poco que sé, no compro.
Hace poco un amigo español, miembro de uno de esos novedosos grupos protestantes de corte neojudaico, me hablaba de un fenómeno bastante documentado en las ciencias sociales respecto a la oscilación periódica (valga la redundancia) entre tiempos de liberalidad en fe y costumbres, por un lado, y un férreo regreso al tradicionalismo más conservador, por el otro. Se ve claro actualmente con el movimiento yiddish entre los judíos, o con el resurgimiento (en realidad la salida a la luz ---diría yo--- y subsecuente expansión) de grupos católicos tradicionalistas (que aplauden el motu proprio Summorum pontificum de Benedicto XVI) luego del desastre introducido por las teologías de la liberación de corte marxista. Al repasar dichos argumentos, me queda más claro lo que explicas.
Entiendo ahora que decir "la culpa es de Lutero" es bastante reductivo, y que la cosa es más compleja. ¿Lo ves?: me desasnaste y te lo agradezco.
Tengo para mí (y creo que cualquier católico coincidiría) que la ciencia no es mala; al contrario: es el afán del hombre por responder al mandato de Dios de gobernar el mundo y cooperar con Él en la tarea tan humana de cocrearlo. Coincido con aquellos que Brisa Nocturna critica (vide supra) en que los problemas emocionales efectivamente revelan falta de madurez, pero no en que los psicólogos son Satanás; al contrario: son de gran ayuda, y lo puedo atestiguar muy bien con más de una persona a la que me tocó recomendarle que visite a alguno.
El asunto, sin embargo, para mí permanece en la consecuencia que trae aproximarse de ese modo ("¡psicólogos fuera!", para decirlo rápido y mal) a la propia vida: una superficialidad muy grande y bastante peligrosa. No tengo necesidad de explicar por qué digo "peligrosa" porque tú lo explicaste muy bien en tu artículo anterior, aquel en el que hablabas fuerte y claro de los grandes riesgos de asumir puestos de autoridad (servicio) con una fuerte carga de problemas personales sin resolver. (Curiosamente hace poco escuché de casualidad la conversación ---en la cafetería de mi universidad--. entre dos profesores respecto a que está documentado que las probabilidades de fracaso de una organización aumentan cuando el líder tiene problemas personales no resueltos). Tienes toda la razón del mundo: no es que el Espíritu Santo no pueda hacerlo, sino que no suele obrar así. Yo prefiero decir que quiere nuestra cooperación.
Respecto al tema de la dispersión protestante... lo has dicho todo: es preocupante.
Respecto a mi tesis, agradeceré tus oraciones, pues el lunes entrego el informe final para aprobación de mi facultad.
Un abrazo en Cristo y gracias por detenerte en explicaciones para este pobre huerfanito.
ja, Abel, lo ue pasas es que soy de extremos fuertes, y medio arrebatado.
Saludos !
Veo que todos están dándose palmaditas en la espalda, disculpen amigos que les malogre la fiesta, les hablaré desde una posición que no es etiquetable, no me considero protestante, ni evangélico ni nada, simplemente una persona que conoció a Dios y por ende camina por ahí con el Espíritu Santo maravilloso que Dios nos da, por supuesto que congrego en un lugar pero eso no viene al caso por que cuando predico no predico templo, predico a Cristo resucitado.
Creo que sinceramente que la posición del dueño del Blog es peligrosa, es intermedia, quizás haya un par más de personas católicas o de otra denominación que comulguen con Abel y terminará convirtiéndose, claro hasta que alguien le mire mal o encuentre un defecto en la esposa del pastor u otro defecto en el cura, al menos es la primera impresión que me da sus comentarios… el estar en el medio le permite juzgar y por supuesto le permite tener comunión con personas que están también en el medio, que pueden estar ahora hablando de Dios y de Jesús pero que no terminan de entender y que después de un rato cuando sus ocupaciones aumenten o se casen o viajen a otro lado se olvidarán de todo.
En suma, estamos preocupados en la forma y no en el fondo. Que el Espíritu discierna entre lo que viene de Dios y lo que no, te preguntaste antes de juzgar ¿como están tus caminos? ¿Has orado antes de juzgar? TODO lo de Dios se juzga en el Espíritu… entonces como juzgamos si no tenemos una posición espiritual apoyada en la palabra, en oración.
