Por HUGO NED - PUTIS, Perú
Un pequeño cráneo de un niño de unos tres años descansa en el fondo de una fosa como dramática evidencia del horror de una matanza de más de un centenar de campesinos a manos de militares en 1984, en una zona que fue asolada por enfrentamientos entre el ejército y los subversivos de Sendero Luminoso.
Un pequeño cráneo de un niño de unos tres años descansa en el fondo de una fosa como dramática evidencia del horror de una matanza de más de un centenar de campesinos a manos de militares en 1984, en una zona que fue asolada por enfrentamientos entre el ejército y los subversivos de Sendero Luminoso.
La fosa abierta, ubicada en la localidad de Putis, a 3.500 metros de altura en el departamento de Ayacucho, guardó por casi 24 años los restos de 60 personas, entre hombres, mujeres y niños muy pequeños, que fueron ultimados a balazos por soldados del ejército por considerarlos colaboradores de Sendero Luminoso.
"Lastimosamente, hemos podido comprobar que hay muchos niños, de un año, niños en proceso de formación. Lo más doloroso es encontrar tantos niños en una sola fosa y victimados con armas de fuego", dijo a la AP la fiscal Cristina Olazábal, titular de la 2da. Fiscalía Provincial de Ayacucho, que hacía esfuerzos por no llorar.
La fiscalía investiga la matanza con apoyo de un equipo de antropólogos forenses que exhumaron los 60 restos en una penosa tarea de 15 días, en un improvisado campamento y expuestos a las bajas temperaturas de la zona, a 320 kilómetros al sudeste de Lima."Se han encontrado muchísimos niños... Hay familias enteras dentro de la fosa", dijo con visible consternación José Pablo Baraybar, jefe forense. Setenta casquillos de bala fueron hallados también en la fosa.
La fiscalía dispuso la exhumación luego que los familiares de las víctimas, apoyados legalmente por la organización no gubernamental Asociación Paz y Esperanza, iniciaran este año una campaña para abrir una investigación de la masacre. Según la Asociación Paz y Esperanza, que brinda asesoría legal a los familiares de las víctimas, la fosa excavada sería la más grande alguna vez hallada en el país.
Pero en Putis aún quedan otras cuatro fosas de menores dimensiones por desenterrar. La matanza de Putis aparece en el informe que elaboró la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en 2003, que detalla que en diciembre de 1984, 123 campesinos de esa comunidad y de otros caseríos cercanos fueron asesinados por militares tras ser reunidos y obligados a cavar con engaños su propia fosa.
Los campesinos de Putis y poblados aledaños habían huido a las partes altas de los cerros, escapando de los ataques subversivos, pero los militares de la base contrasubversiva de Putis los convencieron de mudarse nuevamente al pueblo, prometiéndoles que los protegerían. Muchos de ellos volvieron y los militares los obligaron a cavar una fosa, luego de decirles que iban a construir una piscina para criar truchas.
Pero una vez terminada la fosa, los soldados reunieron a todos los campesinos alrededor de ella, junto con sus mujeres y sus niños, y dispararon a matar. Según la CVR, los militares creían que los campesinos colaboraban con Sendero Luminoso, pero detrás de su acción también hubo un interés por apoderarse de su ganado y pertenencias.
Marina Quispe, una campesina de unos 50 años, observa la exhumación y llora mientras habla en quechua sobre la única hija que tenía y que perdió en la matanza. "Los militares nos buscaban, por eso nos escapábamos a los montes para dormir tranquilos. Mi hija vino con su abuela, su tío y su tía a la base de Putis. Aquí la mataron", cuenta la mujer, cuyo esposo había muerto antes, asesinado por Sendero Luminoso. Los militares "se han llevado los animales, nos hemos quedado sin casa, sin nada", agregó. Quispe y otros 11 familiares de las víctimas presenciaron las labores de exhumación para colaborar con la identificación de los restos. Aunque la CVR señaló 123 asesinados en Putis, los familiares afirman que el número es mucho mayor.
