domingo, 24 de junio de 2007

Esas cosas que uno a veces no entiende (IV)

Pastor Caifás: ¡Juan! ¿Cómo va todo? ¿Ya estás en tu semana de exámenes finales en la universidad!

Juan Rebelde
: Todavía no pastor. Todo me va bien excepto un curso medio complicado que se llama "Administración y gestión de las organizaciones". Dicen los profesores que es muy útil pero a mi no me gusta.

Pastor Caifás:
A veces es así. ¿Pero no hay nada que te gusta?

Juan Rebelde:
En realidad sí. Me hicieron hacer un trabajo interesante del cual siempre traté de hablar con el pastor Anás, pero él para ocupado en sus juntas, reuniones de trabajo, comités, consejos y esas cosas.

Pastor Caifás:
¿Y de qué trataba tu tarea?

Juan Rebelde:
Bueno, en el curso dijeron que en las organizaciones modernas el tiempo de labor de los trabajadores en cada puesto que ocupen, sea el nivel en el que sea, debe ser de en promedio de cinco años. Y nos pidieron que evaluemos esta regla de la administración en alguna empresa a nuestro alcance.

Pastor Caifás: ¿Y en dónde investigaste? ¿En la clínica en la que haces tus prácticas?

Juan Rebelde:
No... lo hice en la denominación.

Pastor Caifás: ¿Qué? ¿Cómo que en la denominación?

Juan Rebelde:
Sí, y encontré muchas cosas interesantes.

Pastor Caifás: Creo que te metiste en problemas. La iglesia es otro tipo de organismo. ¿Qué encontraste, según tú?

Juan Rebelde:
A ver... el pastor Anás, de nuestra iglesia, tiene 15 años en su función y ha sido reelegido por 10 años más. El pastor Ananías, de la iglesia del Centro, tiene 22 años como pastor titular. Elí, de la iglesia del Sur, tiene 18 años como titular y con reelección perpetua. Diotrefes, de la iglesia del Norte, es el récord porque tiene 23 años y, en dos meses, la asamblea de su iglesia se reunirá para ver si le dan la perpetuidad. Descubrí también que los cuatro son los miembros del Consejo Directivo Denominacional, la máxima instancia de la iglesia (de cuatro miembros), y que, además, los cuatro son de la misma promoción del Seminario.

Pastor Caifás: ¿Es malo eso, acaso?

Juan Rebelde:
Según las normas de la teoría de la administración que aprendi en el curso, sí, es malísimo. ¿Perpetuidad? ¿Qué es esto? ¿Los tiempos de Anás XIV y su despotismo ilustrado?

Pastor Caifás: Juan, no puedes usar los criterios humanos en la iglesia. La voluntad de Dios está por sobre nuestros pensamientos limitados.

Juan Rebelde:
Bueno, si es así, ¿Por qué nuestra iglesia tiene misión y visión, como lo dice el planeamiento estratégico si no se pueden usar los criterios humanos?

Pastor Caifás:
Por favor, no seas insolente, respeta a la autoridad que Dios ha puesto sobre ti y sométete a tus pastores. Él responderá ante Dios por sus actos.

Juan Rebelde:
Pastor Caifás, yo lo respeto mucho y sólo le he contado lo que hice en mi trabajo. Si se pone así, mejor no le digo lo que me puso el profesor como comentario. Eso sí que es "insolente" y quizá merecedor de su excomunión... y bueno, quizá también el hecho de recordarle que usted también tiene 15 años aquí como pastor asistente. Pero mejor me voy antes que se moleste más. ¡Hasta luego, pastor Caifás!

lunes, 18 de junio de 2007

El Dios triturador

El culto de navidad en mi antigua iglesia fue siempre mi favorito, desde los tiempos adolescentes en la década de los noventa. Villancicos reaprendidos, la predica restauradora que nos recordaba el momento esencial de la llegada del Salvador bajo difíciles condiciones, los saludos afectuosos, los abrazos, y todo el espíritu que se vivía era algo muy especial y gratificante. No sabía nada de salvación, justificación o redención, pero algo me hacia pensar que ese evento de la pareja con su bebé en un establo de un pueblo desértico del sur de Judea era un acontecimiento de lo mas importante, no sólo simbólico sino de implicancias absolutamente actuales. Y aunque invariablemente era parecido año tras año, el mismo recuerdo y las mismas formas eran siempre lo mejor de la nochebuena.

