domingo, 23 de enero de 2011

Rosas con espinas

La semana que pasó sorprendió al mundo evangélico al conocer que el número uno de la lista de Fuerza 2011 por Lima sería un pastor de una de sus principales denominaciones: Julio Rosas, de la Alianza Cristiana y Misionera. Por años estuvo a cargo de una iglesia en San Martín de Porres, al norte de Lima, fue presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) en los noventas, antes que la Alianza se aparte de él por razones que hoy suenan a excusa, y asimismo fungió de presidente de su denominación. A estas alturas seguramente ya renunció al pastorado, listo para subir a bordo del achacoso barco legislativo (porque, qué duda cabe, será elegido gracias al autómata voto de las irreductibles masas naranjas) que no le es tan ajeno.

Muchas voces han mostrado su rechazo a este emprendimiento de Rosas. Sin embargo, las cosas deben ser claras desde el principio: todo ciudadano peruano tiene el derecho de participar en política. Sea un sacerdote como el padre Arana, un profesor universitario como Toledo o un economista como Kuczynski, el derecho trasciende nuestra actividad particular. ¿O es que el llamado exime a los pastores por alguna mística razón? Hasta el inmaduro y engreído Kenji Fujimori tiene el derecho de postular. Más aún si somos animales políticos. Rosas, por supuesto, lo es. Su deseo de incursionar en la política es muy grande, y esta aspiración se ha notado al dirigir el CONEP y a la Alianza Cristiana por varios años. Parece gustar del poder, teniendo bastante ambición. Eso, per se, no es malo; en ocasiones se convierte en algo hasta necesario. En realidad, el rechazo viene por otro sitio. Para ubicarlo, creo que nos debemos hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo un pastor, que se dice abanderado de la justicia, la paz, la defensa de la vida, la restauración ante Dios y los hombres, la afirmación de principios venidos de Dios y la búsqueda de una vida santa, se involucra con un grupo político que avala las violaciones de derechos humanos, el copamiento abusivo del poder, el autoritarismo, la cultura de la muerte, la virtud política traída del caudillismo familiar, el transfuguismo, el robo a camionadas del patrimonio nacional y la máxima corrupción de la historia peruana? ¿Cómo puede involucrarse con un grupo político que en 1990 utilizó a los evangélicos, hermanos nuestros, con mentiras alevosas, descartándolos luego cuando ya no eran necesarios? Aquí tenemos que indagar.

Ensayando tres respuestas

Se ha hablado de que Rosas es un tonto útil que se está prestando al juego de Keiko Fujimori. Sin embargo, tras pensarlo bien, tengo la convicción de que no es así. Rosas no es un pastor que no sabe nada de política. Él conoce de ella y mucho más de lo que la gente cree: las denominaciones y sus luchas de poder son tremendamente políticas, llenas de negociaciones, concesiones, acuerdos, bandos, serruchos, cuchilladas por la espalda y todo lo que todos ya sabemos de la política, con el matiz de que hay formas que se suelen guardar: todo es para la gloria de Dios. Entonces, ¿qué lo empujó a aceptar la invitación fujimorista? Rosas ha deseado intensamente ingresar a la política desde hace tiempo, pero no parecía tener muchas opciones. Keiko Fujimori estaba buscando la manera de limpiarse de la mugre intrínseca que su candidatura representa: el fujimontesinismo putrefacto. Pocos creen en sus deslindes de Vladimiro Montesinos. Rosas y Keiko tenían una necesidad y algo qué ofrecer. Rosas daría algo de limpieza, de “ética y moral” a la lista fujimorista. Keiko le daría al pastor la oportunidad de su vida, aquella que ansió por tanto tiempo: ser político, y más aún, ser congresista. Entonces, ambos han hecho un trueque que los beneficia, ambos se están utilizando mutuamente.

Lo que llama la atención es cómo Rosas, teniendo ya en sus manos el gran deseo de su vida, no le importó lo demás: hoy defiende a muerte a Fujimori y su camarilla. ¿Qué dice, pastor Rosas, de los muertos de La Cantuta, del niño de ocho años asesinado en la pollada de Barrios Altos? ¿Qué opina de la renuncia por fax de Fujimori? ¿Está de acuerdo con la secreta pero real política de exterminio que ciertos militares aplicaron contra los terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA, de la cual su líder conoció? Hace poco estuvo en la radio, y dijo que el fujimorismo había pedido perdón al país por sus errores; que eso era como el matrimonio, que para avanzar era necesario perdonar, dejando atrás el pasado. No pude evitar la carcajada. Primero, el fujimorismo no está arrepentido. Por ello dicen que las condenas continuas a Fujimori (por corrupción, por allanamiento ilegal, por violación de derechos humanos, por fraude electoral) no son justas, sino parte de un proceso político. Segundo, lo que se cometieron fueron delitos, no faltas. Por ello, tenemos a tanta gente presa, incluyendo al propio Fujimori. Lo que se instauró fue un régimen abiertamente delincuencial, al cual se debe rechazar porque su propia naturaleza ya está pervertida. Las faltas se “perdonan”, los delitos se “pagan” con cárcel. Es patético cuando se buscan argumentos para defender lo indefendible.

