Juan Rebelde: Pastor Anás, quiero hablar con usted.
Pastor Anás: Dime Juan, ¿Sobre qué quieres conversar?
Juan Rebelde: Bueno, es algo que creo que importante, y usted, como pastor titular, me puede dar respuesta a mis preguntas.
Pastor Anás: Soy todo oídos.
Juan Rebelde: Bueno… he observado que en todos los años que la iglesia tiene en este lugar no hemos logrado evangelizar a NADIE de la cuadra en la que estamos, peor aún, a nadie de la urbanización, y eso me parece muy extraño.
Pastor Anás: Juan, ¿No recuerdas ese pasaje que dice que los cristianos tendremos oposición? Es eso lo que está pasando.
Juan Rebelde: Puede ser, pero estaba considerando otros detalles que creo pueden explicar un poco mejor la situación. No sé, quizá me equivoque…
Pastor Anás: Hablo con las palabras de la Biblia. ¿Lo comprendes?
Juan Rebelde: Sí, pero mire pastor: tenemos un culto en la mañana, y un culto en la noche los domingos, sin contar la academia bíblica de los jueves en la noche. Y vienen muchos carros que ocupan toda la cuadra para estacionar, y han dañado muchos jardines.
Pastor Anás: Las calles son libres.
Juan Rebelde: Pero nosotros las acaparamos, y son del resto también. ¡Algunos hermanos inclusive estacionan delante de las cocheras de las casas! Ahora, tenemos un ensayo de la alabanza los miércoles de 8 a 11 de la noche (por lo menos), y para saber cuánto ruido hacemos, fui a la casa que está exactamente detrás de la iglesia, y le pedí permiso a los dueños para entrar y escuchar desde allí. Pastor, ¡Nadie podría dormir con esa bulla!
Pastor Anás: No creo que sea un problema serio. Además, tratamos de hacer el menor ruido posible.
Juan Rebelde: Pero no se logra y peor con las voces de nuestro coro que no son tan armónicas como quisieramos... Otra cosa es la bronca con la vecina de al lado, que nos odia. Un sentimiento así no viene de la nada, así que pensé que eso tiene relación con la rotura del tubo de nuestro tanque cisterna que inundó toda su casa. Creo que no pagamos por los daños.
Pastor Anás: No fue nuestra responsabilidad.
Juan Rebelde: Pero la rotura fue en nuestra cisterna y dañó las paredes de la vecina y no hicimos nada por repararlo. ¿No es suficiente motivo para que nos odie? ¡Nos hicimos los locos con el problema!
Pastor Anás: Eso es discutible.
Juan Rebelde: Más aún. Hace como un año la dirigencia de la urbanización pidió nuestro apoyo para ayudar en la reparación del parque, con plantación de árboles, siembra de pasto nuevo, flores y esas cosas. Todo el barrio colaboró, excepto nosotros.
Pastor Anás: Esos dos días teníamos la gran campaña evangelística con el Reverendo Trinquete que viajó aquí especialmente para nosotros. Y es más importante predicar el evangelio que ir a sembrar hierbitas. A propósito, no recuerdo haberte visto en esa campaña, ¡Y yo insistí por un mes que era importantísimo que todos los miembros de la iglesia tenían que estar allí!
Juan Rebelde: Pero pastor… a la gente del barrio no le gustó nada nuestra ausencia. O sea, póngase a pensar. Esa iglesia que llena de carros toda una cuadra los domingos y los jueves, que hace bulla los miércoles en la noche y no deja dormir, que no le arregla los daños a una vecina, que no quiere venir a ayudar en algo que es por el bien de toda la comunidad. ¿Cree que con todos esos antecedentes alguna persona de aquí querrá venir a la iglesia?
Pastor Anás: Esos son criterios poco espirituales, Juan. Cuando el Espíritu Santo actúa en el corazón de una persona, nada puede evitar que esa persona llegue a la iglesia. ¡Es el espíritu trabajando! Ante esa realidad, minucias como las que mencionan no tienen importancia.
Juan Rebelde: ¿Cómo que no tienen importancia? La puerta del evangelio se les ha cerrado ¡Por nuestra culpa!
Pastor Anás: Eso no es así. Estas justificando el pecado de esa gente. Son enemigos de Dios, no lo olvides. Hay una brecha, como la que separaba al seno de Abraham del lugar de tormento. Si quieres hacer algo por ellos, no los justifiques. ¡Ora! ¡Predica!
