El humor es una de las cosas más humanas que pueden existir. Puede involucrar todas las áreas de nuestra vida, mezclarse con todo y no discrimina nada ni a nadie. Nos hace felices por un rato, es catárquico, terapéutico de algunos males y es absolutamente terrenal, tanto es así que puede usar a la imagen divina como elemento cómico sin parecer irreverente. Lo entendemos como algo nuestro, inherente a nuestra condición, a nuestro ser. Sin embargo, al hablar de la fe a veces pensamos en el incienso, las nubes o la situación desesperada que solamente puede solucionarse por un milagro estrepitoso del cielo. ¿Milagro? Muchas veces las cosas son más simples, y no necesitamos de una gran sanidad o del maná que viene del cielo y nos alimenta. Es como la historia que me llegó a mi correo hace algunos años de una señora llamada Louise Redden, una mujer pobremente vestida que entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy humilde le preguntó si podía fiarle algunas cosas. Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que tenian 7 hijos, y que necesitaban comida. John Longhouse, el abarrotero, se burló de ella y le pidió que saliera de la tienda. Visualizando las necesidades de su familia, la mujer le dijo: "Por favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda". John le dijo que no podia darle credito, ya que no tenía cuenta con la tienda. Junto al mostrador había un cliente que escuchó la conversación. El cliente se acercó al mostrador y le dijo al abarrotero que el respondería por lo que necesitara la mujer para su familia. El abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenía una lista. Louise respondió: "¡Si, señor!". Está bien, -le dijo el tendero-, ponga su lista en la balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancia. Louise pensó un momento con la cabeza baja, y después sacó una hoja de papel de su bolso y escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto con la cabeza baja. Los ojos del tendero se abrieron de asombro, al igual que los del cliente, cuando el plato de la balanza bajó hasta el mostrador y se mantuvo abajo. El tendero, mirando fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente y le dijo: -! No puedo creerlo!-. El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato de la balanza. La balanza no se movía, asi que siguió llenando el plato hasta que ya no cupo mas. El tendero vió lo que habia puesto, completamente disgustado. Finalmente, quitó la lista del plato y la vió con aun mayor asombro. No era una lista de mercancia, era una oración que decía: "Señor mío, tu sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos". El tendero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y en silencio. Louise le dió las gracias y salió de la tienda. El cliente le dió a John un billete de 50 dólares y le dijo: - Realmente valió cada centavo- Después, John Longhouse descubrió que la balanza estaba rota. ¿La moraleja de la historia? No necesitamos esperar grandes manifestaciones de Dios (que pueden ocurrir. ¿Por qué no?), sino que en la mayoría de veces actuará en la simpleza de la cotidianeidad de la vida. Grandes milagros y sanaciones podrían pasar (y hay que observarlas con una gran lupa) pero no es lo común. La fe, como el humor, tiene su accionar en lo más profundo de la normalidad, del día a día de nuestras vidas.
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3 comentarios:
Fectivamente, el humor es una cosa estupenda. Y yo creo que Dios tiene mucho sentido del humor. Bendito sentido que nos regaló a los humanos: ¿de dónde más vendría? Justo yo también escribí algo sobre eso, y pronto hablaré un poco (poquito nomás) del humor en la Biblia. De repente hasta me puedes ayudar si te das una vuelta por el blog (el mío) en una semana.
Un abrazo.
Me di una vuelta por tu blog el día de hoy. Muy interesante, me gusta tu reflejo sencillo e interesante de lo cotidiano en tu vida. Lo voy a añadir en mi lista de blogs a visitar.
También vi que tienes un blog en portugues. E vocé brasileiro? Estuve aprendiendo algo del idioma hace años, mediande el bate-papo, y llegué a escribir más o menos, pero no me pidas hablar, porque eso no lo practiqué nunca. Lástima que lo haya perdido casi todo...
Hola, Abel:
Sorry, recién veo esta respuesta tuya. Hombre, qué gran alegría que me hayas visitado. Te responderé por privado con un mail, si no es molestia. Un abrazo.
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