domingo, 2 de diciembre de 2018

Los nuevos científicos

Cuando era adolescente algunas voces ya mayores me decían que la universidad era un reto para los cristianos, no necesariamente por la complejidad de los tópicos a estudiar sino, más bien, porque nos adentraríamos en paradigmas científicos que son marcadamente opuestos a las enseñanzas del cristianismo. Nos iríamos a la cueva del lobo y debíamos estar preparados intelectual y espiritualmente. 

Por ello, existían -aún permanecen- ministerios que trabajan con estudiantes universitarios y sus particulares luchas y dudas de fe ante las muchas consignas que pueden serles rebatidas, como la evolución con su universo de 13,800 millones de años en contraste con un mundo de 6,000 años con dinosaurios apiñados en el arca, la posibilidad de más vida inteligente además de la terrícola o, si eras estudiante de ciencias sociales, el temible marxismo, la doctrina político-económica atea por excelencia. Ya ni hablemos de la filosofía y su particular manera en que se enfrenta a la existencia de Dios: muchos ya consideran, en la práctica, un rechazo a la existencia de la Divinidad. Por eso, en los setentas, o más atrás, ir a la universidad era algo no fomentado en el pequeño mundo evangélico latinoamericano. Cierta [gran] parte de lo científico era visto con mucho recelo. 

Sin embargo, desde hace poco veo que se ha dado un gran viraje en la visión de lo científico. Ahora usamos la “ciencia” para fundamentar nuestras explicaciones. Por ejemplo, debido a la perspectiva particular respecto a la teoría de género, cientos de cristianos usan como argumento el cliché de que no es científica; hablan hoy de evidencia, de biología, de anatomía. Otros hablan de postulados ideológicos, de lo natural y antinatural, de diseño original [científico, claro está], de que los hombres y mujeres son fisiológicamente diferentes, que sus diferencias se basan en lo que determinan sus genes y nada más, que la superposición de las construcciones culturales y sociales es algo que no tiene relevancia, que es un mito o una mentira. La “ciencia” por detrás de todo. Pero las naturales nada más. 

Por andar en las labores mundanas, me perdí de la reconciliación del evangelicalismo con la “ciencia”, aunque me da la impresión de que es cosa utilitaria. ¿O me equivoco?

viernes, 28 de septiembre de 2018

La ley Guía y la prevención de los abusos eclesiales

Hace unos días el congresista Moisés Guía presentó un proyecto de ley que agrega un artículo a la ley 29635 (Ley de Libertad Religiosa). Este versa así:

Artículo 16: De los principios para el establecimiento de las entidades religiosas Las entidades religiosas se establecen en el país bajo la libertad que les brinda la Constitución Política del Perú. Se rigen bajo los principios, valores, cultura y prácticas democráticas, prohibiéndose prácticas autoritarias, abusivas, discriminatorias y contrarias a los derechos de las personas, así como actividades de proselitismo político. Su establecimiento y autorización se rige conforme al reglamento de la presente ley.

Este agregado a la ley 29635 contó con el apoyo de dos de las principales asociaciones de iglesias evangélicas peruanas: el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) y la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú (UNICEP). Por supuesto que esto no es gratuito, sino que surge a partir del escándalo de la Iglesia El Aposento Alto y su apóstol, Alberto Santana, aspirante a la Presidencia del Perú (ha creado su partido político, Perú Nación Poderosa), el cual por una "revelación divina" tuvo una concubina por varios años, evidentemente en secreto. Se suma a esto las afirmaciones de su hijo, Cohelet Santana, que en una prédica afirmó que la correa siempre hará que las esposas sean sumisas, esto es, una abierta apología a la violencia doméstica, y el incidente de la invasión a la explanada del estadio de Alianza Lima hecha por miembros de la congregación. También las enormes dudas respecto al financiamiento de algunas iglesias, las cuales han construido grandes templos (no es una discusión exclusiva del Perú. Aquí un ejemplo de Guatemala, citado en Puente) o han hecho gala de su poder económico. Aquí el congresista Guía ha mencionado a los diezmos y ofrendas, recalcando que ningún pastor o miembro de la iglesia se los puede adjudicar, haciendo velada evidencia a la familia Santana. También ha enfatizado el que las iglesias no pueden impedir el ingreso de nadie, ni tener ninguna práctica discriminatoria. Si esta existe, el Estado debe actuar de oficio. Esto último ha levantado las alertas de todos los conservadores, algunos de los cuales han mencionado alguna vez del derecho a discriminar.