Juan Rebelde: Ya oro por ellos, pero también me involucro con ellos. Los quiero ganar con mi vida y no con mis gritos con un megáfono.
Pastor Anás: ¿Qué insinuas?
Juan Rebelde: Nada pastor. En fin, sólo quería decirle eso y, como le decía, quizá esté totalmente equivocado.
Pastor Anás: Lo estás.
Juan Rebelde: Me tengo que ir. A propósito… no fui a la campaña del Reverendo Trinquete porque estuve sembrando hierbitas en el parque.
Pastor Anás: Dime Juan, ¿Sobre qué quieres conversar?
Juan Rebelde: Bueno, es algo que creo que importante, y usted, como pastor titular, me puede dar respuesta a mis preguntas.
Pastor Anás: Soy todo oídos.
Juan Rebelde: Bueno… he observado que en todos los años que la iglesia tiene en este lugar no hemos logrado evangelizar a NADIE de la cuadra en la que estamos, peor aún, a nadie de la urbanización, y eso me parece muy extraño.
Pastor Anás: Juan, ¿No recuerdas ese pasaje que dice que los cristianos tendremos oposición? Es eso lo que está pasando.
Juan Rebelde: Puede ser, pero estaba considerando otros detalles que creo pueden explicar un poco mejor la situación. No sé, quizá me equivoque…
Pastor Anás: Hablo con las palabras de la Biblia. ¿Lo comprendes?
Juan Rebelde: Sí, pero mire pastor: tenemos un culto en la mañana, y un culto en la noche los domingos, sin contar la academia bíblica de los jueves en la noche. Y vienen muchos carros que ocupan toda la cuadra para estacionar, y han dañado muchos jardines.
Pastor Anás: Las calles son libres.
Juan Rebelde: Pero nosotros las acaparamos, y son del resto también. ¡Algunos hermanos inclusive estacionan delante de las cocheras de las casas! Ahora, tenemos un ensayo de la alabanza los miércoles de 8 a 11 de la noche (por lo menos), y para saber cuánto ruido hacemos, fui a la casa que está exactamente detrás de la iglesia, y le pedí permiso a los dueños para entrar y escuchar desde allí. Pastor, ¡Nadie podría dormir con esa bulla!
Pastor Anás: No creo que sea un problema serio. Además, tratamos de hacer el menor ruido posible.
Juan Rebelde: Pero no se logra y peor con las voces de nuestro coro que no son tan armónicas como quisieramos... Otra cosa es la bronca con la vecina de al lado, que nos odia. Un sentimiento así no viene de la nada, así que pensé que eso tiene relación con la rotura del tubo de nuestro tanque cisterna que inundó toda su casa. Creo que no pagamos por los daños.
Pastor Anás: No fue nuestra responsabilidad.
Juan Rebelde: Pero la rotura fue en nuestra cisterna y dañó las paredes de la vecina y no hicimos nada por repararlo. ¿No es suficiente motivo para que nos odie? ¡Nos hicimos los locos con el problema!
Pastor Anás: Eso es discutible.
Juan Rebelde: Más aún. Hace como un año la dirigencia de la urbanización pidió nuestro apoyo para ayudar en la reparación del parque, con plantación de árboles, siembra de pasto nuevo, flores y esas cosas. Todo el barrio colaboró, excepto nosotros.
Pastor Anás: Esos dos días teníamos la gran campaña evangelística con el Reverendo Trinquete que viajó aquí especialmente para nosotros. Y es más importante predicar el evangelio que ir a sembrar hierbitas. A propósito, no recuerdo haberte visto en esa campaña, ¡Y yo insistí por un mes que era importantísimo que todos los miembros de la iglesia tenían que estar allí!
Juan Rebelde: Pero pastor… a la gente del barrio no le gustó nada nuestra ausencia. O sea, póngase a pensar. Esa iglesia que llena de carros toda una cuadra los domingos y los jueves, que hace bulla los miércoles en la noche y no deja dormir, que no le arregla los daños a una vecina, que no quiere venir a ayudar en algo que es por el bien de toda la comunidad. ¿Cree que con todos esos antecedentes alguna persona de aquí querrá venir a la iglesia?
Pastor Anás: Esos son criterios poco espirituales, Juan. Cuando el Espíritu Santo actúa en el corazón de una persona, nada puede evitar que esa persona llegue a la iglesia. ¡Es el espíritu trabajando! Ante esa realidad, minucias como las que mencionan no tienen importancia.