Germán Fernández Mendoza, presidente de la comunidad campesina de Putis, sostuvo que fueron asesinados 430 pobladores procedentes de Putis y de otros ocho caseríos. Ayacucho, que paradójicamente significa en quechua "rincón de los muertos", fue el foco del accionar de Sendero Luminoso en la década de los ochenta, y escenario de cruentas matanzas perpetradas por los insurgentes y por las fuerzas armadas, donde las víctimas eran las inermes poblaciones campesinas. Según el informe de la CVR, Ayacucho concentró el 40% de las muertes ocurridas por la violencia política, que dejó un saldo de casi 70.000 muertos y desaparecidos entre 1980 y 2000.
Evangélicos exigen disculpas públicas por matanza en Putis (*)
Al concluir la exhumación realizada por el Ministerio Público y el Equipo Peruano de Antropología Forense, de una de cinco fosas existentes en el lugar, se ha podido conocer que la mayor parte de las personas asesinadas y enterradas eran mujeres y niños. La identificación de cráneos de bebés de uno y hasta dos años de edad que aparecían cubiertos, hace suponer que habrían muerto en brazos de sus madres las cuales cubrieron sus rostros, quizás para evitar que sus pequeños contemplen el horror de ese momento.
Al respecto, Víctor Arroyo, director del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), refirió que el descubrimiento del asesinato masivo en Putis nos coloca frente a un hecho indignante, que además de investigarse debería merecer que el Ejército Peruano ofrezca disculpas públicas a los familiares de las víctimas, pues resulta evidente que fueron los militares quienes perpetraron tan abominable crimen.
“Somos absolutamente respetuosos de las autoridades e instituciones del Estado, pero no se justifica su silencio frente al dolor de cientos de nuestros hermanos y compatriotas. La reconciliación nacional no se logrará callando ni ocultando el horror, un primer paso es, debe ser en hechos como los de Putis, pedir perdón”, indicó.
Por su parte, Alfonso Wieland, director nacional de la Asociación Paz y Esperanza, institución vinculada a la comunidad evangélica que asiste legal y psicológicamente a los familiares de las víctimas, señaló que por la salud del Ejército Peruano se debe reconocer que la matanza en Putis en la que se asesinó a más de 123 personas, no fue un accidente o un simple exceso.
“Que los militares pidan perdón no menoscaba su dignidad, al contrario, la enaltecería, y sería una evidencia clara de que nuestras instituciones armadas diferencian el heroico servicio prestado por muchos de sus miembros con el crimen y la vileza con que otros actuaron. Un gesto así es justo y necesario”, acotó.
Al concluir la exhumación realizada por el Ministerio Público y el Equipo Peruano de Antropología Forense, de una de cinco fosas existentes en el lugar, se ha podido conocer que la mayor parte de las personas asesinadas y enterradas eran mujeres y niños. La identificación de cráneos de bebés de uno y hasta dos años de edad que aparecían cubiertos, hace suponer que habrían muerto en brazos de sus madres las cuales cubrieron sus rostros, quizás para evitar que sus pequeños contemplen el horror de ese momento.
Al respecto, Víctor Arroyo, director del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), refirió que el descubrimiento del asesinato masivo en Putis nos coloca frente a un hecho indignante, que además de investigarse debería merecer que el Ejército Peruano ofrezca disculpas públicas a los familiares de las víctimas, pues resulta evidente que fueron los militares quienes perpetraron tan abominable crimen.
“Somos absolutamente respetuosos de las autoridades e instituciones del Estado, pero no se justifica su silencio frente al dolor de cientos de nuestros hermanos y compatriotas. La reconciliación nacional no se logrará callando ni ocultando el horror, un primer paso es, debe ser en hechos como los de Putis, pedir perdón”, indicó.