Todo fue así hasta el 2006. ¿Qué sucedió en la iglesia? No lo sé. El pastor tiene la costumbre de hablar en las prédicas de los problemas de los hermanos de la congregación –aunque sin mencionar nombres-, entonces, algo debió haber pasado para que el sermón de navidad se haya convertido en una masacre. ¿Un líder infiel? ¿La poca sumisión de algunos hermanos? (allí estaba yo) El pastor consideró perentoria la reprimenda, olvidando el mensaje de la encarnación. Quizá se pensó que el exceso publicitario nos lo recordaría. O, simplemente, era cuestión de prioridades. Fue una de esas prédicas descartables, basuras, inservibles, que más que provecho provocan rechazo, animadversión. Una prédica escrita en papel higiénico.

Malísimo. Porque se torció el mensaje de tal manera que se pidió sujeción al pastor desde los textos de la natividad. ¿Es ese el mensaje implícito? ¿Son las señales tras la estrella, el incienso o los sueños de José? Intrigado, pensé en las formas y maneras utilizadas por la Divinidad para el suceso encarnacional. ¿Mensaje que nos pide la obediencia al pastor? Definitivamente no. Más bien, es algo distinto, algo vinculado a la ruptura de paradigmas, a la pulverización de ideas y parámetros humanos. Es en realidad un Dios triturador, pero no de los "cristianos pecadores" y en falta contra la iglesia. Tritura otras cosas más estructurales. Dios en praxis tiene otros asuntos que decir en esos versículos.

La elección de Augusto Cesar (Lc. 2:1)

José y Maria vivían en Nazaret de Galilea. Gente pobre como ellos, no tenían muchas opciones de viajar fuera de su comarca salvo la peregrinación hacia Jerusalén en una de las fiestas anuales, en especial la pascua (Lc. 2:21-38). Algunos comentaristas estiman que una persona normal viajaba alrededor de 15 kilómetros a la redonda de su pueblo natal en los tiempos antiguos. No existía nada como la movilidad internacional de mano de obra ni mucho menos a nivel regional (a menos que pensemos en los esclavos). Esto genera un pequeño inconveniente. Si los padres de Jesús vivían en Nazaret y el nacimiento del Mesías debía ser en Belén, y no había motivo para la travesía. ¿Cómo cumplir las dos profecías sobre Jesucristo -la que decía que nacería en Belén (Mq. 5:2) y la que seria llamado Nazareno (Mt. 2:23)-?

Aparece en escena la figura de Augusto Cesar. Personaje político astuto que poco a poco fue acaparando el poder en Roma (mediante los pactos con el Senado) con las manos no limpias de sangre y agente directriz del imperio más poderoso de la época, fue utilizado por Dios para solucionar el problema de la conciliación de profecías, permitiendo que la llegada del Hijo sea en el lugar correcto. Este pecador y pagano, sin saber y sin sospechar la trascendencia de su decisión, en los palacios a orillas del Tíber mandó el censo y decretó que los jefes de familia tengan que ir a su lugar de origen a empadronarse, ni más ni menos. José, belemita, debía viajar con su desposada, aunque estuviera con 8 meses de gravidez. Así, se arregló el problema. Dios, para sus propósitos, usa a quien quiere, cuando quiere y de la forma que quiere.

Este evento no es cualquier cosa. No es una fiesta patronal, ni el aniversario de la ciudad o la independencia del país. Es mucho más que eso. Estamos hablando de la llegada de Jesucristo al mundo para la redención de nuestros pecados, del establecimiento del Reino de Dios en la tierra, del inicio del proceso de reconciliación de Dios con el Hombre. Dentro del armazón completo que nace desde la creación de toda la realidad material y espiritual, la encarnación tiene un papel protagónico. Algunos entonces supondrían que, para un evento de tal importancia, las cosas debían ser impecables, pulcras, sacrosantas. Entonces, podía haberse encontrado alguna solución de ese tipo al problema del viaje. Una herencia, un mensaje directo de Dios (así fue para ir a Egipto), la elección de otra pareja, la coincidencia del nacimiento con una peregrinación. Pero no, Dios decide introducir a un romano en el proceso, un gentil, a la representación del imperialismo de la época. Y así cumple su designio.