Tras la publicación de este proyecto de ley, hay mucho alboroto en el entorno eclesial, desde los que están de acuerdo con las regulaciones y hasta los que afirman que esto viola su libertad religiosa. Como es usual, los que están en contra muestran una agresividad en redes que no se distingue de las oposiciones vistas en entornos no eclesiales. Que viva el testimonio. Tratando de analizar con algo de calma, pienso que lo primero que hay que tomar en cuenta es que el evangelicalismo ya está profundamente politizado, y que este proyecto de ley debe circunscribirse a este contexto. En otras palabras, este proyecto es parte de la pugna existente en el seno de las iglesias. El intento de la prohibición del proselitismo político que han hecho líderes conservadores como el propio Santana, Rodolfo Gonzales, los Hornung, Linares, Rosas y otros, tiene un sentido evidente: restringir su participación política o el uso de la iglesia en beneficio de sus intereses o preferencias políticas. Aunque estoy muy de acuerdo con el que los púlpitos no deben ser usados jamás para la defensa o apología de un partido político ni para promocionar a algún candidato o para "moldear" el voto de los feligreses de la iglesia (porque la preferencia política debe tener la misma libertad de la preferencia religiosa), creo que el mecanismo no debe ser el que una ley lo haga. Las subjetividades son enormes, en especial cuando estamos en un entorno en el cual una confesión es la predominante, y tiene antecedentes de restringir las voces de otras tradiciones cristianas usando las plataformas del Estado para esto.

Lo segundo que observo es la mención al control que podría hacer el Estado en los aspectos económicos de las iglesias. El famoso diezmo. Por supuesto, en las iglesias se dan abusos enormes y la manipulación emocional y económica es pan de cada día. Hay demasiados casos. Pero hacer un control por parte del estado es en extremo difícil porque nuestra realidad eclesial es profundamente informal, tal cual es nuestra realidad económica. Hace diez años escribí algo pequeño al respecto, y las cosas han cambiado poco. Iglesias que no pagan beneficios sociales, iglesias que pagan menos del sueldo mínimo, iglesias que no pagan sueldo, iglesias que no tienen contabilidad, iglesias que no tienen políticas de análisis de las ofrendas que reciben (que potencialmente pueden estar dentro de un proceso de lavado de activos). Miles de iglesias independientes. El Estado ha demostrado ser incapaz de hacer un control efectivo del fenómeno informal; lo eclesial no será la excepción. Además, se presta a posibles presiones políticas o a contubernios con la autoridad de turno. Iglesias que se verías cuestionadas mientras otras que seguramente serían favorecidas. Sería un perjuicio enorme, solo pensando en los conflictos potenciales de esta hipotética situación.

Para cerrar, recalco que la intención de reglamentar esto por ley no es la mejor solución, pero sí resalto la idea de que algo debemos hacer como iglesias evangélicas. Tenemos un problema que hay que enfrentar, y decir que tenemos libertad de culto no basta. Debemos combatir los abusos. Bien lo dice Darío Lopez en su muro de FB:

...¿cómo determinar, para el caso de las confesiones religiosas, cuando ésta es o no democrática, o incurre en prácticas autoritarias, abusivas, discriminatorias y contrarias al derecho de las personas? ¿Son democráticas las iglesias o tienen que serlo porque el Estado así lo determina? E incluso, hacía adentro, podrían formularse preguntas como: ¿Qué mecanismos y prácticas de regulación interna tienen las iglesias para prevenir y sancionar prácticas autoritarias, abusivas, discriminatorias y contrarias al derecho de las personas? ¿Se deben o no prevenir y controlar estas malas prácticas?


jueves, 13 de septiembre de 2018

Los cristianos de ahora

Los cristianos han cambiado una barbaridad en los últimos tiempos. Hace mucho que se nota que se vienen poniendo más y más agresivos. Las explicaciones son variadas, pero sin duda un punto relevante es el crecimiento numérico: ese 15% aproximadamente que dice el censo 2017 en el Perú, que muestra con claridad que nuestra minoría ya no es insignificante. Ya tiene peso, ya no se nos puede ningunear. Ya nos toman en serio, ya se acercan a los líderes a un coqueteo abierto. Ya vienen en elecciones a que oren por ellos y a que les impongamos las manos. Ya somos importantes. 

Otra cosa que se nota es que, siguiendo la corriente de los tiempos, algunas voces de la iglesia suelen mentir. Pienso de inmediato en el ejemplo por excelencia: Christian Rosas y sus múltiples y recurrentes declaraciones, con falsedades continuas. 