Por su parte, Alfonso Wieland, director nacional de la Asociación Paz y Esperanza, institución vinculada a la comunidad evangélica que asiste legal y psicológicamente a los familiares de las víctimas, señaló que por la salud del Ejército Peruano se debe reconocer que la matanza en Putis en la que se asesinó a más de 123 personas, no fue un accidente o un simple exceso.
“Que los militares pidan perdón no menoscaba su dignidad, al contrario, la enaltecería, y sería una evidencia clara de que nuestras instituciones armadas diferencian el heroico servicio prestado por muchos de sus miembros con el crimen y la vileza con que otros actuaron. Un gesto así es justo y necesario”, acotó.
(*) Desde aquí hasta el final se extrae de http://www.alcnoticias.org/interior.php?codigo_lang=11590_687
5 comentarios:
Ahi en Perú no tienen vergüenza de llamarles subversivos a los subversivos, pregunto. Cuando son canallas criminales, estén del lado que estén, se les llama canallas criminales? o se los respeta porque son canallas criminales, pero con ideología "buena", la del marxismo o cualquier otra ensalada hechas con retazos de izquierdas?
Acá en Argentina, parece ser que la canalla criminal, si tiene banderita roja, es menos canalla criminal.
Pobre banderita roja, que mal favor.
Aquí en Perú para el grueso de los peruanos los subversivos son criminales, y no hay discusión. Criminales que en su mayoría purgan largas condenas y para los cuales no cabe indulto posible.
No, no hay vergüenza de llamarlos así.
Algunos pocos, en cambio, piensan un poco distinto. Los amigos de Hugo Chávez, Evo Morales y demás, que piensan que las FARC son sólo "beligerantes", están muy preocupados por el bienestar de los terroristas en prisión (que tengan su periódico del día, su TV, que los que están casados puedan tener sus momentos de intimidad), e incluso pueden llegar a justificarlos llamándolos "luchadores sociales", "buscadores de justicia social", y así por el estilo. Ellos con mucha sutileza pueden afirmar que "son canallas criminales, pero con ideología buena".
Son unos pocos. Como te decía, para la gran mayoría el subversivo senderista, hijo del maoismo-leninismo, es criminal.
El problema aquí es con respecto a los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas, lo que en lenguaje gringo se llamaría "daño colateral". Los terroristas han sido sanguinarios, sin duda, pero el ejército también ha cometido crímenes sin nombre, como esta horrenda y perturbante matanza de madres y niños en este pueblo perdido de los andes. El ejército mira para otro lado, se desentiende, se hace el ofendido (porque ellos combatieron y murieron por los demás. ¿Cómo ser tan ingratos con ellos, cómo acusarlos de estas cosas?), dilata las investigaciones, pone trabas, buscando que no pase nada, que se olvide, que se pase la página.
¿Sabes qué es lo sorprendente? La poca cobertura en los medios de este descubrimiento. Parece que los lobbys funcionan muy bien...
hace poco escuché comentar a un congresista boliviano sobre sendero y el mrta, decia algo así como que se trata de lucha de clases que siempre ocurren y pedía (bueno, no recuerdo si pedía) que se libere a la gente de este grupo (del sendero y del mrta)
Hoy día salió en "Correo" que un dirigente sindical decía que hay que rendir honores al legado de Tirofijo. Hugo Chávez dijo lo mismo y otros también. No entiendo con claridad la lógica de esa gente, te soy sincero. ¿Hay delitos que pueden ser perdonados por ideologías? Yo entiendo que sí pueden serlos por circunstancias, como la defensa propia, pero ¿por ideologías??? (maté a 50, lo hice por mi pensamiento político y mi intención era "pura". Por eso deben perdonarme) No me queda eso muy claro.
Saludos,
Quisiera recomendarte a tí y a todos esta pagina, es un estudio revelador desde un paradigma diferente del libro del apocalipsis. De verdad lo encontraran reveleador:
www.omaroctavio.wordpress.com
www.miultimavoluntad.wordpress.com
Ojala y pudieras agregar un vinculo en tu pagina. Te lo agradeceria mucho.
Publicar un comentario