sábado, 29 de noviembre de 2008

La Biblia (Reina Valera) dice

Abundan los hermanos en esta viña del Señor que claman diciendo: "Es que la Biblia dice". No soy el primero que los cataloga así. Ya lo había hecho la Monja Guerrillera en algunos posts a los que ya no es posible entrar, aunque aquí y aquí ella habla de lo mismo con otro enfoque.

A veces, los hermanos que dicen "La Biblia dice" son personas con poca educación, con las que se puede ser totalmente tolerante y comprensible por su literalidad en su aproximación al texto bíblico porque es de esperarse. Otras, en cambio, tienen recursos y conocimiento teológico profundo. Con ellas es más difícil soportar esa actitud. Es como si las evidencias le hubieran entrado por una oreja y salidas por la otra, totalmente limpias y sin señal de algún tejido o flujo corporal. Como si entre oreja y oreja hubiera un conducto recto de una pulgada de espesor cubierto de acero galvanizado para que las ideas escuchadas no lleguen al cerebro.

Muchos de estos hermanos respetan fuertemente a la Biblia. Pero, claro está, no a cualquier Biblia, sino a la única Biblia, a la verdadera, esto es, a la versión Reina-Valera revisión 1960. Las otras, por supuesto, no sirven casi para nada.

Pero lo que muchas veces estos hermanos han olvidado es que las traducciones bíblicas suelen tener un móvil, una motivación; con frecuencia han sido influenciadas por la época, la mentalidad de los traductores o su tendencia cristiana (católico, ortodoxo, protestante, etc.). Las traducciones nunca son limpias, siempre son afectadas por elementos subjetivos. Obviamente la RV60 no es la excepción, no ha sido inspiracionalmente traducida. Considerando eso, algunos creen que esta versión es muy espiritualizada, no coloca las cosas que debían ser por los tabúes o prejuicios de su tiempo. Por lo tanto, el resultado de su literalidad puede verse muy afectado por eso. Repiten "la Biblia dice", pero, ¿es así, realmente?

Un pequeño ejemplo de traducciones influencidas -en este caso, por la teología subyacente- es el siguiente: Mateo 1:25 en dos versiones. La primera, la muy buena Torres Amat, católica. La segunda, la RV60.

- Y sin haberla conocido o tocado, dio a luz su hijo primogénito, y le puso el nombre de Jesús (TA)

- Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESUS (RV60)

No quiero entrar en la discusión sobre la virginidad perpetua de María. Quiero que lean los textos y observen que leyendo el texto católico no queda claro si luego del parto José y María tuvieron relaciones sexuales. En cambio, en el texto protestante el "hasta que" dice mucho, ¿no les parece? Más explícito es el texto de los Testigos de Jehová (la muy manipulada traducción del nuevo mundo) que dice que "Pero no tuvo coito con ella hasta que ella dio a luz un hijo; y él le puso por nombre Jesús". ¿Y porqué las diferencias en las traducciones? Pues los elementos subjetivos (y objetivos también, sobre todo cuando no hay certeza de la autógrafa por las contradicciones entre los textos disponibles). Claro que la solución sería aprender griego y hebreo, pero poquísimos podrán hacer eso. Para la mayoría de nosotros sólo nos queda jugar con lo que tenemos a la mano: las traducciones al español de la Biblia.

Quiero concentrarme en dos versículos de la Reina-Valera 60, la "verdadera". Ambos se encuentran en Ezequiel:

Eze 16:26 Y fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes

Eze 23:20 Y se enamoró de sus rufianes, cuya lujuria es como el ardor carnal de los asnos y cuyo flujo es como el flujo de los caballos.

