lunes, 27 de octubre de 2008

Explicando la crisis

Ya hace algún tiempo escribí algo muy pequeño sobre la crisis financiera. La cosa se ha agravado, por supuesto, y mucha gente exige respuestas ante la gravedad de la situación que está por contagiar a la economía real. Allí tocará el bolsillo de todas las personas de manera directa (porque de forma indirecta ha estado perjudicando a nuestros fondos de pensiones de jubilación) y no sólo a la gente que ha estado invirtiendo en mercados de capitales.

Estos dos cómicos ingleses se divierten de la triste coyuntura, pero su explicación no está lejos de la verdad. Espero que les sirva a todos para entender un poquito mejor la causa del problema actual. Está en inglés con subtítulos.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Iglesias informales

La informalidad es una característica importante dentro del mundo latinoamericano e inclusive del total del mundo subdesarrollado. Millones de pequeños negocios florecen en todos nuestros países empleando a la gran masa trabajadora que de esa manera mantiene a la economía a flote, generando flujos difíciles de medir para las estadísticas oficiales que no tienen otra alternativa que estimar las cifras de esta economía a la que se adjetiva con frecuencia como subterránea o sumergida.

Los negocios informales surgen por varios motivos. Uno de ellos son los altos costos de la formalidad. Es célebre el estudio de Hernando de Soto detallado en “El otro sendero” donde demuestra que para constituir una empresa se necesitaron casi diez meses en el Perú de los ochentas (sólo cuatro horas en los Estados Unidos). El mismo estudio habla de otra de las causas de la informalidad: el alto costo de la permanencia como formal, donde se estimaba que más del 300 por ciento de las ganancias después de impuestos era el equivalente del dichoso costo. Por supuesto, la informalidad es mucho más barata, la opción real de las grandes masas pobres con ganas de emerger.

Ojo que no me refiero a las actividades ilícitas, como el tráfico de drogas o el robo, sino a acciones completamente lícitas pero que por su propio modus operandi tienen prácticas que no se ciñen absolutamente a la ley. Por ejemplo, pagan salarios por debajo del sueldo mínimo –lo que está de acuerdo a la teoría microeconómica-, no pagan los beneficios existentes como la compensación por tiempo de servicios (una especie de seguro de desempleo en el Perú), la seguridad social o los seguros médicos, no reportan todo el trabajo o todas las ventas realizadas y, por supuesto, o pagan muy pocos o ningún impuesto al gobierno. ¿Qué tan grande es esta economía? En Perú se estima que va por el 40 por ciento del total del producto bruto interno (PBI), algo realmente enorme.

La informalidad penetra en muchos estamentos de la sociedad y genera un estilo de vida, una manera de ver el mundo, un modo de hacer las cosas, que provoca desde el desorden en las calles hasta la desobediencia abierta a muchas de las normas establecidas (que, valga la pena decir, no tienen un mecanismo eficiente de inspección de su aplicación por la fragilidad de los organismos de control). Sus influencias llegan, inclusive, hasta las iglesias evangélicas. Obviamente también a las más fundamentalistas, las que se jactan de ser las más correctas.

La iglesia suele ser profundamente informal en lo económico. No hablo de la naturaleza de los diezmos, ya discutida hace tiempo, sino en cómo se gastan esos recursos dentro de los “gastos operativos” de muchas comunidades. Pongamos de ejemplo las que están legalmente constituídas. Una práctica muy frecuente es no pagar los beneficios sociales de la misma forma que no los pagan las empresas informales. No hay provisión para la jubilación (hermanos, Dios proveerá, y más si es para los llamados por Él). Hay atrasos en los sueldos y sueldos por debajo del mínimo (y para colmo, se exige que la esposa también trabaje casi a tiempo completo en la iglesia porque el llamado “también es para la idonea”). Que el pastor languidezca por la pobreza no interesa; que limiten el trabajo de la esposa es lo correcto –dicen-. Hay que creer siempre en Jahveh Jireh. ¿Pensión de jubilación? Pensar en eso es falta de fe.

El personal que trabaja y no tiene cargo pastoral, como las secretarias, conserjes, vigilantes u otros quienes sean, tiene problemas parecidos pero a la vez un poquito distintos. Los pastores, al menos, tienen una base escritural neotestamentaria cuando se dice que “digno es el obrero de su salario”, tal cual lo escribió el apóstol Pablo. Los demás, en cambio, no tienen nada que extraer de la Biblia en manera explícita, y además algo adicional les juega en contra: la lógica del “servicio”. ¿A qué me refiero? Que su salario se recategoriza y pasa al rubro “ofrenda” por lo que ningún beneficio les corresponde. Así, también, se justifica el pagar sueldos menores al mínimo establecido por ley. Realmente lo que hacen –a los ojos de esas iglesias- no es un trabajo tal cual lo harían en una empresa cualquiera. Es un servicio para Dios que tiene lugar en la iglesia local. ¿Visión errónea? Evidentemente.

