martes, 1 de noviembre de 2011

Siempre con cuidado

No me cansaré de repetir, a costa de parecer cansino y monótono, que el acercamiento al texto bíblico debe ser con mucho respeto, como penetrando en un lugar sagrado, con ansias de encontrar lo que Dios quiere decir. Acercarse a la Biblia debe ser reverente, debe motivarnos a prepararnos en serio, a no ser advenedizos, a conocer lo más posible del escenario histórico y social al que nos estamos aproximando, comprendiendo que la Biblia no es plana, que es muy distinta la situación de Abraham, de los tiempos de la judicatura, del exilio o de los años de la predicación de Cristo, siendo plenamente conscientes de nuestros particulares sesgos, evitando introducir categorías modernas en textos tan antiguos como, por ejemplo, la historia de Job. Para leer por leer está el periódico o Facebook.

Con pena, creo que tampoco dejaré de encontrar abiertas distorsiones al texto. Conste que la Biblia tiene harto espacio para la saludable discrepancia dependiendo del código hermenéutico que estamos utilizando. Por ello, existirán en muchos casos distintos acercamientos y conclusiones de lo dicho en la Palabra. Alguna vez me refería a eso como la teoría de las bandas, por donde sanamente pueden discurrir las interpretaciones que enfatizarán en una u otra cosa. Sin embargo, siempre se encontrarán textos y opiniones que rayan en lo no cristiano. Y, para hacer las cosas peores, los que dan estas opiniones suelen estar enfermos del virus sectario, esto es, creen que su interpretación es la única correcta, mirando con menosprecio y orgullo a los que piensan diferente. Son agresivos, maniqueos, obcecados; les es imposible ver la realidad desde otros ojos. Son ciegos en la práctica. 

Lo sé, es repetitivo. Pero real. La eisegesis que se lee es tan descarada, que sorprende que cristianos serios caigan al embrujo de antojadizas interpretaciones. Pero caen, y literalmente parecen como si estuvieran recién enamorados (la verdad, es impresionante el poder que tiene el pensamiento sectario en la gente), presos de una aparente buena nueva, que no es más que un espejismo que se hará real cuando las verdaderas intenciones de las personas salgan a la luz. ¿Qué hacer cuando nos encontramos con una situación como esta? 

Seriedad ante el texto, es y será lo más importante. No perdamos la diligencia y hagamos nuestro trabajo cuando estudiemos la Biblia. Pablo no dijo en vano que todo debe ser examinado, pero tras esa revisión de la oferta de enseñanzas, solo debemos quedarnos con lo que es de verdad bueno, lo que pasa las pruebas, lo que tiene valor, lo que viene de sanas intenciones. Examinar lo que quieren vendernos es una tarea irrenunciable, pero parece que con demasiada frecuencia, por flojera, dejadez, falta de tiempo, agotamiento, o por el carisma de los encantadores de serpientes, olvidamos eso, y terminamos tragando tremendos camellos que nos traerán mucho dolor en el mediano plazo. Muchos intentan justificar sus ideas o ideologías con textos bíblicos, casi siempre de maneras endebles y forzadas, y nuestro trabajo será siempre detectarlos. Y descartarlos, para bien de nosotros mismos, de nuestras comunidades de fe y de nuestras iglesias. Separar el trigo y la cizaña es una función que debe realizarse ¡siempre!

4 comentarios:

Cerebro Musical dijo...

Esto funcionaría en un mundo ideal, aquél mundo de la fantasía, con hadas, faunos y sátiros, pero (creo yo) inaplicable en la realidad, porque los cristianos evangélicos descendemos de la tradición protestante -sola scriptura, solo christo, sola gratia, sola fide y el sacerdocio universal de todos los creyentes- con esto como bandera, teóricamente, cada creyente puede, para bien o para mal, acercarse al texto bíblico e interpretarlo como su intelecto, experiencia de vida, contexto y espiritualidad se lo permita. La historia nos ha demostrado que esto no siempre da buenos resultados, pero es lo que tenemos y lo que deberíamos defender.