La segunda teoría salió de una conversación que hace poco tuve con un amigo sobre el asunto Rosas. Hablábamos de la idea de democracia, y este amigo me dijo que los grupos con los que Rosas tendría más en común -respecto a su idea de la democracia- serían los fujimoristas y los humalistas, los más autócratas del espectro. Quedé intrigado, pero pensándolo mejor, me di cuenta que este amigo tiene razón. La realidad del pensamiento se ve en la práctica, no solo en el discurso, por lo que es necesario considerar al papel de Rosas como presidente de la Alianza Cristiana y Misionera. ¿Qué tan democrático fue? La denominación es vertical, rígida, y fomenta que los pastores alcancen la categoría de vitalicios. Varios de sus pastores tienen veinte o más años en las iglesias que dirigen, las que manejan sin dar cuentas. La democracia se desprecia, ignorando tradiciones protestantes (que, por ejemplo, son la base de la democracia norteamericana) y justificando pobremente su postura argumentando que la iglesia es una “teocracia” y no una democracia. ¿Puede ser el pastor demócrata a niveles nacionales pero autócrata a niveles de su iglesia? Al creer poco en la democracia, Rosas buscaría un grupo afín; como pertenece teológicamente hablando a la derecha de trasfondo fundamentalista, despreciará a los partidos con tendencias de izquierda. Chau Humala. Ergo, su pensamiento calzará con el ideario fujimorista, autoritario como el esquema de gobierno de su denominación. Entonces, que sea el número uno de la lista fujimorista no es algo que debiese llamar la atención.

Una tercera posibilidad es que Rosas fuera tragado por ese virus llamado mesianismo, que ha contagiado a miles de pastores en Latinoamérica, pero que tiene una versión política especializada. Rosas recibe el mensaje de Keiko, creyendo sinceramente que es la respuesta a sus oraciones (como tantos pastores que están convencidos que Dios les habla directamente). Sienten que Dios los “llama” a una nueva “misión”, que en este caso es grande: limpiar el fujimorismo. Está convencido de que los pastores adecentan la política, que puede contribuir a mejorarla; ser congresista da la oportunidad de predicar en las altas esferas del poder, a ser sal y luz. ¡Se cree un escogido por Dios! Esto le hace no percatarse de la imposibilidad de la obra, no percibe que Dios no les está hablando, quizá si hubiese leído bien la Biblia se habría dado cuenta que por estos rincones Dios no camina. Al final, inocentemente colaborará con el partido que lo convoca, siendo manipulado a la larga. Porque, ¿Rosas será el independiente que pretende ser? Intentará ser luz, pero será consumido por el poder. Recordemos el tristemente célebre caso de Gilberto Siura, que llegó a decir que las víctimas de La Cantuta se habían autosecuestrado. Este es el muy posible destino de Rosas. Sinceramente, espero equivocarme.

Espinas puntiagudas

Para mí, Rosas ha tomado una pésima decisión porque está privilegiando sus intereses personales en detrimento de los muchos principios que dice defender por su condición de pastor. Cuando los principios personales predominan sobre los intereses comunitarios, comenzamos mal. Ante el diablo que le mostraba todos los reinos del mundo, él prefirió arrodillarse y adorarlo. ¡Le estaban ofreciendo lo que siempre quiso! Ya sabemos lo que pasa cuando caemos en las tentaciones.

Desde el punto de vista eclesial todo esto es raro, la verdad, porque normalmente los pastores aliancistas de su generación hacen un escándalo si uno de sus líderes se toma una cerveza en un bar o bailan en un matrimonio, poniendo el grito en el cielo, pero Rosas ya está defendiendo al reo Fujimori sin pelos en la lengua. Tremenda contradicción, o una señal de dobles estándares. ¿Principios? No existen. ¿La moral y ética que dice llevar al fujimorismo? No existe. Todo es un intercambio, donde Rosas es uno de los beneficiados. No importa la gran contradicción de defender actos de probada corrupción y a la vez hablar de valores, lo que importa son los intereses y deseos personales: los de los fujimoristas y los de Julio Rosas. ¿Esto es asear la política? No, es la misma vaina de siempre.