
Lo que va a suceder es que uno puede continuar contratando trabajadores y aumentando la producción, pero llegará un punto en que ya no crecerá más, sino que puede incluso menguar. Imaginen 50,000 trabajadores en una hectárea de terreno: probablemente se estorben más que lo que puedan trabajar. ¿Hay una solución a este dilema, que genere un aumento de la producción? Sí, y pasa por incrementar la productividad de cada trabajador, o la productividad de la misma tierra o de las semillas, o cambiar radicalmente la totalidad del sistema de producción.
Es posible hacer una extrapolación de estos principios. Por ejemplo, dentro del mundo de los movimientos religiosos, existe “un fenómeno típico en los movimientos históricos, que consiste en que después de comenzar con la espontánea creatividad de una búsqueda dinámica, poco a poco se van institucionalizando hasta perder casi totalmente la flexibilidad de sus inicios y su original capacidad de sorprender. En muchos casos, este proceso termina en un estado senil de arterioesclerosis institucional” (1). Surge un momento de creación y explosión de las comunidades que suelen reaccionar ante la devaluación de sus grupos matrices. Estas comunidades determinan nuevas formas de hacer la fe, más libres y más ceñidas al texto bíblico, y poseen un gran dinamismo y vida espiritual, con gran celo evangelístico y, en ocasiones, con desarrollos teológicos interesantes (en términos del párrafo anterior, esto es el cambio de todo el sistema de producción). Lamentablemente con el tiempo se solidifican, se aburguesan, olvidándose de la motivación que les dio origen. En ocasiones la misma generación creadora que hizo los cambios en sus años mozos es la que la lleva al adormecimiento año tras año, mientras su liderazgo envejece sin deseos de ceder la posta. Muchas denominaciones evangélicas han sufrido de este proceso que es prácticamente natural. Y la propia Reforma del siglo XVI es esto a un nivel macro, donde la iglesia católica con sus muchas perversiones sufrió una escisión que buscaba la pureza y el respeto por los principios bíblicos. Vale la pena decir que el protestantismo ha visto muchas veces este proceso de nacimiento-crecimiento-aburguesamiento de nuevas formas de ver la fe.
Estudiar estos ciclos es en verdad un tema apasionante, porque encontrar el secreto que extienda al máximo los períodos de crecimiento de la espiritualidad de las iglesias suena a panacea, y saber qué hacer cuando nos encontramos en productividad negativa (en palabras de Stam, estado senil de arterioesclerosis institucional) es algo que las iglesias pagarían caro por saber. No hay respuesta definitiva, pero sí algunos principios que son un punto de partida.
Los propios reformadores parecen haber estado atentos a estos procesos históricos y hablaron de algo que se puede hacer para alargar, y quizá perennizar, los procesos de vida de las iglesias: “la iglesia reformada, siempre reformándose”. De esta manera, la iglesia de manera permanente podría estar en un proceso virtuoso que la lleve a una dinámica de inquebrantable vida espiritual y eclesial, de ejemplo y referencia para el mundo que la rodea. Lástima que esto les guste a pocos, en especial a los que controlan iglesias y denominaciones en todo el planeta. Pedir una reforma permanente implica revisión de dogmas, cambio constante de personas, cero hambre de poder y control, relaciones horizontales con el mundo en el que vivimos, activo sacerdocio de todos los creyentes, altas dosis de humildad, mucho amor por el reino de los cielos, desprofesionalización de la labor pastoral/sacerdotal, pasión sincera por las almas, escasa tendencia al fundamentalismo, oído permanente a la voz profética que es enviada por Dios, corazones abiertos a los cambios que vienen de lo alto. En realidad es bastante pedir. Casi un sueño muy preciado.
Pero sin sueños, ¿vale la pena seguir?
Referencias
(1) Juan Stam. “Sobre la teología de los reformadores: unas reflexiones” http://www.iglesiareformada.com/Stam_Teologia_Reformadores.doc (25/09/2009)
(2) Imagen: http://economiauniversitaria.files.wordpress.com/2009/04/042509-1235-tallerdeeco2.png