Por que Juzgar nosotros si Jesús no juzgó, si revisan hay un pasaje en el que Jesús dice que el NO vino a juzgar, sino que SU PALABRA juzgará, mejor dicho, si imitáramos a Jesús pues solo daríamos Palabra(Biblia), analizaríamos Palabra y el que la tome o la deje sea juzgado por Dios.
Muchos saludos
La verdad, por culpa de inescrupulosos y mercaderes hoy en día, sobre todo en latinoamérica tendemos a asociar al Espíritu Santo con un acto de magia o sucesos sobrenaturales. Por su puesto el Espíritu puede manifestarse sobrenaturalmente, pero bien sabemos que el Espíritu también nos devuelve eficazmente al camino en el silencio y la intimidad, nos guia en lo cotidiano y de cualquier manera, quien no habla en lenguas no es que no tenga al Espíritu dentro de si, ni ese don es la prueba excluyente de su morada en un creyente.
Lo realmente extraordinario hoy en día parece ser dar amor hasta a los enemigos (fruto del Espíritu) ser benigno (fruto del Espíritu) tener largura de ánimo (fruto del Espíritu), ser manso y bondadoso (fruto del Espíritu).
Entonces, espiritualizarlo todo, creo yo, tienen una mala reputación porque primero pensamos que espiritualizarlo todo es andar buscando espíritus inmundos a cada lugar, o andar echando demonios por donde quiera que sea.
Ahora bien yo si creo que los problemas emocionales de las personas tienen una ligazón fuerte espiritual. Las patologías mentales que describe la psiquiatría anulan el amor, el gozo,la paz, la benignidad, etc, y los medicamentos mantienen a la gente sedada. De manera que sin caer en la exageración de andar buscando demonios a cada rato podemos llegar a que el Espiritu Santo o su ausencia producen en nosotros resultados que se somatizan en nuestros estados anímicos y emocionales.
Lamentablemente estamos viviendo en el tiempo de la blasfemia al Espíritu Santo como nunca antes se había visto de manera tan descarada. Donde ferias ambulantes que arrasan con el dinero de los creyentes, montan espectaculos de magia y nigromancia impostando al Espíritu Santo,(ni siquiera vale la pena convencer a los persistentes que famosos megapredicadores gastan más tiempo haciendo la señal de la bestia en sus shows que obrando "milagros") transformandolo en un poder místico del cual los hombres pueden llegar aapropiarse para así "prosperar" hablando "palabras mágicas" que crearán realidades para quienes comprendan su alquimia nefasta.
Por eso es que ya desconfiamos cuando hablamos del Espíritu Santo, por eso es que nos parece agotador cuando alguien insiste en que los problemas de los creyentes son siempre espirituales. Por eso es que oimos a psicólogos, lo cual parece inofensivo, si al fin y al cabo son personas con la mejor intencion de aliviar tu "carga emocional". El asunto es desde donde te paraste a mirar el mundo para ofrecer tal o cual cura o alivio, desde que prisma comenzaste a ver la vida para concluir que esta terapia aliviará tus males, pero así como quienes acuden a un psicólogo solo ven a alguien en su consulta con la disposición de escucharlo, muchas veces los propios psicólogos se quedan solo con el manual de instrucciones para consolar a una persona y de verdad que ni se preguntan como fue que nació tal o cual teoría. Por eso me opongo a la psicología como solución a los problemas, porque le seguí el rastro a Freud, a Jung, a Perls, a Maslow, a Bateson e inevitablemente llegué a lugares de oscuridad, a senderos de perdición, que usualmente quien consulta a un psicólogo no ve, y que usualmente el propio psicólogo ni siquiera toma en serio, total el manual de emergencias sirve el 80 por ciento de la veces. Invariablemente llego a la conclusión que en los problemas espirituales o conductuales de las personas la causa última es un problema espiritual, y que como psicólogo, carrera para la que estudié, no puedo ofrecer las respuestas que intenta dar la psicología para aquello, porque el ser humano tiene un corazón conforme a Dios y cuando lo separamos de nosotros intentaremos llenarlo con cualquier cosa que se le asemeje burdamente. Pues bien, creo que mi rol como psicólogo es ocupar el lugar que un no cristiano utilizaría para diseminar falsas curas y falsos alivios, y no digo con esto que soy un psicólogo cristiano que es a veces peor, digo que soy un cristiano ocupando el rol de un psicólogo para evitar que esta disciplina se siga disceminando por la faz de la tierra, y para intentar por donde me sea posible dar muestras de los frutos del Espíritu Santo (para que me pidan esa receta!!!) para que la gente comprenda que ese es el camino hacia la Vida, Cristo y que por culpa de nuestra falta de fe, de una lectura perniciosa e interesada de la palabra, por culpa del ego (dicho sea de paso la mayoría de las terapias psicológicas "oprientan" al paciente a fortalecer su ego)de falsos maestros y mitómanos que a la primera de cambio ya quieren tener su propia congregación y sus propios diezmos ya no la creemos suficiente. Si hay problemas emocionales en la Iglesia es porque hemos estado escuchando mala palabra, la comezón de oir a ganado a la sana doctrina y como estamos tan impregnados de heregía y vemos que esa heregía supuestamente revestida de Cristo no sirve tampoco, empezamos a mirar al mundo, a la psicolgía que nos espera hambrientos para devorarnos y destruir lo poco y nada de genuinos cristianos que nos quedaba de tanto intentar prosperar y ser tierra deseable.
