domingo, 27 de abril de 2008

El subprime, la Biblia y Keynes

La lógica elemental del negocio bancario es captar fondos de la gente que tiene excedentes —por lo cual paga una tasa—, brindar un servicio de custodia seguro y entregar esos fondos a individuos que no tienen recursos o ahorros pero sí un buen proyecto o un flujo constante de dinero a futuro, al cual le cobran otra tasa más alta.

Esto es muy útil. Es sólo una minoría la que puede pagar en efectivo un departamento nuevo de poco más de cien metros cuadrados en una buena zona de Lima por 70 mil dólares, y no hablo de los programas subsidiados del gobierno con precios bastante menores. A menos que tengas una buena herencia o un padre generoso, no hay más alternativa que ir a un banco y pedir un préstamo. Yo lo hice y sin él no tendría el departamento en donde vivo ahora junto a mi esposa y mi hijo.

No descubro la pólvora al decir que nuestra sociedad es consumista en extremo. Esto ha hecho que recurramos a la deuda de forma constante, no sólo para cosas importantes como una vivienda o, probablemente, un auto. El mundo de los préstamos de consumo para un viaje, una computadora nueva, o el de las las tarjetas de crédito siguen la misma lógica bancaria: el banco le presta a los deficitarios, estos compran lo que deseen, pagan en “cómodas cuotas” en un tiempo futuro, casi sin darse cuenta. En sociedades profundamente bancarizadas como la de los países desarrollados, el flujo de deuda es brutal, con montos absolutamente descomunales.

Entonces, los bancos reciben depósitos y prestan a necesitados de una casa, a las empresas que quieren financiar su capital de trabajo, a los bancos con necesidades de liquidez. Los préstamos requieren documentos específicos que están implícitos, como pagarés, letras de cambio, o cartas fianzas. Todos estos nos dicen, en simple, que alguien le pagará a otro alguien una cantidad de dinero, a veces en una sola tanda o en partes por un período determinado. Son documentos reales y vinculantes que lo que aseguran (si el futuro va bien) es un flujo de dinero ulterior desde el prestatario al prestamista.

Las empresas grandes, los bancos y los gobiernos también se endeudan, aunque por su tamaño disponen de otros medios como el acceso al mercado de capitales vía la emisión de bonos —que no son más que certificados de deuda— o emitiendo acciones, con la cual “venden” propiedad de la empresa. El mercado de capitales es, ahora, de dimensiones gigantescas, global, y una de las variables fundamentales del análisis económico de nuestros tiempos.

Estos bonos que se emiten son de muy distintos tipos. Y su proceso de estructuración puede llegar a ser extremadamente complejo. Puede emitirse para cubrir agujeros en los balances, para financiar algún proyecto específico, para pagar una deuda antigua, para generar una curva de tasas de interés. Esta especialización hace que el análisis del riesgo del emisor sea fundamental, porque le da una pista a los compradores de bonos (o sea, a quien le presta plata a la empresa emisora) sobre qué tal buen pagador es el emisor. No es lo mismo el gobierno español, alemán o el de Angola. No es igual Telefónica que La Taberna de Moe.

El desarrollo de la ingeniería financiera en los últimos años ha hecho más complicado el mundo de la emisión de bonos. Ya no sólo se emite por necesidad de fondeo, sino que se generan títulos más difíciles de comprender, que enlazan distintos tipos de mercados. Por ejemplo, un gigante como JP Morgan, banco de inversión, se interesa en la deuda que le tienen al Bank of América –banco tradicional- los poseedores de tarjetas de crédito platinum. (puede ser a la inversa, no interesa). Entonces, lo que hacen es una titulización: se “convierte” esa deuda de tarjetas de crédito platinum en un bono, que luego puede venderse en el mercado de capitales. Muchos flujos de deudas se pueden titulizar, como los préstamos de autos, los préstamos de consumo, las remesas del exterior, una campaña de ventas, una cosecha. La pregunta básica tiene que ver con el riesgo: Si JP Morgan ha titulizado la deuda de las tarjetas de crédito de Bank of América, ¿el bono emitido tiene riesgo JP Morgan, o tiene el riesgo de los que han utilizado las tarjetas platinum?