En ambos pasajes se encuentra la palabra hebrea "basar", utilizada 273 veces en el Antiguo Testamento. Suele traducirse como carne, cuerpo, parentesco o puede denotar debilidad. En ocasiones, sirve para expresar el miembro viril masculino, esto es, el pene (¿La Biblia habla del pene? Pues sí, habla del pene). En los dos pasajes anteriores se habla del pene aunque la incorrecta traducción hace que eso no se note. Un ensayo personal de traducción puede ser el siguiente:

Eze 16:26 Te prostituíste con los egipcios, tus vecinos de pene (basar) robusto (también, pene grande. La NVI dice "tus vecinos de grandes genitales")

¿Se dan cuenta que eso no se entiende de la traducción RV60?

Y el otro puede traducirse así:

Eze 23:20 Se volvía loca por sus amantes, cuyo pene (basar) es como el pene (basar) de los asnos y cuya eyaculación es como la de los caballos

¿Y de dónde sale el "ardor carnal" de la RV60? Yo no sé. ¿Alguno lo sabe?

¿Cuántos de estos casos tendremos en la RV60?

Entonces, ¿La Biblia dice? Pues, no es tan fácil.



Referencias

Wolf, Hans Walter. Antropología del Antiguo Testamento. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1997.

martes, 25 de noviembre de 2008

Fin de semana en Barcelona

Cuando el viaje que hice a España se confirmó, pensé en ir a Barcelona. Para esto, me comuniqué con Ignacio Simal, director de Lupa Protestante, para que me diga cuáles son los lugares principales que debería conocer sí o sí y me pase algunas páginas webs interesantes sobre la ciudad condal.

Ignacio hizo mucho más que eso.

Gestionó para mi un alojamiento baratísimo en Castelldefels, toda una mañana me hizo un recorrido por el centro de la ciudad y, más aún, me pidió predicar en su iglesia. Sí, predicar. Yo en mi mente decía: "¿Está Ignacio seguro de lo que está haciendo?"

El domingo tomé el tren, me encontré con Ignacio y Joana, su esposa, y fuimos a la iglesia en L' Hospitalet de Llobregat. Resultó ser una comunidad agradable, acogedora, y excelente. Me hizo recordar lo que deben ser las iglesias siempre: un sitio donde uno pueda sentirse en familia, deseando siempre estar allí porque sabemos -y sentimos- que estamos con los hermanos en la fe, que nos aceptan, soportan y quieren tal como somos. Así es Betel, y al salir de allí mi esperanza en la iglesia se incrementó exponencialmente, comprendiendo que el ideal de vivir el reino de los cielos aquí y ahora puede ser vivido de verdad: ¡Lo vi en Barcelona! Gracias, Ignacio, por mostrarme eso.

Y la prédica... creo que estuvo bien. Mejor estuvo el almuerzo que vino luego, donde comí por primera vez caracoles :-o

sábado, 22 de noviembre de 2008

Cena madrileña

Con Luis Pérez, de Cristianosh, me unen muchas cosas. Más de las normales.

Además de que ambos somos cristianos y bloggers, trabajamos en lo mismo (los riesgos de mercado). Yo, midiéndolos para un Banco; él, habiendo participado en la creación de un sistema que los mide y ahora involucrado en su venta. Una parte de nuestra conversación fue hablar del Value at Risk (VaR), las volatilidades, backtestings y demás cosas que componen nuestro día a día.

Sin embargo, lo que más tenemos en común son unas tristes circunstancias, no idénticas pero sí parecidas, que nos sucedieron a y a él hace algún tiempo. Un dolor compartido que aún se siente, allí muy fuerte, pero que se soporta porque un Dios poderoso está a nuestro lado, ayudándonos a seguir adelante.

Luis es una persona increíble, con una enorme entrega a Dios y una fe transparente y completa que confía sin dudar en nuestro Señor. Escuchándolo mientras cenábamos en Madrid, recordaba que yo -a veces- me olvido de eso, que de vez en cuando me invade cierta autosuficiencia inutil que me hace vivir el día a día ensimismado en mis propios pensamientos, dejando a Dios de lado. Escuchándolo me di cuenta que esa fe que le sale a borbotones es la que no debo perder jamás, una fe que por nada del mundo debo permitir que se escurra por la rutina, el cansancio o la mucha lectura. Una fe que, simplemente, reconozca que Dios es nuestro Señor día a día, a cada momento y en todo lugar.