Juan Rebelde: ¿Cómo que no tienen importancia? La puerta del evangelio se les ha cerrado ¡Por nuestra culpa!
Pastor Anás: Eso no es así. Estas justificando el pecado de esa gente. Son enemigos de Dios, no lo olvides. Hay una brecha, como la que separaba al seno de Abraham del lugar de tormento. Si quieres hacer algo por ellos, no los justifiques. ¡Ora! ¡Predica!
Juan Rebelde: Ya oro por ellos, pero también me involucro con ellos. Los quiero ganar con mi vida y no con mis gritos con un megáfono.
Pastor Anás: ¿Qué insinuas?
Juan Rebelde: Nada pastor. En fin, sólo quería decirle eso y, como le decía, quizá esté totalmente equivocado.
Pastor Anás: Lo estás.
Juan Rebelde: Me tengo que ir. A propósito… no fui a la campaña del Reverendo Trinquete porque estuve sembrando hierbitas en el parque.
18 comentarios:
"¡Nadie podría dormir con esa bulla!" cuando niño, al lado de mi casa sucedía eso, no recuerdo cuantas veces a la semana, creo que los domingos en la noche, sacaban dos parlantes inmensos (como los de las polladas) y hacían una bulla espantosa, creo que una vez se estacionaron en la vereda de la puerta de mi casa, la bulla no se justificaba, eran pocos, al menos no pasaban de 25 personas... y de verdad, yo los odiaba. para ellos todos éramos pecadores que no teníamos derecho a nada y menos al cielo... (e leo y me parece absurdo)
Es que hay una lógica detrás: hay un versículo bíblico que dice que la "Palabra de Dios nunca regresa vacía", esto es, que el hecho en sí de predicar hará un efecto en la gente que la escucha, a corto o mediano o largo plazo. ¡Es una manera de colaborar con la obra de Dios en la gente!! Por ello ponían los parlantes de polladas a todo volumen los domingos en la noche, porque creen que si tu escuchabas esa predicación, por más que la odiases, pues algún efecto hará en ti.
Claro que esa lógica no piensa en esa máxima que dice que mis derechos acaban en donde comienzas los de los demás. Mucha bulla los domingos, no podías dormir. ¡Eso no es importante!!! ¡Lo importante es que se está plantando una semilla en ti!!!
Yo no creo que se plante ninguna semilla de esa manera (es un sutil animismo, ¿no te parece?). Al contrario, se generan antipatías y se desvirtúa el verdadero mensaje cristiano, la enseñanza que Cristo nos trajo: el amor al prójimo (que debe expresarse en cosas concretas como dejarlo dormir), la esperanza, el respeto por el otro, y muchas otras cosas.
Un saludo para ti.
Muy rico todo.
Saludos en Cristo.
Gracias por leer el blog, Nicolás.
Saludos para ti.
Estos tus post con el Pastor Anás son de lo mejor. A veces los siento aludido, no sin razón.
Ah,este capitulo esta genial!!
Sobre todo en nuestros paises que los templos estan muy cerca de las casas,esto de que la iglesia "hace bulla hasta tarde" y casualmente tiene mala fama con los vecinos, es muy comun.En la ciudad donde naci habia una conocida como "la discoteca",no hay que explicar porque.Con eso de somos locos para el mundo y hay ataques del enemigo contra la iglesia,nos descuidamos de ser sal y luz.
Saludos cordiales!!
Hola Abel:
Recien vengo conociendo tu blog y lo poco que he leído me ha gustado, yo también creo en la crítica responsable y la racionalidad.
Respecto al post en sí, es uno de los mitos a cazar (hay decenas de ellos). O evangelizamos metiendoles el megáfono hasta la puerta o no hacemos absolutamente nada.
En ambas el respeto por el individuo se pierde por completo.
Estos canutos lo único que saben hacer es meter bulla hasta dejarnos sordos
Me dijo un amigo una vez porque uno de estos grupos con megáfono se pararon frente a su casa hablando del evangelio y de paso molestando con el ruido a toda la comunidad alrededor, además el chico este es músico así que en ese momento le cortaron la inspiración.
De paso en mi casa también se han parado pentecostales a hablar con su megáfono y aunque soy cristiano y podría entenderlos mejor, al hablar con su megáfono me sentí igual de violentado que mi amigo.
Desconozco si estas prácticas tienen resultado positivo, lo dudo.
---
El segundo aspecto quizás es más profundo, no sólo porque es una verdad importante que se oculta, sino tambi´en por el aislamiento social (es más un concepto culturalmente heredado que otra cosa).