Sintiéndose con poder, no resulta extraño que los miembros de una iglesia que compraron unos terrenos de una manera peculiar (vamos, quién compra un terreno que abiertamente tienen otro poseedor, quién lo hace a precios muy por debajo del mercado sin que eso les llame la atención) y que dicen que fueron a celebrar un culto a las tres de la mañana con cascos, palos, piedras, escaleras, aparatos de soldadura y abundantes brochas y pintura, en lo que es “suyo”, entrando sin orden judicial alguna, hagan lo que hacen, pretendiendo que es normal, desdibujando por completo lo que debe ser el modo de hacer las cosas de un cristiano. 

¡Qué lío cuando crees que la voz de tu subconsciente es la voz de Dios! ¡Qué problema cuando crees que Dios habla a través tuyo! (varios, varios he visto de esos en mis años como cristiano) 

A todo esto, como quien no quiere la cosa, se le pueden sumar curiosas coincidencias que benefician al partido del cual el pastor es simpatizante abierto y aportante. Todo el coctel se hace explosivo e intimidante. ¿Qué fue de la forma de ser un seguidor del Maestro, de Jesucristo? ¿Ahora usamos cascos, entramos a la fuerza en una explanada, invadiéndola, nos peleamos con una hinchada de un equipo de fútbol, pintamos los símbolos ajenos? ¿Estos son los cristianos de ahora?

jueves, 30 de agosto de 2018

La larga ruta de Dios

En el principio, al menos hasta lo que sabemos hoy, estaba toda la masa concentrada en un pequeño punto, el átomo inicial de Lemaitre, lejos de lo ex-nihilo que han configurado varios teólogos que andan lejos de la ciencia física. Trece mil ochocientos millones de años antes de este instante en que, frente a mi computadora, machaco con fuerza este papel digital. Luego, una singularidad y la expansión del espacio, la inflación cósmica, la aceleración de la expansión y el inicio de un largo proceso de formación de todo lo existente. El enfriamiento, las partículas subatómicas, la relatividad, todo lento, con calma. Mi visión teísta dice: es la creación inicial, el bereshit, la forma escogida de trabajar por Dios. Un Dios que construye, paciente, sin el apuro del humano del siglo XXI que nos ahoga en un agrio estrés. Luego el tiempo hizo lo suyo. Miles de millones de años. Galaxias, estrellas, planetas, satélites. Pasaron las tardes y las mañanas. 

Insisto, todo fue paso a paso, en un aparente ensayo y error. Un día, la vida, que desde el principio aparenta ser un árbol que crece con ramas que se expanden en todas las direcciones. Una de esas, dicen, es de donde surge el hombre. Sigue pasando el tiempo, tardes y mañanas, y un día que se pierde en nuestro olvido, de repente, la conciencia del hombre llega. Cómo, no sabemos. El homo sapiens mira al cielo y se aplasta. Lo dice Sabato de una forma brillante: “al incorporarse sobre las dos patas traseras, un extraño animal abandona para siempre la felicidad zoológica para inaugurar la infelicidad metafísica; descabellada ansia de eternidad en un miserable cuerpo destinado a la muerte”. Su intuición le dice que algo tiene que haberlo hecho. La eternidad lo carcome. Piensa en divinidades. Surgen éstas, por todas partes. En los animales, en los montes, en los astros, en el mar. El creador, que le gusta el ir paso a paso, que tiene paciencia, no se complica, sigue este curso de las cosas. Él, que se había tomado miles de millones de años en crearlo todo, sigue ese modus operandi con el ser humano. No le importa verse en muchas formas. No se hace líos con ser parte del lenguaje mitológico, con la explicación primitiva que trata de dar respuestas ante un universo que no se entiende. No se hace problemas en compartir el protagonismo con miles de dioses que, en el fondo, son Él mismo. Acepta la monolatría. Es como si aceptara que el concepto de Dios puede ser construido por los humanos. 

La Biblia muestra esto con claridad. Deu. 10:17 dice que Dios es Dios de dioses, o sea, se afirma la existencia de otros dioses y que, además no acepta soborno, en contraste con otros dioses a los cuales se les daba regalos en fechas que no correspondían. Se portaban como los jueces peruanos, miren ustedes. Exo. 15:11 compara a Dios con otros dioses. Deu. 4:19 nos dice que el sol, la luna y las estrellas son dioses, pero que la adoración de los hebreos debe ser a Yahveh. Deu. 32:8-9 dice que El-Elyon repartió la tierra entre los pueblos, y lo hizo según el número de dioses existente, no en vano habla de la porción de Yahveh (este pasaje hace una clara distinción entre el Altísimo y Yahveh, mostrando que ¡no es el mismo!). Jue. 11:23-24 habla del dios Quemosh, que también quita y da territorio, como Yahveh. Sal. 82:1 menciona al panteón semita, cuando dice que “Dios se levanta en la asamblea divina, en medio de los dioses juzga” (BJ), aclarando que se refiere a El-Elyión (el altísimo), el líder del panteón. Un panteón que, en la mentalidad antigua de los pueblos del medio oriente, tiene cuatro categorías: (a) el altísimo (El), (b) los setenta hijos del altísimo entre los que están Yahveh o Baal (c) los pequeños dioses de comerciantes y artesanos y (d) los mensajeros divinos. 