Casi todo se puede titulizar. Por ejemplo, los préstamos hipotecarios. Como pueden suponer, no todos los que acceden a un préstamo hipotecario tienen la misma capacidad de pago. Unos tienen excelentes trabajos, otros apenas subsisten. Por ello tienen distintos riesgos y en países como Estados Unidos lo tienen claro, por eso los deudores de préstamos hipotecarios más riesgosos tienen un nombre especial: los sub-prime. Pero no importa que ellos sean más morosos, igual esa deuda puede ser titulizada. Esto establece el siguiente circuito: el deudor sub-prime le paga sus cuotas hipotecarias a su banco, que a la vez le dará ese dinero al que titulizó (JP Morgan, por ejemplo) que a su vez se lo entrega a los poseedores de los bonos vía pago de cupones. Peco de simplista, por supuesto, pero creo que al menos sirve para entender.

Entonces, la gran bonanza del mercado de capitales mundial de los últimos años hizo que grandes banqueros involucrados en la estructuración de deuda se decidieran a invertir en el mercado inmobiliario, preso de una enorme burbuja provocada —entre otras cosas— por el crecimiento de la economía mundial. Estos banqueros titulizaron miles de millones de préstamos hipotecarios, crearon bonos y los vendieron en el mercado. Dentro de estos bonos, también habían miles de millones de dólares de bonos que tenían detrás a los deudores sub-prime y que coparon las carteras de los inversionistas más duchos. Nuevamente pregunto: ¿Cuál era el riesgo de esos bonos, el del gran banco de inversión que emitió la deuda –con la más alta clasificación- o el de los miles de sub-primes?

¿Saben porqué pregunto dos veces? No es por casualidad ni por cargoso, ya que la respuesta no fue tan clara para las más grandes empresas clasificadoras de riesgo del mundo, repletas de modelos de alta matemática: ellos consideraron que estos bonos sub-prime tenían el riesgo del gran banco de inversión que los estructuró. Estos miles de millones tuvieron la máxima clasificación. ¿Correcto o incorrecto? Por varios años nadie se hizo problemas y muchos se embolsaron mucho dinero. Nadie dijo nada. Al menos nadie con exposición mediática.

Una pregunta que siempre circuló en el mercado fue sobre la duración de la burbuja hipotecaria. ¿Cuándo explotaría? Algunos pensaban que esto sucedería cuando el ciclo recesivo llegase debido a la altísima correlación entre el ciclo económico global y el sector constructor-inmobiliario. Y cuando este llegó, vinieron los problemas. Hubo menos trabajo, menos ingresos y, por supuesto, la consecuencia inmediata del no pago de sus deudas. Las recesiones siempre afectan más a los que menos tienen, a los de trabajos más inestables, a esos tomadores de deuda hipotecaria de categoría sup-prime.

Ante la crisis en sus ingresos dejaron de pagar sus préstamos hipotecarios. Y claro está, el circuito se perturba. Ya no le pagan a su banco, que ya no le podrá pagar a JP Morgan, que ya no podrá pagarle a los inversionistas poseedores de estos bonos. Y de esta manera el trance se transmitió de un mercado (el hipotecario) a otro (el de capitales). Con las ganancias evaporadas se descubrió que, en realidad, el riesgo se midió mal porque las clasificadoras le asignaron a los bonos un nivel de gran banco de inversión (quizá el máximo) cuando en realidad debió ser el de deudor sup-prime (uno bastante bajo). O sea, el bono se cotizaba a 100 pero realmente valía 70, y cuando se sinceró el precio, las pérdidas fueron millonarias, provocando la caída de varios bancos importantes, entre los que destaca Bear Stearns. Y la ola no ha pasado; para mucho recién todo está comenzando, porque aun falta ver en su real magnitud a la asfixia de liquidez.

Hace años con la caída del Long Term Capital Bank se inició el proceso de implementación de un agresivo control interno. Hoy, analizando en el ex-post, voces como la de Alan Greenspan abogan por la revisión de los modelos de riesgo que parece que, a pesar de su avanzada complejidad, no han funcionado. ¿Está por aquí el centro del asunto? ¿La médula que requiere revisión?