Luis: gracias por recordarme eso.

martes, 11 de noviembre de 2008

Dinámicas comunitarias

Todo esfuerzo de la praxis cristiana debe partir siempre de la comunidad, de toda la gente unida que se compromete a avanzar paso a paso en la vida cristiana, apoyándose, siendo amigos, conociendo más el amor de Dios, madurando bíblicamente en pos de la santidad. Sin comunidad no hay cristianismo; sin comunidad hay sólo apatía y apocamiento. No en vano Jesucristo les dijo a sus discípulos que “donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mt. 18:20, RV60) Es en el espacio vívido de la comunidad donde la presencia de Cristo se hace sólida porque mediante la vida en común (Hch. 2:42b) es que Dios nos permite conocerle mejor.

La trinidad y la entrega

Lo anterior es así porque al vivir en comunidad replicamos el modelo trinitario. La trinidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas independientes pero una completa al mismo tiempo, es nuestro ejemplo por excelencia de comunidad. Como la trinidad, nosotros somos varios pero a la vez podemos ser uno. Somos varios que sentimos con certeza que somos uno en el amor del Señor, preparados para disfrutar y enfrentar las alegrías y penas de la vida. “El ejemplo trinitario de equidad, comunicación y amor incondicional y rebosante debe llenar nuestros ojos e impulsarnos a capturar el modelo de quien somos imágenes para que en esta tierra los cristianos tengamos un parangón activo y trascendente que sea el norte de nuestra praxis de vida cristiana” (1)

La vida en comunidad siempre nos recuerda la entrega de Jesucristo al venir a la cruz para morir por nosotros, abandonando su dignidad divina a la diestra del Padre (Fil. 2:5-11). Él era sublime, absolutamente glorioso en los cielos, pero decidió remangarse la camisa para venir aquí para salvar a la creación pervertida por el pecado con su sacrificio definitivo (He. 10:10,12b,14-18), viniendo a la tierra para andar con su imagen y semejanza. ¿Qué nos está diciendo esto? Para comenzar, se nos está hablando del trato entre los miembros de la comunidad. Si el mismo Jesucristo, el Señor de toda la creación, se hizo como uno de nosotros pero no como rey sino como una persona humilde nacida en un establo y crecida en un pueblo insignificante, ¿quiénes somos nosotros para manifestar actitudes de superioridad? ¿De mayor santidad por vano orgullo? ¿Porqué si Cristo fue de arriba hacia abajo (Divinidad-encarnación-pesebre-crucifixión) nosotros pretendemos ir de abajo hacia arriba (mundano-converso-líder-pastor-¿apóstol?) en nuestras propias relaciones en las iglesias? Por lo tanto, es en humildad que un miembro decide someterse a otro de manera voluntaria. Así debe ser, con una actitud preponderante de humildad los unos con los otros. Nadie más que el otro pero en serio, no en el papel como tristemente ha venido sucediendo en la historia de la iglesia cristiana, donde vez tras vez el afán por el poder ha cegado a muchos de los líderes de turno. (2)

¿Qué implica este principio de humildad? Primero, la igualdad absoluta entre todos los miembros. Ergo, no existen jerarquías y por ende no se haría necesaria la institucionalidad burocrática. Segundo, se realza el sacerdocio de todos los creyentes y el hecho de que absolutamente todos tengamos que hacer la misión de Dios. La suma de ambas nos trae una conclusión determinante: no se hace necesaria en las comunidades la línea entre el laico y el pastor. No existe porque somos ontológicamente lo mismo; no existe porque todos somos iguales. Tercero, la entrega de los miembros por su otro, por su hermano, en actitud permanente de servicio abnegado. No la búsqueda de la propia conveniencia o del control, sino siempre el pensar en lo mejor para el hermano, porque eso es lo que nos dijo el Señor y lo recalca, con otro énfasis, el apóstol Pablo (Mt. 22:39; Gal. 6:10).

