domingo, 10 de abril de 2011

Por qué jamás votaré por el fujimorismo

Parece que muy a mi pesar Keiko Fujimori pasará a la segunda vuelta con Ollanta Humala. Como en el 2006, aparecerá el anti-voto, y muchos de los que votaron por Castañeda, PPK y quizá algunos toledistas votarán por Keiko. No es mi caso. Yo jamás votaré por el fujimorismo. Mis alternativas en segunda vuelta es votar por Ollanta Humala, el voto blanco o el voto nulo. Algunos ven mi postura como irracional, como enemiga del Perú. Debo defender el crecimiento, dicen, así como hicimos muchos el 2006, cuando tapándonos la nariz marcamos la estrella de Alan García.

No acepto eso. El fujimorismo fue un régimen abiertamente delincuencial, como si los barrios bajos de Lima hubieran tomado el poder para saquear las arcas fiscales y asesinar a los enemigos. Nos gobernó lo más selecto de la Trinchera Norte y el Comando Sur. Por eso, no votaré ahora, mañana ni jamás por el fujimorismo porque no quiero más dobles mensajes políticos (por ejemplo, digo “no shock” para el aplauso de las masas, y a la hora de la hora aplico el shock), no más patadas en el trasero a nuestros hermanos evangélicos que lo apoyaron en 1990 con fervor y que se convirtieron rápidamente en inservibles, no quiero más "disolver el Congreso", no quiero más combate al terrorismo con la doctrina del "ojo por ojo y diente por diente" (esto es, combatir a los terroristas con el mismo terror. Somos gente civilizada, somos el Estado, ¿no? No podemos convertirnos en criminales con el fin de combatirlos). No quiero más nueve alumnos y un profesor muertos en La Cantuta, incinerados y luego enterrados en un páramo desolado, no quiero más grupo de aniquilamiento Colina, no quiero más ejecuciones de Barrios Altos (donde murieron inocentes -¡un niño de ocho años!- que hacían una pollada pro-fondos: los ajusticiadores querían asesinar a otras personas, terroristas ellas, que se encontraban en otra parte del edificio), no quiero más jueces sin rostro que juzgaban en tres días, no quiero más inocentes que pasaron 10 años en la cárcel porque alguien los inculpó sin pruebas, no más mentiras respecto a la derrota del terrorismo: Fujimori no derrotó a nadie; todo fue el trabajo de un cuerpo especializado de policía que capturó a la “cuarta espada del marxismo” y con ello, listo, el golpe maestro. No quiero más esterilizaciones forzadas a campesinas inocentes de los andes perdidos, no quiero más apropiación del FONAVI, que hasta hoy sufrimos. No quiero más copamiento de las instituciones públicas (Poder Judicial con sus magistrados provisionales, con Blanca Nélida Colán; Ministerios, poderes electorales –con la vergüenza de mi universidad, la UNI, como referencia: José Portillo, el artífice del fraude del 2000-) ni la destrucción de ellas. No más prensa chicha que insultaba a los opositores en la carátula sin notas en el interior, no más prensa comprada (cómo olvidar la pared de dinero para Crousillat o la de Schutz), no quiero más estado benefactor estupidizante, que solo se dedicaba a entregar papas, arroz y calendarios, sin interesarse plenamente en el desarrollo. No quiero más Laura Bozzo (perdonen por ella, amigos mexicanos), no quiero más Ministerio de la Presidencia corrupto y centralizado, no quiero más robos de los fondos de las privatizaciones, no más saqueo de la Caja de Pensiones Militar-Policial, no más japonesitos ladrones de ropa donada y dinero venido del Japón. No quiero más los 15 millones de CTS entregados a Montesinos por su “servicio al país” y devueltos en efectivo por Fujimori, no quiero más robos a Popular y Porvenir (con el prófugo Miyagusuku), no más leyes de interpretación auténtica del tristemente célebre Carlos Torres y Torres Lara, no quiero más decretos secretos que hacían que algunas empresas pagaran menos impuestos. No quiero más renuncias por fax, no quiero Presidentes que intenten capturar a sus asesores con un enorme contingente policial que ellos mismos comandaban (buscando…). No quiero más fraudes electorales, no quiero más aviones presidenciales que carguen cocaína. Basta de salitas del SIN, y basta de presidentes allanando una casa llevando un fiscal falso. Basta de primeras damas electrocutadas y de amenazas a periodistas. No quiero otra Mariela Barreto ni otra Leonor La Rosa. No quiero más especímenes como Santiago Martin Rivas. No quiero otros Beto Kouris que pedían dinero a Montesinos con el fin de "comprar un camioncito para repartir pescado". Ya estuvo bueno de lacras como Nicolás Hermosa Ríos, que en su juicio reconoció haberse robado 20 millones de dólares (sí, el eterno Comandante General de Ejército, íntimo de Montesinos y Fujimori). No quiero más venta de armas a las FARC pagadas con cocaína. No quiero más cerros pintados y ya es suficiente con hijitos estudiando en Boston con dos mil soles de sueldo. No quiero más congresistas comprados ni transfuguismo. No quiero más dinero repartido en decenas de cuentas secretas de todo el mundo, no quiero un ex-presidente candidateando al Senado de un país extranjero. No quiero geishas ni más torturas en el sótano del Servicio de inteligencia del Ejército. No más chuponeo telefónico. No más “Vaticanos”. No más a la mayor corrupción de la historia republicana peruana. No quiero más declaraciones de hoy que hablan que todo lo anterior fueron “errores”. ¿Comandos de aniquilamiento, errores? ¿Narcotráfico abierto, errores? ¡Indignante!

Puedo seguir, pero creo que he probado mi punto: en resumen, jamás votaré por el fujimorismo porque tengo memoria. Por ello, en segunda vuelta solo tengo tres opciones: blanco, viciado u Ollanta Humala. Por ahora, no he decidido nada. Ya se verá.