
Podemos seguir con la casuística bíblica de los J(T,N), ahondando más en la misma idea. Cada época, una aproximación, cada época, un Dios. Bien dice José María Castillo cuando piensa que “…Dios no está a nuestro alcance. Nadie lo ha visto. Y nadie sabe, ni puede saber, cómo es exactamente. Porque Dios, por definición, es el “Trascendente”, es decir, que nos “trasciende”. Y eso significa que está más allá de todo lo que nosotros podemos comprender con nuestra limitada capacidad de saber y de entender. Pero, además de eso, a los cristianos se nos complica más todo este asunto. Porque cualquier ser humano, cuando pronuncia la palabra “Dios”, en realidad está pronunciando una palabra que tiene muchos significados. Los entendidos le llaman a eso una palabra “polisémica”, que quiere decir lo que acabo de indicar: una palabra que tiene significados, a veces, enteramente distintos” (5). Estos significados provocan las cincuenta épocas con sus cincuenta “dioses” ―por decirlo de alguna manera―. Enfatizo: no distintos dioses, sí distintos acercamientos. Son las mil caras de Dios, que se adapta a nuestras circunstancias, a nuestra vida, a nuestro andar paso a paso. Camina con la historia y según ésta vaya evolucionando se manifiesta, cambiando de rostro, enfatizando ciertas cosas de su ser Absoluto; en otro momento gira, muestra otro ángulo desconocido. Es, desde nuestros ojos, un Dios variable (porque siempre observamos algo diferente de Él), pero desde su punto de vista, un Dios demasiado grande para nuestra comprensión que va resaltando aspectos diversos de Él según el ser humano, conciente o inconcientemente, lo requiera.
J(T,N) es una aproximación condicionada por muchas cosas. ¿Qué hace que las aproximaciones se alejen las unas de las otras, condicionando los resultados? La cultura, las circunstancias y caracteres de los escritores y editores, el nivel de los relatos épicos y mitológicos, la influencia de naciones extranjeras vía el comercio o la invasión militar, etcétera. Por ello, con mis ojos, mi vida y mi cosmovisión, traduzco a Dios, creando mi J(T,N) particular.
Hagamos un ejercicio ahora. De todos los J(T,N) de la historia, tomemos un subconjunto de ellos, circunscritos a la era bíblica y más aún, delimitados por su aparición en la Biblia. Nos preguntamos: ¿Existen niveles de aproximación? Dicho de otra manera, ¿Dentro de mi subconjunto hay algunos J(T,N) más cercanos a J que otros? La respuesta es sí. En términos gruesos, puedo decir que la aproximación de Abraham es menor a la de Moisés; ésta menor a la exílica y ésta menor a la apostólica. Esta última seria la imagen definitiva del subconjunto que decidí tomar al comienzo (acotado en la Biblia), ya que compartieron la maravillosa experiencia de la vida en la tierra con Jesucristo, la imagen del Dios invisible. En palabras de José María Castillo, “En el evangelio de Juan hay unas palabras que nos tienen que hacer pensar: “A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único del Padre es quien nos lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Con esto, el Evangelio nos quiere decir que Dios no está a nuestro alcance, o sea que supera nuestra capacidad de comprensión. Y por eso nadie lo puede conocer. ¿Cómo podemos, entonces, saber cómo es Dios? No cualquier Dios, sino precisamente Dios tal como se nos ha revelado en Jesús, el Hijo único del Padre. Pues bien, para saber eso, el único camino que tenemos es conocer a Jesús. Por eso, el mismo Jesús le dijo a uno de sus apóstoles: “Felipe, el que me ve a mí está viendo al Padre” (Jn 14, 9). Es decir, ver a Jesús es ver a Dios. O sea, en Jesús aprendemos la manera de pensar de Dios, lo que le gusta y lo que no le gusta a Dios, las costumbres de Dios y sus preferencias. Todo lo que nos puede interesar sobre Dios, lo tenemos y lo encontramos en Jesús” (6)
¿Qué elementos podemos extraer de esta imagen definitiva? La certeza de que Dios es amor, es verdad, es vida, que abandonó su divinidad para encarnarse y morir en sacrificio definitivo por nosotros, que no cambia porque es perfecto y no muta. Esta imagen apostólica es superior a todas las del subconjunto que tomé, por lo tanto, es la que prevalece.
