Juan Stam escribió que la creación es un “eje decisivo de todo el pensamiento bíblico”
(1). En efecto, es fundamental, tanto o más importante como el éxodo, el exilio
y la venida de Jesucristo. Se insiste en que la creación era “muy buena” (Gen.
1:31), toda, incluyendo la sexualidad; y el que todos los seres humanos somos
imagen de Dios (Gen. 1:26). De nuevo: todos, sin distinción. Stam también dice
que estamos en un periodo transitivo entre la creación inicial y la creación final que
promete nuevos cielos y nueva tierra como esperanza final a nuestros tiempos
convulsionados (2). Una transición dominada por los efectos del
pecado, que transformó la realidad inicial planeada por Dios.
Hay una frase que he leído muchas veces en las últimas
semanas: “estamos de acuerdo con el
diseño original”. Hay paneles recientemente colocados en algunas calles de
Lima con ese mensaje. Por supuesto, se refiere a que Dios creó solo hombres y
mujeres (Gen. 1:27; 5:2) a su propia imagen y semejanza, lo que se amplía hasta
la idea del matrimonio cuando se habla de multiplicar la tierra (Gen 1:28; 9:1,
aunque siendo estrictos, Adán y Eva jamás se casaron, el matrimonio se inventa mucho después). Es muy importante tener en cuenta que este “diseño original” se
dio en una circunstancia particular que con frecuencia olvidamos: el relato
describe la realidad antes de la introducción de la muerte en la esfera
material. Por lo tanto, este diseño original no existe más en esta etapa
transitiva de la creación.
El pecado trajo la muerte (Gen. 2:17; 3:19). Nos queda
claro. Por la desobediencia del hombre, la tierra quedó maldita (Gen. 3:17) y
se hizo necesario el trabajo para hacerla producir. La maldición trae temor, enfermedad, dolor (Gen. 3:16) y angustia (Gen. 4:13), lo que hace irrumpir al sufrimiento
como una realidad plena de la humanidad. Pronto el sufrimiento sería
relacionado a la condición pervertida de la humanidad y por ello no es casual
que se prometa que la obediencia a Dios traería liberación del yugo de la
enfermedad (por ejemplo, Ex. 15:25-26). Por supuesto, la enfermedad es una
consecuencia del pecado y suele ser una antesala a la muerte. La miopía es
una consecuencia de la caída de Adán como lo es un cáncer o el VIH. Esta es nuestra condición en la creación transitoria. No podemos salir de ella, y nuestra
alternativa es la esperanza de la nueva creación. “La visión de nuevos cielos y nueva tierra apunta claramente hacia el
cumplimiento cabal de las intenciones del creador. En cuanto cumplimiento, trae
novedad y trasciende el pasado; en cuanto creación, va en continuidad con el
pasado que cumple. El siglo venidero no se concibe como una negación de la
creación como realidad física, sino como su transformación y perfeccionamiento.
Esta perspectiva caracteriza el pensamiento hebreo en general: el estado final
es una realización de la vida y la comunidad, o en esta tierra o en una tierra
nueva, más que en un cielo espiritual sin tierra (concepto platónico). Para el
profeta, la vida perfecta no podrá concebirse sin una nueva comunidad, ni esa
comunidad sin un nuevo contexto, un nuevo mundo físico y real” (3).
¿Podemos estar de acuerdo con algo que no existe? Nuestra condición
es la creación transitoria, no los tiempos de Adán y Eva antes de que comieran
el fruto prohibido. Decir que estamos de acuerdo con el “diseño original”
respecto al hombre y la mujer, es como si estuviéramos afirmando que no estamos
de acuerdo con la muerte o que negamos la existencia de la enfermedad porque no
era parte del “diseño original”. Es una negación fragrante de la realidad, la
cual es muy diferente tras la introducción del pecado en la realidad material.
¿Por qué ese afán negacionista? ¿Por qué enterrar la cabeza con base en las descripciones
bíblicas de una era caduca? Mejor mirémoslo desde otra perspectiva: ¿Por qué
para unos temas enarbolo las banderas del diseño original mientras que para
otras no? Me explico con un ejemplo. Supongamos que conocemos a un cristiano que
trabaja en ministerios de apoyo a los enfermos (con lo que se reconoce la
realidad de la creación transitoria) pero que al mismo tiempo rechaza el diálogo
con personas homosexuales porque éstas no son parte del diseño original
(rechazando la realidad de esta misma creación transitoria). Hay aquí una
inconsistencia. Evidentemente, la diferencia no está en el principio teológico,
sino en otra parte. ¿En dónde?
Referencias
(1) Stam, Juan. Las buenas nuevas de la creación. Buenos Aires: Kairós. Pág. 11
(2) Stam, Juan. Idib. Pag. 11-13
(3) Stam. Ibid. Pág. 37
Imagen: https://www.bibliatodo.com/ImagenesCristianas/wp-content/uploads/2016/05/diseno-original-de-Dios.jpg
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