Escribiendo lo anterior de otro modo, los dos principios fundamentales de una comunidad basada en la trinidad como forma de vida son la horizontalidad -fundamentata en la humildad- y la entrega por el otro en beneficio de todos –establecida en el sacrificio cristológico-. Esto es ver a la comunidad hacia adentro, hacia sí misma, hacia su propia alma.

La comunidad, no obstante, no puede vivir para sí misma porque no ha sido creada con ese fin (Mt. 28:19; Jn. 17:18, 20). La comunidad vive en y para el mundo (Jn. 17:15-16, 23), no esta destinada para estar en un espíritu de aislamiento y ascetismo. Hacia adentro la comunidad, valga la redundancia, subsiste para hacer comunidad, hermandad, compañerismo, vida en común, koinonía, o como quieran llamarlo. Hacia afuera la comunidad está para cumplir la misión que Dios nos ha puesto en la tierra. ¿Qué misión? La comunidad debe impulsarse activamente en una actitud solidaria con el mundo, comprendiendo lo mejor posible lo que sucede en la sociedad y estando prestos a dar, porque de esa manera podremos comprometernos con la idea de construir el reino de Dios en la tierra. Ese dar implica predicar el evangelio con firmeza pero a la vez estar presente en las vivencias de la gente, allá afuera, en sus actividades comunales y sociales, en sus fiestas y entierros, en los nacimientos y graduaciones, en la construcción de la plaza del pueblo o jugando el campeonato de fútbol del fin de semana. Por ello de inmediato nace la motivación de las comunidades que siempre son retadas a la acción por la realidad que las rodea. No puede haber comunidad sin misión porque se condena a la agonía y la consecuente muerte. Tampoco es sano que existan comunidades aisladas en su propio guetto porque esto no es más que una triste devaluación de la vida cristiana.

La comunidad en el día a día

Pensando en elementos prácticos de vida comunitaria, se me ocurren algunos componentes que enumero sin ningún orden en especial y que, a mi entender, forman parte del espíritu comunitario en el día de hoy que tenerse presente a la hora de participar de la misión de Dios.

a. Crecimiento: Las comunidades deben anhelar llegar a más gente pero priorizando el crecimiento espiritual sobre el numérico. La salud comunitaria y personal de cada uno de los miembros es más importante que una masa de prosélitos que jamás lograrás atender. Primero es el crecer en madurez y en conocimiento de Dios. No es una renuncia a la evangelización, es renuncia al irresponsable crecimiento neoplásico sin consistencia. Es ser responsables y decirle adiós a la hambruna eclesial que genera cristianos escuálidos que son arrastrados por las muchas modas que de tanto en tanto invaden el barrio evangélico latinoamericano.

b. Revolución homilética: Las iglesias consideran como cosa fundamental al sermón. Algo de razón tienen, porque aquí se suele predicar la palabra y es el escenario natural de la instrucción bíblica. El problema es que son los pastores los que han monopolizado el púlpito, creando barreras a la entrada para miembros de la iglesia capaces y dispuestos. Y más aún, el sermón es en un solo sentido, sin posibilidad de réplica en contraste del estilo del mismo Cristo (ej. Lc. 10:29). Por ello, las comunidades pueden romper el monólogo del sermón para reemplazarlo por un dialogo plural, donde el Espíritu Santo sea más libre y hable por todos los miembros de la comunidad. Supone el abandono del discurso pero el impulso intenso del dialogo entre iguales, donde uno aprende del otro.

c. Espontaneidad: Mucha de la liturgia en las iglesias se ha osificado, sacralizando el orden del culto. Las comunidades pueden renunciar a la rigidez programática creyendo que es bueno planear pero en un estado de permanente sensibilidad a lo que ella misma quiere, siendo abiertas a los cambios a los que el Espíritu Santo las lleva. La espontaneidad se lleva también a los aspectos económicos. Adiós a las ataduras y obligaciones del diezmo, bienvenida la entrega sacrificial sin presiones.