Es que, vamos, el Israel pre-exílico era politeista y como pueden ver, la Biblia lo muestra con claridad. 2 Re. 23:4 nos muestra que en esa era, todos los dioses estaban en el templo, y la idea del monoteísmo es posterior, ya que se comienza a configurar con Josías, afianzándose tras el exilio a Babilonia. David era, según el relato veterotestamentario y si existió, pagano, ya que 1 Sam. 19:11-23 menciona a la estatua (un terafim, un ídolo) que posiblemente le pertenecía y que su esposa usa para disimular su fuga. La presencia de Baal, dios del clima y de la tormenta, era fundamental, con su representación de hombre, con un casco tipo cono, con una lanza en forma de rayo (1). El hijo de Saúl se llamaba originalmente Es-baal (Hombre de Baal) y el hijo de Jonatán se llamaba primero Merib-baal (luego Mefiboset). Yahveh era un dios más, el dios de la guerra (por eso el titulo Yahveh Sebaot: Jehová de los Ejércitos), un dios de momentos específicos, porque en paz, mandaba Baal. Además, otra de las diosas era Ashera, la diosa de la fertilidad. A ella recurrían en los casos desesperados de infertilidad de las mujeres o de la tierra, tal era su importancia (2). Pero tras el exilio, las referencias a ella son eliminadas ya que fue considerada como la culpable de la deportación según el pueblo, a pesar de ser la más famosa de todas las divinidades. El señalamiento hacia ella fue trasladado hacia Eva, la introductora del pecado en el mito creacional de los primeros capítulos del Génesis, escrito en esta época post-exílica. 

El Shaday, El Elyon y El Olam fueron adorados en Ugarit y se convirtieron en menciones del Dios todopoderoso en el Antiguo Testamento. Pero Yahveh, uno más del panteón, tuvo origen más humilde. Nació entre nómades del sur de Israel, más específicamente en Edom. Se le representó como un toro y la arqueología ha encontrado múltiples representaciones de toros, todas identificadas como Yahveh. 1 Rey. 12:27-33 habla que Jeroboam hizo dos becerros (toros) de oro y los colocó en Bethel y en Dan diciendo “Israel, este es tu Elohim”. ¿Por qué lo hace? Porque era la representación usual de Yahveh, y debía representarlos si quería independizarse del culto en Jerusalén, tenía que hacer necesariamente sus propios toros. La representación del becerro (toro) de fundición de Exo. 32:4 se vincula a Yahveh, por eso los hacen. Pero quizá una de las representaciones más gráficas es la de Jue. 17 y 18, que relata la fundación de Dan, consolidada con el establecimiento de un idolo (seguro, un toro) hecho por Mica y robado por los danitas para que ellos lo puedan adorar en la nueva Dan bajo el sacerdocio de Jonatan hjo de Gerson, hijo de Moisés, lo que nos muestra que la familia de Moisés eran sacerdotes de ídolos en la ciudad de Dan. Pero casi no se habla de esta descendencia, solo de la de Aarón. 

Más aún: se han encontrado estatuas de Ashera con cuernos, lo que significaba que para algunos era la esposa de Yahveh (3) tal como se muestra en la imagen del post. Volviendo al punto anterior, no solo Dan tenía esa representación. Cuando en Jos. 18:1-8 el pueblo conquistador se reune en Silo y se habla de estar “delante de Yahveh” se estaba refiriendo literalmente a estar delante de su imagen… o sea, el toro. Cuando llevan a Samuel a Silo (1 Sam. 1:24) lo llevaban al centro de adoración de Yahveh, representado otra vez por el toro. Y podemos seguir: 1 Rey. 22:11 y 2 Cro. 18:10 hablan de lo mismo: Sedecías “se había hecho unos cuernos de hierro” que, en realidad, eran muy gráficos. Era como decir “soy profeta, soy tu representante, me pongo los cuernos y, entonces, puedo realmente profetizar porque, de alguna manera, soy como Dios, como el toro”. 1 Rey. 1:50 y 2:28 hablan de los cuernos del altar. ¿Por qué el altar tiene cuernos? ¿Por qué los doce toros de 1 Rey. 7:25 en el Templo de Salomón? Eran representación de Yahveh y cada toro representaba a una tribu. Los toros eran especiales y por eso eran fundidos y no de arcilla. Por eso se han encontrado muchos en buen estado de conservación. 