Considerando las aproximaciones condicionadas y la visión apostólica como imagen definitiva dentro del subconjunto de J(T,N), pregunto lo siguiente: ¿Debemos asumir la literalidad de todo lo que se escribió en un momento histórico determinado, siendo consientes de la aproximación condicionada a la que los textos se vieron expuestas? Mi respuesta es un rotundo no. Entonces, ¿Cómo filtro los textos para depurar las corrupciones de la literalidad? Creo que lo adecuado es examinar las menores aproximaciones en término de la mayor; esto es, examino los textos más antiguos en función de la imagen definitiva.
Por ejemplo tomemos los siguientes textos:
“Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra” (Jos. 6:2, RV60)
“Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas y los asnos” (Jos. 6:21, RV60)
Evidentemente ambos no coinciden con la imagen definitiva. En Josué el mensaje es de muerte y destrucción; en los evangelios la fuerza está en la vida, la redención y la salvación. Citando a José María Castillo, “…es evidente que el Dios nacionalista, el “Señor de los ejércitos” y, a veces, el Dios violento, que se lee en algunos textos del Antiguo Testamento, no coincide con el Padre del que habla Jesús, ni se parece casi en nada a lo que hacía y decía el mismo Jesús” (7). Teniendo en cuenta el criterio de examinar los textos precederos en función de la imagen definitiva, ¿cómo queda el pasaje de la toma de Jericó? Pues la muerte reinante no es más que contaminación humana. La puso el hombre, hijo de su época, atribuyendo su accionar sangriento a Dios para validar su proceder. Asumir que Dios mandaba una matanza era normal en su época y, por supuesto, las tribus que formaron Israel no fueron la excepción. ¿Por qué habrían de serlo? Entonces, ¿Dios mandó el exterminio? La respuesta bajo la perspectiva de Jesús, la imagen definitiva, es rotundamente negativa. Esto me lleva a una conclusión provocadora, de aceptación difícil y profundamente debatible en los ambientes evangélicos latinoamericanos: no todo lo que está escrito en la Biblia explícitamente mencionado como “Jehová dijo” es algo que, realmente, Dios exclamó. O, expresado como trabalenguas redundante: no dijo todo lo que dijeron que dijo.
Esta perspectiva, entre otras cosas, nos ayuda a explicar la aparente contradicción entre el Dios justo y violento del Antiguo Testamento con el Dios amoroso dispuesto a morir por su criatura del Nuevo Testamento sin crear modelos teológicos tan forzados como el dispensacionalismo. Dios no cambia jamás, el hombre sí. Jesús mostró al Padre ante nosotros no como una fotografía nueva o un cambio de imagen por una estrategia de mercadotecnia, sino que dio a conocer lo que siempre fue y será. Por ello, algunos textos del Antiguo Testamento entran en aparente contradicción con la revelación de Cristo porque están contaminados. ¿A pesar de esto, Dios utiliza la Biblia? Sí, a pesar de eso, Dios la usa enormemente como vehículo de su palabra y mecanismo de su revelación, como repositorio de su Ley y narrativa de la experiencia de creyentes de muchas épocas distintas, como el lugar de la enseñanza más importante que el ser humano debe recibir ¿Qué hago, entonces? ¿Desechar el Antiguo Testamento? Nunca, porque la Palabra de Dios también está allí. Cabe hacer lo que ya se dijo: escudriñar la Palabra siempre desde una perspectiva teológica. Esta es nuestra herramienta fundamental que evitará que nos perdamos en los vericuetos literalistas que abundan enormemente en todas partes.
Referencias
(5) José María Castillo. Humanizar a Dios. Málaga: Ediciones Manantial, 2005. Citado en http://www.monjaguerrillera.com.ar/?p=876
(6) José María Castillo. Humanizar a Dios. Málaga: Ediciones Manantial, 2005. Citado en http://www.monjaguerrillera.com.ar/?p=876
(7) José María Castillo. Humanizar a Dios. Málaga: Ediciones Manantial, 2005. Citado en http://www.monjaguerrillera.com.ar/?p=876
(8) La imagen se extrae de http://mlozano.blogia.com/upload/20070310174600-jesucristo-con-sol.jpg