d. Innovación: Las comunidades deben siempre considerar con respeto los dos mil años de historia cristiana y, en ese espíritu, se abre a la innovación en las formas eclesiales, la manifestación de la fe y maneras creativas de hacer la misión como tantos hermanos cristianos lo hicieron en el pasado. Reunirse en un parque o en algún espacio público, celebrar la Cena del Señor en con la periodicidad que deseen, transformar el ritmo de la alabanza o lo que consideren necesario adaptar o mantener es parte del ser de las comunidades.

e. Dimensionalidad: Las comunidades pueden considerar que los paradigmas del tiempo y el espacio se han roto. No son necesarios templos ni tiempos específicos para desarrollar la vida lutúrgica. Para la comunidad, cualquier espacio y cualquier momento puede ser adecuado para un encuentro con el Señor Jesucristo. ¿Debe ser siempre los fines de semana? ¿Sólo el domingo, el día del Señor? Las realidades espirituales y la comunión con Dios están interesados en cuestiones de mucha más trascendencia (Col. 2:16). Las comunidades pueden ser realmente libres de largas ataduras por la presión de tener un gran templo o por hacer las actividades siempre en los mismos días específicos.

f. Celebración: Las comunidades pueden priorizar la alegría y la celebración como elementos fundamentales dentro del compartir cristiano. Las alimenta su convicción de estar trabajando en la misión de Dios, de crecer en madurez y de ser parte de la maravillosa creación de Dios, y desde allí concluyen que permanentemente hay motivos de celebración y compartir como comunidad. No son ciegas al dolor humano y a la tristeza propia del pecado en el mundo, e inclusive saben llorar cuando sea necesario, pero entienden que el saber que en toda circunstancia Dios está a nuestro lado es un suceso que nos ayuda a mantener y transmitir la alegría comunitaria.

g. Pluralismo: Aunque las comunidades seguro que han encontrado sus propias maneras de acercarse a Dios y vivir el cristianismo, deben reconocer la multiplicidad de experiencias de fe, tanto tradicionales como no tradicionales, en las cuales Dios trabaja y manifiesta su amor, obrando mediante su Espíritu Santo de la misma manera que lo hace con ella misma. Este reconocimiento implica respeto porque considera que todos somos hijos de Dios alabándolo de maneras distintas, llenas de nuestras propias experiencias siempre variopintas.

h. Digitalidad: Las comunidades deben tener en cuenta que Satanás no vive en Internet, y por ello puede aprovechar las nuevas tecnologías mediante las cuales la Palabra puede ser expresada, adosándose a ellas. Los blogs, Youtube, Skype, Facebook, Messenger, las demás redes sociales y otras metodologías son espacios en los que la comunidad se puede expresar, lanzando el mensaje de Cristo a este mundo tan necesitado de Él.


Referencias

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Obamaniáticos?

Mi amigo Alexander Rodríguez y el pastor Ricardo Gondim han escrito sendos posts en sus blogs sobre la elección de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos, cada uno con enfoques muy diferentes. La emoción es bastante grande, mundialmente reflejada y extraordinaria dado los antecedentes electorales norteamericanos, y escribir algo sobre eso es totalmente justificable. El acontecimiento es histórico, aunque a algunos no le parezca.

En el Perú hubo ciertas expectativas cuando salió elegido Alejandro Toledo Manrique como presidente el 2002, en su tercer intento por conseguir la presidencia. Racialmente andino, Toledo nació en Cabana, pequeña provincia arrinconada en los andes del departamento de Ancash, en una familia numerosa y pobre. Él supo explotar este detalle en su campaña, identificándose con las grandes masas de origen andino que son la mayoría en mi país. En cierto momento era extraño, porque se trató de demostrar que se iniciaba un proceso reinvindicatorio hacia lo indígena ya que nunca habíamos tenido un presidente cholo, nacido en un pueblito y que había vivido la pobreza. Siembre gobernaron al Perú las elites adineradas de origen racial blanco –o mestizos vinculados a ellos–. Toledo, además, era un símbolo de éxito: estudió su carrera profesional en Stanford, culminando sus estudios con un doctorado en educación. Estaba casado con una extranjera (como Belaúnde y Alan García, ex-presidentes peruanos): Eliane Karp, una temperamental mujer belga que no asumió el estereotipo clásico de las primeras damas latinoamericanas.