Es cierto hay enormes problemas de doctrina dentro de la iglesia cristiana evangélica, lamentablemente nuestro amigo católico tiene razón con aquello, hay una diseminación degenerada de denominaciones que exigen ser la última verdad amparada en 2 versículos cada una destrozando el fundamento de la Iglesia, Cristo. El asunto es que el enemigo nos engañó desde dentro para hacernos mirar al mundo que está entero bajo su dominio y es ahí donde encontramos la psicología, el yoga (hoy casi hermanados, en las carreras se ofrece el yoga como una de las principales herramientas de cura y "sanidad interior". Entonces en efecto es devastador. Te corrompes desde dentro y sales afuera y como no hay más opción mejor eres completa presa del enemigo.
Partamos por lo básico, demos frutos de cristianos para que l mundo nos crea que somos de Cristo, amémonos aunque nos cueste para echar fuera el temor. Sabían uds, que la gran mayoría de enfermedades mentales y del ánimo estan acompañadas de miedo y terror? y que el principal mandamientop es AMAR a DIOS Y AL PROJIMO y que el amor el em principal fruto del espíritu?.
No nos engañemos, que la herejía no nos destruya la fe (que no es un poder místico) y retornemos al camino.
Bendiciones
http://en-el-principio-era-el-verbo.blogspot.com/
Como estás, te he estado leyendo casi obsesivamente desde que descubrí este blog, me sirve mucho como consuelo pro que me identifico muchísimo con lo que cuentas has vivido. Pero en el único acercamiento que tuve a tu religión todo fue tan denigrante y chocante, y no se me quita la impresión, esto se dio después de salir del hospital, pues en una de esas se me dio por irme de aquí y buscaba respuestas a tanto dolor ocasionado por mi conducta autodestructiva, y todo el consuelo que recibí de un pastor en La molina fue escucharlo por una hora hablar de la necesidad de incrementar a los fieles para que aumentaran los diezmos. Me pareció tan horrible que corrí a la iglesia católica más cercana donde siempre las puertas se me abren, así mis pecados sean tan grandes que ni yo misma me pueda perdonar. O mi error fue intentar usar a la iglesia como psiquiatra? Yo fui a algunos y unos me ayudaron otros hicieron lo contrario. Que feo es vivir, los colaterales nos detienen, pero duele mucho saber que nunca podrás ser feliz, tus demonios no te dejan, todo es acerca de actuar, que se te vea bien, que parezcas feliz, y por dentro rota, por que ni tu te quieres, y sabes perfectamente por que no vales.
Sorry me contagié con algunos de tus escritos.
Nada que perdonar. La iglesia evangélica tiene taras enormes que muchos no quieren reconocer porque viven felices en su burbuja. A mí, que estoy en los bordes, me duele mucho eso, mucho más cuando me enfrenté cara a cara con ella, perdiendo por supuesto. Creo que en el blog he escrito mucho sobre eso, hasta un librito salió. Con todo mis conflictos y mi lejanía, aún me considero evangélico y aún creo que Dios puede cambiar y ayudar a la gente. Es mi esperanza.
La iglesia no es el psiquiatra, aunque a veces quiere arrogarse ese papel. Quizá todo fuera mejor si asumiera sus limitaciones al respecto.
Un saludo. Gracias por tu comentario.
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