No, allí no está. Creo yo que la lógica de la deuda es la que cabe analizar a profundidad, no la del análisis de riesgo. ¿Es pertinente? ¿Y el mundo especulativo? ¿Es bueno especular? ¿Es bueno tomar deuda innecesaria? ¿Es bueno endeudarse? La Biblia, en realidad, no prohíbe expresamente las deudas personales. Enfatiza la relación entre prestamista pudiente y prestatario desfavorecido económicamente, advierte contra la práctica de lucrar con los préstamos (Hab. 2:6-8), no desea que el pueblo viva agobiado por las deudas (Dt. 15:1-2), habla de períodos limitados de duración de las deudas (7 años: Dt. 15:1-11; 31-10,11), aboga por un espíritu de bienestar y protección de los débiles (Pr. 19:7; 31:8; Jer. 5:28), limita el aval de las deudas (Pr. 22:26-27; 11:15) sugiriendo que no seamos fiadores de nadie (Pr. 6:1-5). Sostiene una diferencia entre el creyente y el no creyente (Dt. 5:3), se concentra en la usura (Lv. 25:35-38), las condiciones sociales extremas que obligan al préstamo (Neh. 5:1-13), incluso habla de la banca primitiva de los tiempos de Jesús (Mt. 21:12; 25:27; Lc. 19:23).

Nivel de deuda razonable, de media duración, considerar el nivel económico de los desfavorecidos, no lucrar con las deudas, no ser garantes… como que nada se cumple ahora, ¿no les parece? A tal extremo no se cumple que el afán codicioso de muchos ha hecho que se hable de un problema mayor al de la crisis de 1929, y tal es el temor que los señores amantes del libre mercado predican en sus foros sobre la necesidad de la intervención estatal con el fin de traernos la estabilidad. Caraduras. ¿No era que Keynes era malo? ¿No que el gobierno era el cuco?

Referencias


(1) Atkinson, David y Field, David. Diccionario de Ética Cristiana y Teología Pastoral. Terrasa: Editorial Clie, 2004.

lunes, 7 de abril de 2008

Esas cosas que uno a veces no entiende (IX)

Juan Rebelde se ha inscrito en el nuevo ciclo del Seminario y esta vez va a su clase de Escatología con un misionero llamado Jack Chick III, PhD en Fe Fundamentalista, recién egresado de un seminario norteamericano y llegado al Perú algunas semanas atrás como misionero de la denominación.

Chick: Bueno alumnos, como bosquejo de la clase, debo decirles que lo que les enseñaré en este semestre será la escatología bíblica y cristocéntrica, lo que las más importantes iglesias, (las más cercanas a lo bíblico por supuesto) tienen como doctrina sobre los tiempos futuros.

Juan Rebelde (murmurando): ¿Lo bíblico? Mmmmm, ya comenzamos mal. ¿Qué será para este gringo lo bíblico?

Chick: Lo que en este curso es importante que sepan, dentro de la escatología, es que todo se inicia en los pactos de Dios con el hombre, encajados dentro de las dispensaciones bíblicas….

Juan Rebelde (murmurando, otra vez): ¿Dispensaciones? ¡Se me vienes las arcadas!

Chick (que no ha escuchado nada): …Y ya centrándonos en el futuro nos concentraremos en el esquema pretribulacionista-premilenial, de apostasía creciente, arrebatamiento, tribulación, segunda venida, juicios y milenio. Les digo, mis amados estudiantes, que luego de hacer un análisis sincero y tras solicitar la guía del Espíritu Santo, se llega inevitablemente a la conclusión de que este es el esquema más adecuado a los patrones bíblicos.

Juan Rebelde: Señor misionero, tengo una pregunta. Si uno ve los libros de historia, uno encuentra que primero surge el amilenialismo, luego el postmilenialismo y recién al final el premilenialismo. Y si hablamos del rapto, la cosa es mucho más reciente. ¿Por qué creer en lo más reciente como si fuera lo correcto? ¿Eso quiere decir que 1800 años de cristianos estuvieron errados escatológicamente?

