viernes, 14 de julio de 2006

La eterna pregunta (*)

El otro día vi a una niña posiblemente huérfana que lloraba de hambre en una calle con su bolsa de caramelos de diez céntimos mientras la gente pasaba por su lado muy ocupada y ensimismada ignorando su sufrimiento. Y le pregunté a Dios: "¿Por qué existe tanta injusticia? ¿Podrías hacer algo por ella? ¿Algo más tangible, más efectivo? Me parece injusto que sufra tanto siendo tan inocente y joven" En ese momento me di cuenta que esa respuesta clásica de que es responsabilidad del hombre todo lo malo del mundo ya no me satisface, no me convence del todo.


Dios no me contesto al instante, pero al llegar la noche, cuando estuve en mi cuarto mirando la penumbra, sí respondió:


"Ya hice algo"- y luego de una pausa Dios exclamó: "Te hice a ti"


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(*) Le hice algunos cambios a esta historia que me enviaron por correo electrónico.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo, la clásica respuesta no lo convenció pero al final Dios le dió la misma respuesta ...

Abel dijo...

La clásica respuesta es que la humanidad, como colectividad, como ente pecador, tiene la responsabilidad del sufrimiento. La acción de Dios va a la persona en sí, que como hommo sapiens sapiens, y también hommo habilis, puede hacer algo al respecto sin escudarse en la inacción ni la esperanza futurista.

George dijo...

Es cierto, la respuesta que da dios al inicio y al final es la misma, pero creo que tiene dos intensiones distintas: primero, es una respuesta que ésta persona que camina por la calle la descubre sola en su propia reflexión, y en la segunda ya no lo es, sino es una respuesta que da dios directamente al hombre. Pienso que lo que has querido decir son dos cosas:

1.- Hay que escuchar a dios.
2.- Hay que comprometerse a ayudar a solucionar los problemas que vemos.

MonjaGuerrillera dijo...

Esto me pega en la nuca, me tocas cerca, hermano

Abel dijo...

Me pegó a mí tambien, directo. Por ello el sinsentido del aislamiento evangélico ante el dolor del mundo. ¿No te parece?