Por otro lado, ya no estamos en épocas de enciclopedismo o la ilustración, ya no están Hegel y Schopenhauer discutiendo entre sí sobre idea y voluntad; estamos en épocas postmodernas, es el consumismo el sello de la época, con una involución intelectual como fenómeno mundial, con una espiritualudad menos razonada y más sensitiva; es difícil pretender cierta rigurosidad o método en el cristiano de a pie, ni siquiera en alumnos de los seminarios teológicos o institutos bíblicos se nota consistencia al acercarse al texto bíblico (salvo contadas excepciones), no hay espíritu crítico, sólo la repetición de viejas y dogmáticas fórmulas, acompañadas de mitos, supersticiones y supuestos sobre el cristianismo.

No creo que insistir y exigir hermenéutica o exégesis sea el camino (aunque lo desearía), sólo equilibrio emocional, deseo de aprender, apertura de pensamiento, "compresión lectora", y sincero amor por Dios serán suficientes, y errores de interpretación siempre habrán, unos más y otros menos heréticos, pero siempre estarán ahí; algunos no nos gustarán, no encajarán con nuestros conceptos y esquemas, pero igual son válidas y cumplen su labor y parte dentro del universo cristiano.

Unknown dijo...

Abel, Dios te bendiga.
Veo con agrado que has vuelto a escribir. Veo en este artículo, un Abel que no me es fácil de reconocer juzgado atraves de la mayoría de los escritos de tu blog, pero debo decir que me agrada lo que has escrito en este artículo, y desearía ver que el pensamiento que expresas aquí, sea reflejado en tus otros artículos. Concuwerdo contigo en lo que dices respecto de la forma de acercarse al texto sagrado. Debo decir, sinembargo, que me parece inadecuada tu referencia a deasrraigar la cizaña del trigo, queriendo decir que hay que desterrar las malas interpretaciones y cosas de esa índole, pues ha de saberse que la comparación es discordante por el significado del texto que habla de la cizaña, pues allí, no se la manda a arrancar con una acción del hombre, ni en este tiempo. Por ello pierde fueza tu correcto llamado a que excluyamos las interpretaciones antojadizas, erróneas, etc.
En referencia a lo dicho por Yoel, pienso que es demasiado simplista y conformista el pensar que por que los tiempos han cambiado debamos de dejar de hacer lo que es sano y correcto hacer acerca del texto bíblico. Eso sería un conformismo peligroso. Hay que recordar que siempre que los creyentes han hecho eso, conformándose a nuevos pensamientos y épocas mas que al verdadero e´spíritu del texto bíblico, los creyentes hemos tenido que enfrentar mas dúras pruebas y luchas para rescatar la autoridad de la palabra. La historia es amplia en mostrarnos eso.

Abel dijo...

Yoel:

No sé, para mi el mundo ideal no está lleno de faunos y hadas. Tiene una composición distinta ;-). Mi texto se centra en lo siguiente: sin interesar tu contexto cultural y temporal (aclaro eso porque tengo muy presente el postmodernismo actual con el predominio de las sensaciones y el poco énfasis a la profundización) lo que debemos tener es profunda diligencia en la aproximación a la Biblia. Sea yo un hijo de la iglesia emergente, un carismático, un bautista del sur de los Estados Unidos o un católico jesuita, sea "sentimental" o "hermenéutico" (por llamarlo de alguna manera) siempre mi aproximación debe ser respetuosa, sincera, buscando al Espíritu Santo, y cuidadosa. Eso, lamentablemente, no se ve. Resalto el asunto hermenéutico porque ese es mi sesgo particular, pero ahora muchos hacen lo que se le da la gana. Imponen ideologías o crean "teologías" desde un versículo.

Ahora, soy protestante, y esa es mi tradición, como es la tuya (me parece). Coincido que debemos recalcar eso, insistiendo en la diligencia como ya dije.

Un saludo. Gracias por comentar.

Abel

Abel dijo...

William:

Hola. Como es evidente, no tengo tanto tiempo como para escribir en el blog. Inclusive, me parece que... te debo una respuesta respecto al tema del diezmo, si mal no recuerdo. La vida y sus ocupaciones son algo cruel a veces, y te alejan de las cosas que te gustan. Y en mi caso, eso se aplica a escribir este blog.

Tienes razón en lo del trigo y la cizaña. Sé el significado real. Solo tomé la metáfora como idea de que el cristiano debe ver las muchas interpretaciones existentes y discriminarlas, tal cual se hace en el ejemplo de la parábola.

Un saludo para ti. Gracias por tu comentario.

Abel