El tiempo pasa, Yahveh crece en poder y en algún momento hay una dualidad dios-El (norte) vs. Yahveh (sur) en detrimento del resto del panteón. Pronto, el profundo sincretismo religioso hace que Yahveh se fusione con El, pero aún sin considerarse como único respecto a los dioses de otros pueblos, esa idea del monoteísmo es posterior, viene tras el contacto con Babilonia, Persia y la profunda crisis del exilio, cuando nace realmente la religión judía tal cual la conocemos. Antes del exilio el paganismo era lo que predominaba en Israel. Tras volver el pueblo a su tierra, Yahveh se convierte en Dios del universo, único. Miles de años para llegar a esa idea de alta complejidad y abstracción. 

Sigue pasando el tiempo. Las cosas no terminan allí. Se van los persas, llega Alejandro Magno, se divide su reino. Luego una corta independencia y tras eso, el poder romano, clamoroso. Pronto llega Jesús. Es un maestro imponente y se declara hijo de Dios. Su prédica es maravillosa e impactante, pero es crucificado. Unos pocos años después, Pablo, un genio de la teología, reinterpreta su muerte con la idea de la resurrección como eje que ya era parte de la creencia de los primeros cristianos. Le da sentido a la ley de Moisés bajo esta nueva perspectiva y el Antiguo Testamento se reinterpreta desde Jesús como evento disruptor, como la clave hermenéutica. Más tiempo, ahora es divinizado -tras largas discusiones en sendos concilios- y después Dios se convierte en trino. Pero uno al mismo tiempo. Esto, por supuesto, si seguimos la rama cristiana, porque la judía fue más fiel a la tradición post-exílica. 

Que larga esta ruta. No termina, caminamos en este instante y así seguirá hasta el fin de las cosas. En ella, Dios pasó de ser un toro a único, todopoderoso, trino y encarnado en la tierra. Desde esta ruta miramos el horizonte de la divinidad y su camino a nuestro lado, brotando la fe, profunda y fértil, que nos debe llevar a transformar nuestro ser y el entorno que nos rodea. A amar a nuestro prójimo y luchar por la paz y la misericordia.


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-El análisis de la evolución del concepto de Dios descrito en este post se lo agradezco a dos excelentes cursos de Mitología Hebrea a cargo a César Silva, a quien agradezco por las enseñanzas impartidas.

-La imagen es extraída de http://jamesmacarthurll.blogspot.com/2014/08/a-todo-estoquien-es-jehova.html



(1) No en vano Elías pide que “Baal lance un rayo y encienda la fogata” en su conflicto con los sacerdotes de Baal en el Monte Carmelo.



(2) Los textos de Ugarit nos ayudan mucho para entender esta realidad religiosa (puede revisarse, por ejemplo, Guillermo Calderón Núñez: Los textos de Ugarit en la Biblia: Una introducción en la tradición mitológica del Medio Oriente antiguo. Disponible en https://www.researchgate.net/publication/28296341_Los_textos_de_Ugarit_en_la_Biblia_Una_introduccion_en_la_tradicion_mitologica_del_Medio_Oriente_antiguo). De allí, por ejemplo, se infiere que en el templo de Jerusalén estaban los sacerdotes de Baal y de Ashera, los cuales cantaban juntos textos que posiblemente inspiraron a Cantar de los Cantares ya que era necesario el ambiente de erotismo porque un sacerdote de Baal y una sacerdotisa de Ashera tenían relaciones sexuales recreando el sexo entre Baal y Ashera, donde la lluvia era el semen de Baal, la cual fecundaba la tierra.

