viernes, 20 de octubre de 2006

Hermano, nos vemos luego


Como dijo el Señor en la cruz casi al final de su agonía, "Todo está cumplido" (Jn. 19:30, Biblia de Jerusalén). Mi hermano Gabriel finalmente, luego de once meses de lucha contra la leucemía, pasó a la presencia del Señor.

Era el tiempo. Ya sufría demasiado.

Fue un tiempo difícil. Cuando le detectaron la enfermedad, en la mañana del 2 de Noviembre del 2005, y en las semanas posteriores, tuve la crisis de fe más grande de toda mi vida, al punto de estar cerca de dejar el cristianismo, de descartar a Dios, de preferir ese infierno futuro de fuego y oscuridad a la barata promesa de una nube y un arpa en el cielo, todo para poder estar lejos de la presencia divina que colocaba a mi familia una carga demasiado pesada. No lo podía soportar. Decía: "Dios, ¡Te equivocaste de persona! ¡Era yo, era yo a quien debías tocar! ¿Por qué todo esto?" Sin embargo, las cosas fueron cambiando poco a poco.

En Agosto viajé junto a mi esposa Dorcas y mis amigos Miguel Paredes y Francisco Meza a Cusco, Puno y Arequipa. En Puno, (3,800 metros sobre el nivel del mar) a las 11 de la noche y con un frío que debía estar cerca a los cero grados, estuve con Miguel en una mesa del comedor del hostal en donde nos hospedamos, conversando de muchas cosas -el proyecto misiológico en el que estamos embarcados hoy, su partida al MIT, la vueltita al lago que dimos en la tarde-. Entre ellas, el asunto de mi hermano, recién desahuciado por los médicos. ¿Podemos encontrarle un sentido a esta situación? ¿Una pizca de justicia? ¿Sucederá el milagro?

Intentaba pensar en ese momento, mientras tomaba el café casi helado. Recordé al Señor Jesucristo, muriendo joven. Y estaba a punto de llorar, tratando de hallar una salida, un bálsamo, algo que me calme en ese momento. Seguía pensando en Jesucristo y su obra, en su muerte, en su redentora muerte, como si tuviera la impresión, la sospecha que allí puedo encontrar algo de paz. Recuerdo decirle algo a Miguel sin aparentemente pensarlo demasiado:

"Hay personas que, aunque no lo entienda, tienen el sentido de su vida en su muerte"

En su muerte porque este evento, dolorosísimo, es el que debe ser el inicio, el movil, el detonante de una transformación de los que quedan en la tierra, de tal trascendencia que el efecto multiplicador que provoca la partida de la persona a quien amamos tiene años de duración. Cristo tuvo eso, aunque como era Dios, el valor de su muerte tiene consecuencias permanentes, infinitas. Nosotros, simples humanos, podemos tener el mismo sentido pero a una escala infinitesimal.

En este caso, mi hermano debía morir para que personas como yo, que aún caminamos en este planeta, despertemos a la realidad de la vida y hagamos lo que tenemos que realizar con pasión y sin miedos. Por ello, tras enterrar a mi hermano, siento que lo mejor que puedo hacer para recordarlo es tomar todo lo que Dios quiere mostrarme y corregir mi vida, enderezando la senda en pos de una existencia más santa y ceñida a la misión de Dios en la tierra. Borrar taras, pedir perdon y inspirarme en la valentía de mi hermano, su fortaleza al enfrentar la adversidad, el dolor y el destino final que sabía estaba por llegar. Porque mientras yo me hundía en el desaliento, él flotaba en la certeza del poder de Dios.

Al ver eso, salí del hoyo y volví a creer con más fuerza que antes.

Gabriel, clamo como David: "¡Jonatán! Por tu muerte estoy herido, hermano mío, Jonatán" (2 Sam. 1:25b Biblia de Jerusalén). ¿Sabes algo? Es un vacío muy grande el que tengo ahora. Quizá por esas estúpidas razones que el latinoamericanismo tiene, no fue demasiado afectivo ni te dije todo lo que hubiera sido necesario, pero quiero que sepas -se que no leerás esto, pero igual deseo escribirlo- que te quiero muchísimo y que tengo que darte gracias por todo, por tu vida, por nuestros juegos de infancia en la tierra de detrás de la casa, por ser mi testigo de boda, por mostrarme a través de esos increíbles amigos tuyos de tu universidad el valor de la solidaridad y el compañerismo sin condiciones (no olvidaré jamás el bus de San Marcos en la puerta de mi casa y el detalle hecho en tu honor de la bandera a media asta en el frontis de la facultad de Medicina Veterinaria), por ser mi hermano, por ser un importantísimo elemento de la obra de Dios en mi vida que ha hecho que sea un cristiano distinto el día de hoy.

Ya nos veremos después, allá arriba. No te olvides de guardarme un buen sitio. Hasta luego, castor.

17 comentarios:

El Ciberpastor dijo...

Abel
Entiendo por lo que pasas, yo también perdí un hermano (que tambien se llama Miguel).
Fue una muerte absurda, en un accidente de carro, pero ahora está en el cielo, donde hoy también está tu hermano.
Se como se siente el vacío, pero tambien conozco el consuelo que nos da Dios a través del Espíritu Santo.
Para el ya no hay dolor, hay gozo y alegría en presencia del Señor al que amo, para nosotros hay consuelo y una esperanza de verlo un día otra vez.
Estaré orando por ti, y confiando que la paz de Dios gobernara tu mente y pensamientos en Cristo Jesús.
Que Dios te siga bediciendo

Ricardo

MonjaGuerrillera dijo...