Lamentablemente no tengo estadísticas de ningún tipo del grado de penetración de la informalidad en el seno de las iglesias, pero estimo que es importante. Para mí, no hay dudas en declarar que esta es una situación injusta para muchos, y no hay dudas en decir que algo debemos hacer al respecto. ¿O es que no nos importa una efectiva mayordomía del dinero en nuestras iglesias?


Referencias

De Soto, Hernando. “El otro sendero”. Lima: Editorial Barranco, 1986.

http://www.comexperu.org.pe/archivos%5Crevista%5Cfebrero04%5Canalisis.pdf -(22/10/08)

Imagen: http://www.prensalibre.com/pl/2005/septiembre/28/images/01e28sep05.jpg (22/10/2008)

domingo, 12 de octubre de 2008

Simplificados


Pasa el tiempo y no se me pasa la frustración por el exceso de simpleza de los cristianos. Por leer tres líneas sacan conclusiones; por ver el perfil en Facebook ya me conocen de la cabeza a los pies y logran detectar la naturaleza de mi “problema”; por un comentario borrado en un blog comunitario me acusan directamente de actuar con saña cuando nada he tenido que ver.

Claro que las tres únicas líneas que leen suelen no están de acuerdo con lo que piensan esos cristianos. Ergo, quien está mal soy yo. Sin embargo, pronto no pueden pelear en el campo de la argumentación y las ideas coherentes (los evangélicos no estamos acostumbrados a la argumentación racional sino a la afirmación categórica. Y eso que no hablamos de teología compleja ya que yo sólo soy un aficionado curioso) y entonces van con lo siguiente: "la actitud, es un problema de tu actitud: lo veo en tu blog, en ese otro blog, en TSN, en Lupa". Siempre es lo mismo: cuando no puedes con lo objetivo, anda con lo subjetivo. Allí, todo vale.

La cadena simplista del uno-más-uno-igual-a-dos con demasiada frecuencia va así:

- A los ungidos nunca se les toca porque inclusive el propio David respetó al ungido de Jehová cuando tuvo la oportunidad de matarlo.

- A las congregaciones tampoco se las toca.

- Mucho menos, a la iglesia.

- Si hay problemas deben SIEMPRE quedar en casa, jamás exponerse al gran público de Internet porque no son de edificación y causan división en la iglesia. Ni más ni menos que la teología del maquillaje.

- Si haces lo contrario, por supuesto, es por tu actitud beligerante o por tus conflictos no resueltos. Puedes ser inteligente, saber argumentar, pero tu actitud negativa mata todo lo positivo que pueda existir. Mejor sería que te quedes callado, que cambies el tono de lo que escribes o que suprimas el blog.

Yo creo que los problemas se enfrentan, sea desde el seno de las propias comunidades aunque también desde la vereda de enfrente, desde afuera, porque muchas veces esa es la única tribuna disponible. Y creo que deben enfrentarse más allá del uno-más-uno-igual-a-dos, abandonando los cómodos silencios de la complacencia. Pensemos en los apóstoles del mundo neopentecostal que me hacen recordar a los brahmanes hindúes. ¿Saben la historia? (1) Se supone que cuando nace un brahmán es superior a todo el planeta y, por ello, es señor de todas las criaturas. Todo lo que existe en el mundo es su propiedad privada, teniendo derecho a todo. Su única labor es instruir en el conocimiento del mundo al resto de la gente, inferiores. Entonces, los brahmanes son intocables como los apóstoles son en la práctica. ¿Qué haces con esta anómala situación? ¿Sólo orar, como me decía un hermano guatemalteco mediante un correo electrónico? ¿Esperar el juicio del Señor, ya que sólo él toca a su “ungido”? ¿Quedarse callado es lo que edifica a la iglesia? ¿Exponer el problema es malo porque causa división? ¿Es mejor la inacción ante lo que nos destruye poco a poco?

Hablar sobre lo defectuoso del liderazgo -por ejemplo- no es hablar mal de la congregación que muchas veces sufre en silencio el abuso. ¿Creen que así se divida la iglesia? ¿Mas de lo pulverizada que ya se encuentra? Yo no creo: es, en realidad, el modelo monolítico del liderazgo el causante de nuestra triste realidad en cuanto a la "unidad". Hablar de los problemas no mata ya que la autocrítica es siempre necesaria para la supervivencia sin caídas monstruosas como las que vemos ahora, por ejemplo, en el otrora orgulloso mundo de las altas finanzas. Mostrar sólo lo bonito distorsiona la vista.

Claro, la simpleza no tolera la autocrítica porque nos obliga a pensar. Y pensar, lamentablemente, es un ejercicio poco desarrollado en las iglesias de mi país, el Perú.


Referencias
(1) La historia la saco de http://www.elpais.com/articulo/semana/Culpables/millonarios/impunes/elpepueconeg/20081012elpneglse_5/Tes
(2) La fuente de la imagen es http://cremc.ponce.inter.edu/carpetamagica/images/suma2.gif