(3) El lugar más antiguo donde se han encontrado referencias sobre JHVH es Kuntilled Ajrud, en el Sinaí, donde hallaron ostracas del 950a.C. El detalle es que JHVH trae esposa, su esposa, Ashera. A ella se le representa con un árbol. ¿Qué árbol? El árbol de la vida. Ashera también es representada como esposa de Baal y, a veces, del Dios Supremo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Misericordia quiere y no sacrificios

Las últimas semanas han estado particularmente convulsionadas por múltiples frentes. Mientras el mundial ya terminaba con el Perú eliminado en primera ronda aunque ganando su partido de cierre, salió la noticia de la separación de padres e hijos en la frontera de México con Estados Unidos, cosa terrible que refleja los múltiples problemas que ha tenido la política migratoria del país norteamericano en las últimas décadas, que van más allá del contraste entre las medidas de Trump y Obama. Pero también ha estado en boca de muchos la discusión sobre el aborto que desde Argentina ha trascendido a los demás países. La cosa ya está a nivel del Senado con tensión in crescendo. Como siempre, la polarización ha estado en niveles máximos, y la discusión virtual ha estado intensa. Que tóxico se pone el Twitter con frecuencia. Los evangélicos, por supuesto, hemos salido en bloque con una defensa cerrada de la vida, con múltiples armas. 

Mi aproximación a este tipo de temas es burda y tal vez primariosa: primero, ir a las palabras del Maestro cuando le decía al pueblo indignado por la transgresión cometida por la adúltera que le tire la primera piedra aquel que no tiene pecado (Jn. 8:7). Esto es, eliminar nuestro complejo de justicieros; segundo, también ir a las palabras del Señor cuando decía que él prefiere la misericordia y no los sacrificios de los ceremoniales judíos (Mt. 9:13). Esto es, debemos fulminar nuestra religiosidad y el privilegio de la visión legalista, para ser reemplazada por la mirada amorosa, tan bien reflejada en Jn. 13:35, cuando el Señor dijo que se sabrá quienes son sus seguidores solo observando si se aman los unos a los otros. La dualidad de la que escribí más arriba es un eje de ortopraxis para mí, que choca frontalmente con nuestra predilección por juzgar a otros y esa tendencia casi natural a la religiosidad.

Mi mirada de misericordia me lleva a recordar a las tres mujeres que conozco que se sometieron a un aborto. Especialmente para dos de ellas, las secuelas fueron devastadoras, con años de sufrimientos mientras traían siempre al presente el caos de la decisión tomada. Un volcán de dolor. Pero ante eso hoy muchos hablan del aborto como si fuera un corte de uñas, una depilación, banalizándolo por completo, olvidando que es una cosa terrible, atroz. ¿Quién, pues, puede estar a favor del aborto? Vamos, nadie lo está, no se necesitan fotos para graficarlo mientras se busca generar repugnancia. Sin embargo, muchas veces las mujeres son puestas contra las cuerdas, por un novio que las abandona, una familia que amenaza con dejarlas desamparadas, un Estado que no ayuda en nada o una vida al límite, sin opciones, y ante ello ponen su vida en riesgo. ¿Imaginan por un momento la disyuntiva que obliga a tantas a tomar esa decisión extrema? Miles de cristianos pensamos que esa fue una decisión fácil y nuestras voces no tiene la más mínima misericordia ni compasión, sino el juicio intenso, hablando de que defienden al más débil, al sin voz, mientras lanzamos las piedras. ¿Es ese, de verdad, el móvil que nos mueve a oponernos? 

Ya lo he dicho antes: nuestros temas de interés público pasan todos por el sexo: nuestra oposición a la homosexualidad, la lucha contra el aborto, la tremenda ideología de género (que es lo peor porque, aunque no se entiendan las definiciones básicas de la teoría de género, es muy mala porque visibiliza a los homosexuales y otros pervertidos y sugiere que se brinde educación sexual en los colegios como una de las muchas herramientas que podemos utilizar para disminuir las asimetrías entre los géneros). De la cama parece que no salimos. Es nuestra obsesión. Y aunque no lo decimos de manera expresa, nuestro deseo es el que nuestra ética sexual sea la que todos tengan que vivir. Relaciones sexuales solo para el matrimonio. Aborto criminalizado a la par del asesinato. Homosexuales de regreso al closet y criminalizados también de ser posible porque son abominación ante Dios. Autarquía y soberanía para el Perú, porque hay organismos como la ONU u otros internacionales que quieren destruir la familia y homosexualizar el mundo. Es volver al siglo XV. Quizá por eso clamamos por las tradiciones, curiosamente usando argumentos que los católicos han tenido por décadas, cuando nuestro mensaje siempre recorría otros caminos.

domingo, 18 de febrero de 2018

¿Más puntos en común?