El ostracismo evangélico dice que el evangelismo es una operacion comando que se hace de vez en cuando. Lo gracioso es que cuando están los inconversos ahí les dicen que si se mueren sin tomar una decisión van a ir al infierno pero no se le muestra nada de esto el resto del tiempo.
Al mismo tiempo esto es una forma de transmitir a los creyentes de esas iglesias que no hace falta hacer el bien todo el tiempo ni relacionarse con inconversos amistosamente para hablarles de Cristo progresivamente, no, porque no puedes perder el tiempo en juntarte con "los mundanos" (otra forma de discriminación evangélica y ostracismo) aunque sea sólo para conocerlos.
Disculpa si he redactado un poco mal mis ideas pero me está dando sueño, no dormí hoy y tu sabes que pasa cuando no duermes bien.
Te voy a agregar a mis feeds para conocer tu estilo un poco mejor.
Me gustaría también tener tu opinión en mi blog, los temas (parece que ) son parecidos. La dirección está en el nickname.
Pues... ya lo ven, no soy la única que se queja de la "bullaza" que hacen los fines de semana mi vecina y su grey. REPLOP!!
A propósito, cierto que el Evangelio dice que donde se reúnen dos o más en nombre de Dios, allí está Él: pero de allí a pensar que Dios te ha dado permiso de usar la calle como si fuera un parking privado pues... como que ni es lógico ni contribuye a la buena imagen.
Acá mi vecinita Anasita se sigue encargando eficazmente de liquidar mi espíritu ecuménico con sus delirios mesiánicos. Ahora dice que ella ahuyenta a la Muerte. ¡De verdad! Y esto te lo cuento como se lo cuento q otros amigos evangélicos, que (aunque no parezca) tengo algunos, y muy buenos... pero ellos JAMAS me han pretendido llevar a sus cultos.
De repente el pastor Anás los está condenando por ser negligentes con mi alma :-)
Hola Abel; respeto tu religión, y más, tu sentido de autocrítica. Entiendo que cada quien es libre de escoger su camino a Dios; yo pregunto... de qué sirve rezarle a Dios si nuestro vecino de al lado que es nuestro prójimo más próximo, nos importa un pepino? eso tiene un nombre, y lamentablemente es: hipocresía.
Julián.
Daniel: Ninguna intención de aludirte. Aunque no te conozco personalmente, me es difícil imaginarte colocando un parlante llamando a misa de 7 de la mañana el domingo, ¿o sí??? ;) ;) ;)
Brisa, tienes toda la razón, nos olvidamos que debemos ser sal y luz, o quizá entendemos mal lo que eso signfica.
Saludos
FFuentes:
Gracias por tu largo comentario. Iré a tu blog y te comentaré también.
Saludos,
¡Danza! Me alegra verte por aquí. Muchos se quejan por la bullaza, incluso yo mismo, como evangélico. Espero que aprendamos a ser más considerados con aquellos que no comparten nuestras creencias y que merecen todo el respeto del mundo.
Saludos para ti.
Julián: lamentablemente la hipocresía se ve demasiado dentro de los templos religiosos, un doble comportamiento, un doble mensaje.
¿Qué hacer ante eso? ¿Irnos? ¿Dejar la fe? No, creo que es necesario construir desde la autocrítica una opción que nos haga más como la imagen de Jesús. ¿Díficil?? Sí, extremadamente, pero hay que intentarlo.
¡Que malos son los pastores! ¿verdad? nada bueno que decir de ellos, ni de las iglesias
Anónimo, tu comentario me parece que tiene una trampa implícita ¿o me equivoco????
El problema no es el pastor como persona sino algunas de sus actitudes. El problema no es la iglesia, sino algunos de sus énfasis y teologías. Hay muuuuuchos blogs en donde se dicen las cosas buenas, y pocos que resaltan las taras con el afan de cambiarlas (actitudes, énfasis, teologías). Ya sabes por dónde va este.
Como he dicho antes, puedo ser crítico conmigo mismo (en este caso, la iglesia protestante a la que pertenezco por fe y vocación) pero no renuncio a mi, no me considero apátrida ni paria. Sigo siendo muy protestante.
Saludos para ti.
¡Es l primera vez que paso por este blog y me encantó este cuentito que tiene tanto de realidad.¡Muy bien!
El Señor te continúe bendiciendo.
Isa:
Gracias por tu comentario. Que Dios te bendiga a ti también.
Saludos,
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