Chick: Alumno, efectivamente es una doctrina nueva, pero piense en el caso de Lutero. Dios decidió mostrarle, por su Espíritu Santo, la doctrina de la justificación por la fe. Todos los cristianos anteriores a él no sabían nada de nada de eso. Y cuando quiso, el mismo Espíritu Santo le mostró a otros hombres santos la doctrina del premilenialismo y el arrebatamiento para la edificación de la iglesia. Así ha sido también con otras doctrinas. Dios va mostrando su luz.

Juan Rebelde: A ver si entiendo bien… usted dice que soteriológicamente Lutero estaba excelente porque Dios le mostró la nueva interpretación de la justificación por fe, pero ¿estaba escatológicamente errado porque era amilenialista?

Chick: Es parte del proceso de Dios. A quien le quiere dar algo, se lo da. Si le quiere dar a otro de una manera distinta, pues será así. A Lutero le dio lo suyo, a Scofield lo otro, y así sucesivamente Dios va mostrando las doctrinas adecuadas que debe creer su iglesia.

Juan Rebelde: Entonces, ¿Cómo estar seguros de que lo que enseñamos ahora no será cambiado en diez años porque Dios le mostrará a otro el significado más exacto? ¿No es ese un relativismo monstruoso? Si le hago caso a su argumento y asumo que eso es un proceso natural (cosa que, en realidad, creo que no es tan descabellada teniendo en cuenta el proceso constante de actualización teológica), ¿Por qué la iglesia es tan cerrada a nuevas posturas teológicas y es tan resistente a la innovación eclesiológica? ¿Por qué se muestra tan fundamentalista con los nuevos tiempos?

Chick: Alumno, sus preguntas no tienen sentido porque Cristo ya viene, el mundo ya no puede estar más degenerado de lo que está ahora. ¡Transexuales embarazados! ¡Matrimonios gays! ¡Libertad sexual total! Por ello es obvia la venida en esta generación. Por ello, le recomiendo concentrarse en lo espiritual, orar sin cesar y velar, porque la venida ¡es inminente! Y sobre su actualización… es antibíblica. Ya tenemos lo definitivo.

Juan Rebelde: ¡Tenemos dos mil años con esa excusa, y Cristo no viene! Ojo que yo quiero que venga, pero no podemos usar eso como argumento para nuestros vacíos intelectuales.

Chick: Alumno, más respeto que soy su profesor.

Juan Rebelde: Y le pido lo mismo, respetando a la clase contestando con consistencia las preguntas y no con evasivas.

Chick: No entiendo, ¡Señor, no entiendo! ¿Dónde está la humildad? Cuando me convertí oré mucho al Señor, y él me dijo que le obedezca en todo, cosa que quería de verdad hacer. ¿Y saben qué me dijo? Que vaya a una iglesia y reciba toda la enseñanza.

Juan Rebelde: Y eso es muy bueno…

Chick: ¿Y saben qué más me dijo Dios? Que obedezca fielmente a mis pastores y escuche todas sus enseñanzas sin criticar porque el corazón es engañoso y la razón, que parte del corazón de pecado, también nos engaña. Por ello, debemos escuchar a nuestros pastores, sin criticar y con mucha fe.

Juan Rebelde: ¡No puede ser! ¿Y si dice una herejía?

Chick: El Espíritu Santo se encargará de él.

Juan Rebelde: ¿Y si el Espíritu Santo te elige a ti para eliminar la herejía?

Chick: Eso es difícil de determinar. Dios se encargará de mostrar sus métodos y no creo que utilize a un miembro de la iglesia para corregir a su pastor. Iría en contra del orden impuesto por Dios.

Juan Rebelde: ¡Eso es irresponsable! ¡Por eso la iglesia está como está!

Chick: ¡No critique a la iglesia de Dios que es un pecado! ¡Ni a sus escogidos que son sus siervos! ¡Arrepiéntase! ¿Cómo entró a este seminario?

Juan Rebelde: No me arrepiento de nada porque nada he hecho de malo. Mas bien usted debe hacerlo porque su teología escapista dañó a la iglesia y al mundo, pero bueno, como ya está degenerado ese daño no importa demasiado, ¿no?