Pero nosotros… siempre nosotros obviamos los mensajes. Y agregamos ideas. Hoy en día tendemos a pensar que el "no creyente" no es útil, que no sirve, que como esta en pecado Dios no puede utilizarlo. Por lo tanto, nos cerramos, nos aislamos a ellos. Para sus propósitos, empezamos a creer que Dios solo puede utilizar al pastor, al líder, al hermano de al lado, pero jamás a un "pecador" o a alguien que no cree en Él. Creemos realmente que Dios no los puede usar para nuestra edificación. Pero Dios tritura nuestra manera de pensar y nos sugiere no perder de vista ese camino. Esto es algo ya hecho en tiempos antiguos (Ciro –Is. 44:28; 45:1-, Nabucodonosor –Ez. 1:6-7; Jer. 21:1; 25:9-, Jetro –Ex. 18:1ss-, el burro de Balaam -Num. 22:21-40-). ¡Realiza esto en el nacimiento de su hijo! ¿Por qué nos hacemos más estrictos que Dios?

La elección de Nazaret (Lc. 1:39-40; Mt. 1:23)

Singular el lugar elegido por Dios para que su hijo crezca en la tierra. Muy cerca al valle de Meguido, al lado de una importante carretera romana, era un territorio de mala reputación, despreciado por el resto del país. Una zona en donde no viviríamos, como un pueblo joven o barriada limeña, una villa miseria argentina, un rancho venezolano o una favela de Río de Janeiro. Un sitio en donde no nos gustaría establecer nuestras casas porque estaba copado de gente de mala influencia, de gentío inapropiado. A fin de cuentas era un lugar inconveniente. Ya lo refleja Natanael cuando dijo que "No creo que pueda salir algo bueno de Nazaret" (Juan 1:46, paráfrasis personal).

Pero Dios, otra vez, olvida nuestros prejuicios. Y hace que Jesucristo crezca allí. En el lugar protervo, contaminado. Pero nosotros, sin embargo, somos expertos en marcar distancia con lo malo, con calificar lugares o personas, y aplicamos la marginación. Una persona con piercing en la nariz, ¡Mala!, con tatuajes, ¡mala!, un hombre con pelo largo, ¡malo!. Y creamos barreras, pequeños apartheids, sutiles acepciones de personas, calificaciones de lugares inconvenientes, de sitios que no son de edificación. Pero Dios se zurró en todo y en todos, y su hijo se desarrolló como ser humano en Nazaret. Por lo tanto, ¿quienes somos nosotros para calificar a la gente? ¿Para decir que Dios a través de ellos puede o no puede obrar? No somos nadie. Dios más bien, nos llama a derribar los muchos muros de Berlín que hemos levantado en nuestra vida.

El nacimiento en un establo, como el ganado (Lc. 2:6-7)

Queremos siempre grandes cosas. De niños, queremos ser encumbrados profesionales de grandes. De adolescentes, queremos ser famosos, o estar con la chica mas linda de todas. De adultos, queremos ganar más, tener una gran casa, un gran auto, muchas cosas. Dentro de la iglesia es lo mismo. Queremos las iglesias mas hermosas y magnánimas, la mayor cantidad de gente, los ministerios mas espectaculares, el milagro mas vistoso, la predica mas impactante, la campaña evangelistica mas masiva, el cargo mas alto o las siglas más bonitas, un impacto ministerial a nivel latinoamericano o mundial, las mejores profecías. Eso queremos, y más.

Dios quiso algo diferente. No nació en el palacio de Herodes. No fue hijo de Gamaliel. No fue hijo de un publicano pudiente. Ni de un judío bien relacionado de Roma o Tarso, que tuvo su retoño en una peregrinación a Palestina. Nada de eso. Busco la manera sencilla en extremo. El parto no fue en una casa. ¡No! ¡No era lo suficientemente sencillo! Tenia que mostrarnos un ejemplo, algo categórico, algo que nosotros, los que nos decimos sus seguidores, no olvidaríamos nunca. Entonces, ¿Como no lo borraríamos de la memoria? Quizá si nacería en el mismo lugar de los animales, junto a ellos, nos quedaría claro de un modus operandi, de una pauta, de un marco de referencia, de un ejemplo de humildad definitiva, de una enseñanza práctica que debiera ser nuestra señal de vida y ministerio. Pero no, así no somos. Lo hemos olvidado, quedando sólo para el discurso.