Pero al final no pasó nada. Toledo era más feliz embriagándose con tragos caros y yendo una vez cada quince días a Punta Sal, balneario al norte del Perú. Su identificación con el hombre del Perú profundo era superficial, porque para gobernar se alió con los mismos tecnócratas de siempre. Resultó que el cholo ya no era cholo: incluso, tenía un español con tantas faltas que en ocasiones se especulaba que pensaba en inglés, y que hacía mentalmente la traducción.

Diferente fue el caso boliviano. Evo no estudió en Estados Unidos ni estaba acostumbrado a la vida cómoda. Él, al contrario, sí era un indígena por nacimiento, formación y cosmovisión. Y también la elección fue histórica en Bolivia, donde era la primera vez que un indígena se hizo presidente de la nación. A pesar de sus defectos, el simple hecho de ser presidente nos arroja una especie de proceso reinvindicatorio de los excluídos tradicionales que se sintió fuertemente en el Perú con la candidatura de Ollanta Humala, casi elegido presidente en el Perú el 2006. Por supuesto que todo no es color de rosa, todo no es lo racial sino que hay muchos otros componentes, pero hay algo de eso, sí, definitivamente.

Pensando en todo lo anterior me encuentro con la victoria de Obama. Yo realmente pensé que no ganaría la elección interna demócrata porque consideraba a Hilary Clinton como inexpugnable. Me equivoqué. Pensé que perdería con McCain, esperando la manifestación del poder del Bible Belt. Volví a equivocarme, aunque debo decir a mi favor que la crisis financiera le hizo un poderoso favor a Obama. Sin ella, creo que McCain hubiera tenido muchas más posibilidades. Sin crisis sub-prime no habría obamanía.

¿Motivos de emoción? Creo que existen. La minoría negra ha sido marginada históricamente a través de los años en los Estados Unidos. Aún viven muchas personas que tienen el recuerdo de los baños para negros y baños para blancos, los asientos obligatorios para los blancos, iglesias para negros y para blancos o el Ku Klux Klan. Aunque ya no hay más segregación en Estados Unidos, la separación entre razas sigue siendo marcada, creando pequeñas sub-culturas, diferenciadas las unas de las otras. La lucha por la igualdad ha sido larga y lenta, llena de pequeños logros que han costado sudor, lágrimas y muertos como Martin Luther King. Si me centro sólo en estos aspectos, en el hecho racial, en lo que significa un presidente negro en los Estados Unidos, si vale el júbilo. Sí se justifica, sí se valida la celebración.
Por lo tanto: ¿Emocional? Pues bastante. Sólo espero que no pase lo de Toledo en el Perú.

Pero, ¿júbilo porque sea demócrata? No lo creo (bien nos ilustra Alex al respecto). ¿Jubilo porque arreglará la porquería que dejó Bush? No creo, porque Obama no es un superdotado ni más inteligente que los Clinton o John McCain. ¿Jubilo porque acabará la guerra? Pues lo dudo, ya que los demócratas también han estado en guerras. El júbilo es por lo que representa para el país un presidente de raza negra, una señal de que realmente se quiere una igualdad real para todos, no de mentira, no superficial, no de papel. Si se ve desde ese lado, entonces comparto la alegría de Ricardo Gondim.

¿Será el mundo mejor con Obama? Pues me gustaría creer que sí. Amén, espero que así sea.


Imagen: http://www.coxandforkum.com/archives/CARI.Obama.gif