No hay duda alguna: el Perú es un país conservador. Para muestra un botón: la reciente visita de Francisco al país. Cientos de miles de personas lo siguieron, llenaron casi todos los espacios posibles en donde se presentó el Papa, sea en la selva de Puerto Maldonado, las playas trujillanas o el descampado del aeropuerto de Las Palmas, en Lima. Por más que en las redes sociales y las calles muchos colectivos luchen por agendas a favor de diversos derechos, entre los que destacan el de las libertades sexuales, la mayoría conservadora es categórica: domina el incienso, la gente haciendo fila por la hostia un domingo en cualquier parroquia. 

Es en este contexto conservador en que el evangelicalismo ha crecido en el Perú hasta rondar el 20% actual, muy grande pero aún inferior al 30% de Brasil o el 50% de Guatemala según Pew Research Center. Cosas como la urbanización, que ha crecido a un ritmo similar, o las misiones norteamericanas, también conservadoras, le han dado esta cara tan particular. No obstante, estas cifran tan halagadoras, tenemos una característica furibunda que nos juega en contra: nuestra atomización patológica. Nosotros crecemos rápidamente pero hacemos pronto una mitosis, tal vez porque hemos aprendido a que la manera de enfrentar los diferendos es dividiéndonos. Por eso, hablar de una unidad evangélica es una tarea casi imposible. Misión conflictiva y áspera. Mejor ni meternos con ella porque saldremos magullados. 

Pero vamos, podemos encontrar convergencias entre todos los evangélicos, a que sí. Los tiempos actuales han sido reveladores y nos han mostrado varias: la oposición al aborto, la defensa de la familia “natural”, una especial visión de la sexualidad que se opone a la libertad sexual y los derechos reproductivos, una oposición radical al homosexualismo, a su visibilidad y a aproximaciones al matrimonio de personas del mismo sexo, y la oposición estricta a la “ideología” de género, que de cierta manera engloba a todas las anteriores. En estos puntos la convergencia ha ido más allá porque también ha alcanzado a grupos católicos conservadores, con los que se ha logrado un ecumenismo en la práctica a pesar de los sentimientos anti-católicos y anti-evangélicos, que allí están, muy latentes pero como escondidos debajo de la mesa. Así, pueden marchar juntos en #conmishijosnotemetas o las “marchas por la vida”. 

Desde este punto en común, la agenda política que se plantea desde esa orilla es aún restringida, y no pretende ir más allá con seriedad. Los evangélicos elegidos han insinuado restricciones a la vestimenta (pienso en aquel congresista Vicuña, quien quiso prohibir las minifaldas), al arte (donde quieren evitar desnudos u otras manifestaciones culturales como los carnavales) o las posturas laicas, donde abiertamente están buscando que la educación cristiana se afiance en los colegios. Este es el caso del Brasil. En realidad, los evangélicos no tenemos mucho que ofrecer cuando salimos de nuestro discurso. Bien lo ha explicado David Gaitán en su blog, cuando se plantea varias inquietantes preguntas: ¿Pueden hablar los evangélicos de calidad educativa cuando sus instituciones educativas son calamitosas? ¿Pueden hablar de gratuidad de la enseñanza si no promueven esquemas de becas en sus instituciones educativas? ¿Pueden hablar de empleos dignos cuando las iglesias suelen ser pésimos lugares para trabajar porque no les pagan o pagan muy poco a sus trabajadores, con frecuencia sin ninguna prestación social? ¿Cómo hablarán sobre la corrupción cuando sus organizaciones e iglesias están llenas de nepotismo, donde los hijos y familiares del pastor suelen ocupar los lugares más altos de liderazgo, sin pensar en los más capaces?

Si hacemos un ejercicio de predicción, surge de inmediato la pregunta de si pueden existir más puntos en común entre los evangélicos. Me arriesgo a decir que no los encontrarán, aunque sí existan en teoría. Cuando la realidad los obligue a ir más allá de los terrenos conocidos, vendrán los fracasos de los “elegidos por Dios”, y posiblemente algunos “modelos” políticos entrarán en crisis, cuando tengan que gobernar de verdad. A menos que, de alguna manera, desarrollen algo en el camino, que les dé continuidad a su movimiento. Tal vez, tomando las palabras de José Luis Pérez Guadalupe, si hacemos una transición de ser evangélicos políticos (casi todos ellos son pastores que insinúan o abiertamente hablan de teocracia) hacia convertirnos en políticos evangélicos, que trabajen abiertamente desde la ciudadanía, buscando el bien común para todos. Quizá aquí more la esperanza.

jueves, 25 de enero de 2018

Francisco en el Perú

El Papa, en el Perú, vino, vio y venció. Fuera de las discusiones numéricas sobre los asistentes a los eventos de Lima, Trujillo y Puerto Maldonado, incluso si asumimos las cifras más conservadoras podemos considerar su visita como muy exitosa, en especial si la comparamos con lo ocurrido en Chile, donde Francisco tuvo mayores resistencias debido al mediático caso Karadima y al accionar del obispo Barros, que según los testimonios trató de ocultar lo sucedido. Todo, a pesar de mensajes controvertidos como el que dio en Puerto Maldonado, a favor de los pueblos selváticos originarios y en contra de la voracidad extractivista. O a los silencios, como el caso Sodalicio, que hiede hace tiempo en el país. 

