jueves, 16 de agosto de 2007

Terremoto

El 16 de Agosto por la mañana estuve con un grupo de estudiantes de doctorado en teología. La alabanza era sencilla, pero poderosa. Estuve conmovido.
El 15 de Agosto por la tarde, en Pisco, 250 kilómetros al sur de Lima, un grupo grande de gente se encontraba en una parroquia católica, en un velorio. Tristes, llorosos, sensibles, recibían el consuelo por medio de la palabra del sacerdote.
El 16 de Agosto por la mañana, canté como hace mucho no cantaba. Siempre me gustó ese pequeño cántico que dice: "Tu fidelidad es grande, tu fidelidad, incomparable es, nadie como Tú, bendito Dios, grande es tu fidelidad". Tiempo especial, la verdad.
El 15 de Agosto por la tarde, en Pisco, al sur de Lima, había poco lugar para la esperanza. La pérdida del ser amado, del que queremos, de aquel a quien en vida nos dio mucho, siempre duele. Ese momento final, en la iglesia, con las oraciones y rezos, con la predicación y las palmas, la gente buscaba a Dios. La gente se acercaba a Dios. Algunos, de seguro, encontraban a Dios.
El 16 de Agosto por la mañana, encontré a Dios en un momento de melancolía, mientras escuchaba los cantares de norteamericanos, brasileros, e hispanohablantes de varios países de Latinoamérica. Me sentí cobijado, cerca de él. Y no necesité una alabanza prominente; apenas una guitarra, y nada más. Nada de espectacularidad, simplemente el clamor de la simpleza.
El 15 de Agosto por la tarde, la tierra comenzó a temblar, y aquellos que encontraron a Dios en la parroquia católica de Pisco, murieron aplastados por el terremoto. La iglesia se cayó.
Se cayó.
Se cayó.
Murieron aplastados, cuando encontraron a Dios.
Murieron cuando lo buscaron.
El 16 de Agosto, frente a los estudiantes doctorales y los profesores, di un devocional. Y hablé de Pisco, de su caleta de pescadores, de su Plaza de Armas llena de bancos, de un grupo grande de gente se encontraba en una parroquia católica...
Y no pude continuar. Lloré allí, no podía más.
Morir buscando a Dios, encontrando a Dios, como yo tres minutos antes.
¿Paradoja? ¿Destino? Simplemente se dio. Podía pasar, y pasó.
Y ya van 500 (no sólo en la parroquia. En todo lugar). Y seguro subirán.
Dios, ayuda a mi patria en este trance. Que los cristianos nos movamos y mostremos tu misericordia ayudando. Úsanos, Dios, sin intereses proselitistas. Simplemente permítenos ayudar por ayudar. El dolor es mucho. La muerte es mucha. Las lágrimas son muchas.
Pero allí estás tú, con el consuelo. Mostrando tu amor. Proclamando que eres el Señor de la Vida.
Amen.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Si Abel que Dios nos ayude y use de instrumento para ayudar...aun a los que recien se acordaron de El en ese momento.
Karloz

Abel dijo...

A todos, amigo, ayudar a todos. Algún día estaremos de ese lado.

Y seguimos temblando, ¿no?? ;)

Saludos,

Heather W. Reichgott dijo...

Mandamos oraciones para todos que sufren, para ti y tu patria. Que Dios les da todo de su presencia, aunque la presencia sea sin palabras o razones.
saludos, Heather

Anónimo dijo...

Me uno a la plegaria.

Anónimo dijo...

No hay mucho que decir....estoy con el pueblo peruano,con su dolor,solo puedo orar por ahora...

Dios les ayude y consuele.

Anónimo dijo...

hermano deseo que Dios les de la esperanza de un nuevo mañana , aferrate a el mas que nunca y ayuda a tus hermanos que ahora te necesitan Dios los bendiga y los proteja
mexico esta con ustedes

Anónimo dijo...

Sin palabras.

Un fuerte abrazo extendido a todos los que sufren la tragedia.

Ignacio Simal

Anónimo dijo...

Abel hace dos mil años otro terremoto anunció la vida para aquellos que encuentran a Dios, o más bien que son encontrados por El.

Dios nos ayude a despertar de esta pesadilla y a obrar en bien de nuestros hermanos que tanto lo necesitan.

desde Perú.

Abel dijo...

Gracias a todos por sus comentarios. Siempre anima que el pueblo cristiano esté presente y ore por quien sufre, en este caso, la gente del sur peruano.

A Dios gracias, las cosas están caminando positivamente y todo camina a la recuperación. Que todo continúe así.

Dios los bendiga a todos.