sábado, 31 de mayo de 2008

Esas cosas que uno a veces no entiende (X)

Juan Rebelde ha sido citado por el Cuerpo Pastoral de su iglesia: Reverendo Anás (pastor titular), Pepe Caifás (pastor asistente), la hermana Jezabel (esposa del pastor Anás ), la obrera Safira (encargada del ministerio de niños) y el hermano Jorge Iscariote (a cargo del área de finanzas de la iglesia).


Pastor Anás: Juancito, hermano, ¿sabes por qué te hemos llamado?

Juan Rebelde: Pastor, no tengo idea.

Pastor Caifás: Juan, ¿estás seguro?

Juan Rebelde: La verdad no sé. Supongo que es algo serio porque me han llamado ante el Cuerpo Pastoral por primera vez. Pero ¿por qué?

Jezabel: Juancito, yo te conozco casi desde que eras un bebé, conozco muy bien a tu madre, una mujer entregada completamente al Señor y.... (sollozos)... no puedo entender esto que está pasando.

Juan Rebelde: Jezabel, es que la verdad no entiendo. Enseño en la academia bíblica sin faltar ni llegar tarde a ninguna clase y eso le consta al pastor Anás. Dirijo la célula de jóvenes y los cultos de los sábados sin falta y eso puede certificarlo el pastor Caifás. He ido a un par de campamentos de niños para ayudar y usted, hermana Safira, estaba allí. Estoy involucrado en mis ministerios de la iglesia con compromiso, renuncié a otras propuestas del seminario y la universidad por sugerencia del pastor Anás, no he tenido relaciones sexuales con mi enamorada, no he sido grosero con mis padres, vivo lo mejor posible. Por ello no entiendo nada de nada. Quizá sea por mis diezmos... hermano Iscariote, ¿me ha traído aquí por no pagar mis diezmos?

Jorge Iscariote: No Juan, no traemos a la gente al Cuerpo Pastoral por no pagar los diezmos.

Pastor Anás: Te explicaré Juan... ¿Has oído hablar de esa especie de célula que se reúne en diferentes casas con gente de muchas iglesias, gente rebelde y pedante, gente con poco espíritu de sumisión cristiana?

Juan Rebelde: ¿Se refiere al grupo que dirigen Juan y Santiago?

Pastor Caifás: Sí, ese grupito dirigido por esos dos ex-miembros de la iglesia.

Juan Rebelde: Por supuesto que conozco el grupo. Lo he visitado algunas veces. Como treinta personas, más o menos, no es poca cosa.

Pastor Anás: Alguien nos informó que más que visitarlo, has estado a cargo de él.

Juan Rebelde: Sí, he dirigido el grupo por un mes, ya que Juan y Santiago se fueron de vacaciones fuera del país, y me pidieron por favor si me podía hacer cargo, y yo acepté.

Pastor Anás: ¡Así nomás! ¿Sin consultarnos?

Juan Rebelde: ¿Y qué hubieran dicho?

Pastor Caifás: ¡Que no, por supuesto! ¡Esos cristianoides son de mala influencia!

Juan Rebelde: Y allí es donde discrepo. Usted habla por su resentimiento, por sus complejos y por su limitada forma de ver la misión de Dios en la tierra. No habla por el espíritu, sino por la carne.

Pastor Caifás: ¡Mis... mis... mis complejos! ¡Cómo te atreves, insolente!

Juan Rebelde: ¿Acaso miento? Mire pastor, la Palabra debe ser predicada en todo lugar, en todo tiempo y en toda oportunidad. Este grupo estaba necesitado, me lo pidieron y por supuesto acepté. ¿Descuidé mis ministerios aquí? No. ¿Mis clases en el seminario y la universidad? No. He hecho todo sin problemas y feliz, ¡porque pude enseñar de Dios! ¡Pude ser parte de la obra de Dios en la tierra! ¡Es lo mejor!

Pastor Anás: Ya eres parte de la misión aquí, Juan.

Juan Rebelde: ¿Y eso debe limitarme? Pastor, si conoce de una familia que necesita comida, ¿no le llevaría algo? Claro que sí. Si sabe de un grupo de cristianos que necesita de la enseñanza de la Biblia, ¿no iría? Por supuesto, y es lo que he hecho.

Obrera Safira: Juan, la denominación tiene estatutos y normas que por el solo hecho de tu membresía debes respetar. Y allí verás que no es posible participar en ningún otro ministerio de otra iglesia sin la autorización del pastor. Y verás que si es algo con otra denominación, es más estricto, porque no se puede participar de ninguna manera. Y en este caso... ni siquiera es denominación. ¿Los podemos llamar iglesia? ¿los podemos llamar cristianos?

Juan Rebelde: Bueno, veo que esos estatutos son del tiempo del Ku Klux Klan. ¡No nos sirven! ¿No se dan cuenta que limitan la acción del Espíritu Santo? ¿Están ciegos acaso? ¡No puedo creerlo! Yo los hacía con un mayor discernimiento espiritual.

Pastor Anás: Juan, veo que eres impetuoso por tu juventud, y esos es bueno. Pero hay que respetar las tradiciones que nos dan la identidad. Los estatutos son importantes, lo mismo que el consejo de personas con más años y experiencia. Por ello, no me queda más que prohibirte expresamente ir nuevamente a ese grupo. La necesidad es enorme en nuestra iglesia. ¿Te sobre tiempo? Caifás, por favor, encuentra un lugar en donde Juan puede ayudar.

Juan Rebelde: Pastor Anás, lo siento mucho. Me veo en la necesidad de desacatar su prohibición. Para mí es antibíblica. Y peor aún, va en contra de la Iglesia de Jesucristo.

Pastor Anás: Pero... pero... ¿Me estás contradiciendo? (desconcierto en el Reverendo que no está acostumbrado a que lo refuten). Serás puesto en disciplina por afirmar algo como eso.

Juan Rebelde: Pues no me interesa su disciplina basada en criterios poco espirituales, en su ceguera por sus tradiciones, o en los complejos de Caifás, o en la manipulación vía lágrimas de Jezabel o en el legalismo letrista de Safira. Les soy honesto: el espíritu de Dios trasciende todas nuestras taras humanas, rompe nuestros paradigmas, cura nuestras heridas más profundas, y nos dirige hacia la dirección adecuada. ¿No serás, más bien, ese un mensaje de Dios para ustedes?

Pastor Anás: No sabes lo que hablas. Caifás tiene razón: tu orgullo a veces te obnubila.

Juan Rebelde: ¿Mi orgullo? ¿No se dan cuenta? Están como los fariseos en el sanedrín que mataron al Señor y creían que estaban haciendo un bien. Ahora la lógica es la misma, porque ven que la Iglesia tiene necesidad y pretenden prohibir que alguien que puede ayudar con eso se quede en su casa sin contribuir al reino de los cielos. ¡Y creen que es correcto! ¿Yo estoy mal?

Pastor Anás: No quiero escuchar más. Si vuelves otra vez, serás sometido a disciplina. Estás advertido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perú, Chile no hay diferencias amigo mío. Seguirán siendo cosas sin entender allá y aqui.

Fuerzas J. Rebelde!

Abel dijo...

Hace un par de años estuve en un viaje de trabajo con gente de varios países de Latinoamérica, y con quien tenía más cosas en común era con la gente de Chile.

Una paradoja, ¿no? Porque hay mucho recelo entre los países, un recelo que debe ser eliminado.

¿Entenderemos estas cosas algún día?

Saludos,