La inclusividad de todos (Lc. 2:8-20; Mt. 2:1-12)

A un extremo, o al otro, nos cuesta demasiado el equilibrio. La teología de la liberación nos hablo de la opción preferente por los pobres –cosa cierta, pero como su propio nombre lo dice, es opción preferente pero no exclusiva- por mucho tiempo. Por otro lado, el iglecrecimiento ha sido el marco teórico de los modelos de grupos homogéneos que han sido la justificación de iglesias focalizadas en la clase alta de manera distintiva, cerrando la puerta a otros. Tirios y troyanos han ido hacia su lado, obviando el intermedio.

Es recurrente el mensaje de que Dios quiere a todos, a la humanidad como un todo y sin limitantes. Blancos y negros, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, peruanos y chilenos, pobres y ricos, citadinos y rurales, asiáticos y africanos. Y la Biblia enseña la aplicación práctica, tanto en el ministerio de Jesús como en la realidad de su nacimiento. La misma noche fue recibido por humildes pastores (tal vez siervos de un judío rico) que guardaban las vigilias a la intemperie cuidando las ovejas, los cuales fueron avisados por un cuerpo angélico. Pero también fue visitado por pudientes magos que le hicieron costosos regalos que seguramente le hicieron mas llevadera la vida a la familia en su escape a Egipto. De un lado y el otro, sin acepción de ningún tipo, totalmente abarcante. ¿Que tan inclusivo somos nosotros en nuestros ministerios? ¿Pensamos en trabajar con todos? ¿O tenemos limites demoninacionales, amicales? ¿Trabajamos solo con quienes nos gustan? ¿Con quienes congeniamos? ¿Nunca con los pobres? ¿Nunca con los ricos? ¿Solo conmigo mismo? ¿Acaparamos cargos? ¿Tenemos angurria ministerial?

El caso personal

Dios tritura nuestros paradigmas, toma nuestras seguridades, nuestros traumas y formas, nuestros estilos de trabajo, nuestras costumbres, nuestros "así deben ser las cosas", "así hace Dios y de esta manera trabaja para ser de bendición", y los transgrede. Lo hace de manera nacional, local, barrial, eclesial, familiar y personal. Constantemente.

Dios me hizo algo así. De adolescente pensé en no casarme nunca pero luego admití que podía casarme pero sin hijos. Posteriormente dije que una hija podría ser, luego dos y allí me quedé. Quería sólo hijas y nada más que hijas. Hasta tenía un nombre para una de ellas, Camila, ya pensado, ya claro, ya definido. Pero no. Todo se transforma. Según la ecografía (de acuerdo con la doctora, con mucha certeza por la claridad de la imagen) el bebé que mi esposa lleva en su vientre será un varón. Y todo, todo, TODO cambio de un segundo a otro. Años de una idea fija, endeble, pero fija, se fueron con la misma fragilidad del viento. Dios quiere algo distinto conmigo.

Así es Él. Nos tiene siempre atentos a nuestro anquilosamiento, a nuestra tendencia al fundamentalismo. Hizo cosas en contra de la tendencia, y persiste en realizarlo.

Si Dios, continúa haciéndolo. No lo olvides nunca.
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Imagen: NACIMIENTO DE CRISTO - Pedro Berruguete S. XV - Tabla, 146 x 110 cm - NOCHE DE PAZ (1433-1494). Extraído de http://www.musicaparatodos.com/images/partituras-villancicos-708d.jpg

domingo, 3 de junio de 2007

La triada de la política

Suelen hacer payasadas junto a sendas tonterías, dándole de comer al gremio periodístico con sus frecuentes deslices y alimentando a la radio bemba de las esquinas citadinas, pero en los últimos meses siento que los parlamentarios peruanos se han pasado de la raya. Ya era bastante que en el hemiciclo pasado tuviéramos a un anciano congresista violador que sufrió de prisión domiciliaria, pero en éste las cosas parecen ser más recurrentes, por lo menos en cuestión del número de implicados.