Reflejada en ciertos apsectos y muy conmovida.
Abrazos fuertísimos para mi hermano y amigo.

Anónimo dijo...

Muy estimado Abel; Dios te siga bendiciendo, en tu entrada y tu salida. Un abrazo fuerte. A todos nos ha tocado en algún momento ese trago tan amargo, esa despedida indeseada, a la vez un paso inevitable que daremos algunos hoy; otros mañana. Consuelos de parte de nuestro Dios...es un hasta luego; algún día nos reuniremos de nuevo...adelante amigo.

Anónimo dijo...

Amigo mio, hermano el alma, querida jirafa. Lamento mucho lo que te ha sucedido. Recien hoy me entero de esta noticia. Hubiera querido brindarte un apoyo pero nunca tuve la oportunidad. No pierdas tu fé en el señor, pues te recuerdo que tu fuiste una de las personas que me dio algunas pistas de donde se encuentra dios, pues a veces no lo vemos. No cambies. Maggi también te envía a sus condolencias. Fuerza Abel

Tu pata. El Pibe

Kike dijo...

No te conozco, y tal vez yo nunca haya pasado por una experiencia tan directa como la tuya. Pero el dolor nos hermana, al igual que la alegría.

Recibe un abrazo de otro cristiano, y cuenta con mis oraciones para que el Señor te dé fuerzas.

Gabriel dijo...

Querido Abel,

No hay muchas palabras. Gracias por compartir a tu hermano.

Hay algunos momentos durante el largo proceso de la pérdida en donde la compañía de los amigos hace bien. Cuenta conmigo.

Un abrazo sincero en tiempo de lágrimas,

Anónimo dijo...

Si no fuera por tu Fe, no podrías pasar por estos momentos con Esperanza.
Es alimentados por la Fe y la Esperanza que podemos decir ¿dónde está la Muerte, y dónde su victoria?
No has perdido un hermano. Has ganado un ángel guardián.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Recibe un abrazo fuerte, Abel!.
Este tren va muy rápido y volver a verlo no está lejos. Que Su amor y presencia llene tu vida.

Jaaziel dijo...

Querido hermano
Gracias por tener el valor de compartirlo.
El Señor sabia que necesitaba escucharlo... lo entenderas en mi blog.

Alex Rodriguez dijo...

Mi amado hermano, te acompaño en tu dolor, y a la vez en la celebración por la vida de tu santo hermano. Con mi hermano Jaaziel te doy gracias por compartir tu corazón.

Justo anoche me llamaron de Santo Domingo para informarme que uno de nuestros amigos mas cercanos (vaya, casi un hermano) estaba en sus horas finales. En este momento no he recibido la noticia final, pero ya lo hemos estado despidiendo desde anoche.

Te cuento esto porque tu nota es muy útil para consolarnos en este momento. Has traído las cosas en perspectiva. Mi esposa no es muy lectora de blogs, pero haré el intento de que lea esto que escribiste, creo que le hará bien.

Gracias de nuevo, y en la distancia, en lo que pueda servirte estoy a tu orden.

Tu hermano en amor incondicional,

A&R

Anónimo dijo...

Abel,
Tampoco tuve la oportunidad de brindarte mi apoyo y mis condolencias en su debida oportunidad en lo que creo que es una de los pérdidas más grandes que tuviste y tienes que afrontar. Lo hago ahora, talvez como alguien marginal, pero con un poco de fe en Dios, pues conozco de esta clase de dolor. Es grandioso ver que tu fe se fortalezca, a pesar de las adversidades. Esos once meses de vía crucis son parte de esa prueba de fe que nos es exigido a todos, y que tú los pasaste con éxito. Mis condolencias a ti y a tu familia. Roberto.

Abel dijo...

Ricardo, Gaby, Orlando, Carlos, Kike, Gabriel, Danza Invisible, Carolina, Jaaziel, Alexander, Roberto, Carlos:

¡Muchas gracias! La verdad no esperé recibir sus respuestas, sólo quería escribir algo en memoria de mi hermano, pero sus mensajes me reconfortaron, alegraron y emocionaron hasta casi las lágrimas (literalmente). Ha sido un detalle especial para mí de parte de todos ustedes, y es algo que no se olvidará nunca. Aunque el dolor y el vacío aún es fuerte, Dios está presente guardando y consolando el alma, y lo ha estado haciendo a través de mucha gente, entre ellos, ustedes.

Gracias por todo otra vez.

Un saludo desde Lima-Perú.

Abel.

El Perro dijo...

Hermano, gracias por compartir tu dolor pero sobre todo por compartir tu esperanza... El Señor ha tratado conmigo a través de tus líneas.

Maranatha!

Jose Menchon dijo...

te acompaño el sentimiento. Os encomendaré. Saludos!

Abel dijo...

Perro, Carlos, José, ¡Muchas gracias!!

Anónimo dijo...

Aunque suene reiterativo debo hacerlo, es lo mas honesto que siento decir: gracias por abrir tu corazón y dejarnos escuchar tus latidos. Solo hombres valientes pueden utilizar su dolor para traer cambio y reflexion a la vida de otros. Te llevo en oración y te testifico que tienes un hermano en Republica Dominiscana.

Un Abrazo...

Lenin

Abel dijo...

Lenin, muchas gracias por tus palabras.