Los evangélicos hemos visto de reojo toda la ebullición vivida con diversas reacciones, desde el silencio respetuoso hasta la mención de la “demoníaca” palabra ecumenismo ante una foto de algunos representantes de iglesias evangélicas históricas con el Papa, antes de la misa que dio en la base aérea de Las Palmas. Yo que pensaba que tras la colaboración íntima que muchos grupos evangélicos han tenido con el catolicismo en las marchas pro-vida y movimientos tipo #conmishijosnotemetas (no olvidemos que el marco ideológico pro-vida fue configurado en el Vaticano), ya el viejo recelo católico-evangélico había sido superado. Pero parece que no es así. Los mensajes de oposición a la reunión protocolar, inocua además, si es que se lee el comunicado que fue entregado a Francisco, han sido agresivos y han mostrado con claridad el dominio de ciertas escatologías en el imaginario popular de ciertos sectores evangélicos. Es muy peruano esto: acepto la colaboración velada (en los movimientos pro-vida) pero no acepto la foto explícita. Hipocresía, a fin de cuentas. 

Sí, cientos de miles fueron a ver a Francisco. Ante ello, varios han hablado de que el Perú es un país cristiano, de mucha fe. Han inflado el pecho, orgullosos. ¿De verdad podemos decir esto? ¡Miren nuestro país, reventando en corrupción! El mismo Francisco ha dicho que la política está enferma, y creo que más en el Perú, donde hemos casi elegido dos veces a la representante del fujimorismo, los directores del gobierno más corrupto de la historia peruana. ¿De verdad, somos cristianos? ¿Seguimos los preceptos de Cristo? Los funcionarios públicos roban, los políticos velan por sus propios intereses, los policías piden coimas y nosotros las pagamos, somos indiferentes ante el dolor ajeno, manejamos horrible, no nos importa el otro, botamos la basura en cualquier lugar, contaminamos con desparpajo, golpeamos a nuestras parejas y le damos un cariz cultural a ese mal. De nuevo: ¿de verdad, somos cristianos? No lo pregunto solo como mención a los hermanos católicos, nuestro lado evangélico tiene mucho que aportar al respecto. 

El Perú se cae a pedazos y si la moral no es algo importante es, en parte, por responsabilidad de las iglesias. Todas, sin excepción, por acción u omisión. Ya somos el veinte por ciento de la población en el Perú (más de seis millones de evangélicos) pero Odebrecht nos domina, el fujimorismo es mayoría en el Congreso con nuestra venia, buscamos los privilegios que tiene la Iglesia Católica para nosotros. Hemos, pues, de cambiar. Hemos, pues, de poner nuestro grano de arena más allá de lo pro-vida y de la anti-homosexualidad que es casi lo único que parece importar, las únicas palabras de nuestro discurso monotemático. Debemos, por lo tanto, avanzar. ¿Hacia dónde? Mi impresión, desde una perspectiva ideológica, es que los teólogos evangélicos deben trabajar en una teología social evangélica que trascienda denominaciones, y que pueda ser reconocida por todos. Una que recalque el papel del ser humano más allá de su condición caída, que lo reconozca en el contexto de la economía, la sociedad y la cultura enfatizando su condición de creatura de Dios, que defienda la moral y ética cristianas como alternativas a un país en crisis y que ubique a los cristianos como personas en un entorno social que no buscan el poder por mero derecho de una posición de dominio (como es sugerido por el mensaje neopentecostal) sino que podemos acceder a él para servir a la ciudadanía como un todo, sin importar su clase social, su color de piel, su orientación sexual o su religión. Ya hay cosas escritas, por supuesto, pero creo que se hace necesario seguir construyendo hacia esta dirección.

miércoles, 10 de enero de 2018

Pronunciamiento Núcleo Perú - FTL

El Perú acaba de tener un proceso de vacancia presidencial y, tras él, Fujimori fue liberado. Muchas voces claman. El ambiente se pone más convulso, y amenaza ponerse peor. Ante esto, la Fraternidad Teológica Latinoamericana Núcleo Perú (grupo al que pertenezco) se pronuncia.