Damas recién electas le dieron macizas trompadas a un guardia de seguridad (según ellas, en defensa propia a pesar del video testigo) la noche que se estaba debatiendo en el pleno la aprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos con la precisión de la práctica que seguramente les dio su pasado de dirigentas cocaleras en los valles selváticos. Pero se venía más, algo que mantendría alterado al gallinero por varias semanas. Una “madre de la patria”, Notaria Pública de la ciudad de Huancayo, “contrató” a su empleada doméstica como asesora del Parlamento (En su defensa inicial, Elsa Canchaya dijo que por tres años “ella había preparado a su asesora personalmente de manera especial”, afirmando indirectamente que su “enseñanza” era superior a los cinco años de carrera universitaria que hay que estudiar en el Perú.). Otro parlamentario, Walter Menchola, hizo contratar a su “amiga cariñosa” como asesora de otro despacho congresal (no le quedó otra que pedir disculpas públicas). Y ahora, otra más, Tula Benites, del APRA, el partido de gobierno, empleó a un empleado fantasma de esos que cobran puntualmente a fin de mes pero que nadie conoce porque nunca van a trabajar. “La vamos a investigar” dijo con dolor Mercedes Cabanillas, presidenta del Congreso.

Al mismo tiempo, y con la incomodidad de la opinión pública por la ola de denuncias por las contrataciones irregulares, este mismo Congreso ha iniciado el debate de la Bicameralidad, medida que tiene un repudio general. A los miembros del gobierno les es poca cosa los cincuenta millones de dólares anuales que costaría la cámara nueva al país. “La funcionalidad del Congreso los vale” ha sido el argumento esgrimido por algunos. Para serles sincero, me harta en sobremanera escuchar estas cosas. Estoy seguro que los que leen estas líneas podrán decir cosas parecidas de sus países. Latinoamérica se parece mucho. Demasiado, a veces.

Es que hay una disociación entre lo que es y lo que debe ser en la función política en mi país. Acostumbrados a los dislates, esperamos que vengan ya que han sido tantos a través de la historia que nuestra piel está absolutamente curtida y, a veces, nos invade la indiferencia o la sensación de no poder hacer nada ante el sistema corrupto que nos envuelve. Y el clásico aislamiento cristiano agrava el sentimiento de abulia política.

Sin embargo, el político tiene una misión olvidada, llena de polvo, telarañas y polillas, una pauta del debe ser del párrafo anterior. Dice Esdras 7:25:

“Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría de tu Dios, que posees, establece escribas y jueces que establezcan la justicia a todo el pueblo de Transeufratina, a todos los que conocen la ley de tu Dios. A quienes la ignoran, habréis de enseñársela”. (Biblia de Jerusalén)

Según este texto, el escriba Esdras, fundador de la primera escuela hermenéutica judía, cumplió una triple función, una triada de labores definidas en el Decreto del rey persa Artajerjes, vinculadas a:

El gobierno

La justicia

La enseñanza.

“Habréis de enseñársela”. ¿Qué tenemos aquí? La Biblia nos sugiere con el ejemplo de Esdras que el político, puesto por Dios (de acuerdo al relato paulino) tiene una labor docente para con la gente que está por debajo de él, en nuestro contexto moderno, para con sus electores. Se entiende una labor pedagógica dentro de su función legislativa (que tampoco se hace), pero al mismo tiempo, por su propia posición encumbrada, hay un requerimiento ético que debe cumplir de manera estricta (ver Esdras 7:26 y sus castigos de muerte, destierro, multa o cárcel para los transgresores. Asumimos una sanción igual para aquel profesor que no haga lo que él mismo ha enseñado). Todo congresista debe ser hábil para gobernar, justo a la hora de tomar decisiones que involucran a miles de personas, y presto a enseñar a la gente con sus palabras, su conocimiento, y su ejemplo.

En Perú hay un olvido total de esto, un déficit, una carencia a niveles cercanos a la hambruna. “¿Labor docente? ¿Al elector? ¡Si ya votó, ya no me interesa! Además, para eso no me eligieron…” Cara sonriente para las elecciones, nos llenan la ciudad de afiches horribles con lemas absurdos, pero nunca cumplen su función triple. ¿Le enseñarán a la Nación, señores congresistas, el camino de la ética, del trabajo bien realizado, de la entrega, del servicio franco al país? ¿Lo harán alguna vez?

¿O se rasgarán las vestiduras cuando llegue otro Ollanta Humala, amigo de Hugo Chávez, con su grito antisistema, preguntándose del porqué del voto rebelde?